Capitulo 3

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Sabrina y yo caminamos en silencio por el bosque hasta que nos detenemos en medio de un claro, levanto la pequeña campana que tengo en mi mano y la toco espíritus del bosque, os declaro mis intenciones digo y dibujo y se lo doy a Sabrina vengan y seremos iguales continua y dibuja, vuelvo a sonar la campana y Sabrina me pasa el palo "no amo y siervo, sino familiar a familiar" continuo, dibujando. "Compartir nuestro conocimiento, nuestro espíritu y nuestros rasgos" dice Sabrina y toco la campana por última vez, Sabrina suspira "y ahora espíritus, esperemos" le doy la campana y lo guarda en su bolso.
Las hojas crujen detrás nuestra, nos volvemos y están las hermanas fatídicas "¿un hechizo de invocación chicas?" pregunta Prudence rodeándonos como buitres las tres. "Ese es el plan" digo "eso es desafortunado, no queremos mestizas en la academia" dice Prudence "¿a quién llamáis mestiza?" dice Sabrina "¿No es eso lo que sois? ¿medio brujas medio mortales?" se burla. "Quedaros con vuestra clase, no vaya ser que os pase lo mismo que a vuestros padres" sigue diciendo y yo siento que mis nudillos se ponen blancos. "Sería algo trágico que sucediera algo similar" dice Agatha. "No nos das miedo" digo cabreada, ellas empiezan a hablar en latín "¿nos están maldiciendo?" pregunta Sabrina asombrada, al final se van y nosotras nos ponemos en marcha hacia la escuela rápidamente.
Entramos en la escuela caminando rápido "Sabrina, Martina ¿qué tal?" nos habla Ross y decimos que vamos al baño que hemos tocado hiedra venenosa. Fuimos al servicio y cada una nos metimos en una ducha a lavarnos ferozmente el cuerpo, "si realmente estoy maldita hoy, deje que el agua limpie el hexágono" repetimos varias veces, Sabrina termina antes y se va con los demás, yo me quedo disfrutando un rato y al rato salgo de la ducha, me envuelvo con una toalla y entro al vestuario, me paralizo cuando veo a Susie llorando junto a su casillero, rápidamente me acerco a ella "¿Qué ha pasado?" pregunto, ella cierra su casillero y se ve la palabra puta pintado en la puerta, ella solloza, "me levantaron la camiseta", se vuelve hacia mí y veo que su labio está sangrando "¿Qué?" susurro, levanto mi mano lentamente a su cara y mi pulgar roza su mejilla, ella se estremece ligeramente y yo la abrazo "¿Quién lo hizo?" Pregunto en su oído y cuando me lo dice me cambio furiosa y salgo rápidamente del vestuario hacia el despacho del director.

Martina Spellman ▪︎Susie Putnam▪︎Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu