Trayecto Alucinante

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Yacía encima de una silla brillante sentado en la redonda luna, mi relajado cuerpo podía ver con fascinación el esplendoroso paisaje cósmico. Por un empuje repentino, el cielo me tomó de los hombros y con ferocidad, me atrajo hacia las nubes. Ya la gravedad inexistente, me acogió y acurrucó como un infante en los brazos de su madre. Cada distancia más lejana que la anterior, podían ver mis ojos las proyecciones de las estrellas, nubes estelares, arcoíris interestelares y fugaces cometas. Un intimidante armazón me abrazó encerrándome dentro de sus fauces, a oscuras, logro ver una rectangular salida brillante. Nado en el espacio interior de la caja hacia el cristal reflectante. Con un renacer de la vida nueva, golpeo el débil vidrio con mi rostro, y con miles de partículas hacia el cielo como el agua, salgo de la caja. Hacia un destino insólito, un gran obstáculo, una firme y dura pared planetaria de mercurio... En la acera, un peatón se acerca al testigo boquiabierto y le pregunta con incertidumbre.

-¿Oye, que acaba de suceder?

El testigo extiende su brazo señalando un auto volcado y destrozado. Atónito le responde:

-¿Vez aquel auto? Pues, chocó. El chofer aun se encuentra adentro, mientras que el copiloto salió catapultado dos calles más arriba, claro está, ambos están muertos.








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