Cheater

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–¡Isabel, es en serio! Tienes que escucharme.

Tomé el brazo de la castaña y tiré de este hacia mi lado para hacer que me mirara. Cuando lo hizo, su mirada no fue la mejor.
Entiendo, estuve todo el día molestándola. Pero tenía algo muy importante para decirle.

– ¿Qué, Sean? Si es de nuevo por Harold entonces no quiero escucharte.– dijo en tono exasperado la chica en frente mío.

Pasé mis dos manos por mis rulos y los despeiné algo molesto. Yo quería hacer un bien y ella no me creía. No quería que mi princesa saliera lastimada.

– ¿Podemos hablar por lo menos un minuto sobre él? Es un mentiroso, te dice mentiras todo el tiempo.

– ¿Qué estás queriendo decir? ¿Harold? Él nunca me mentiría.

Me acerqué a Isabel y apoyé mis manos sobre sus hombros para mirarla a los ojos. Ellos querían demostrar firmeza pero se notaba el miedo en ellos. Negué con la cabeza lamentando que un chico tan estúpido estuviese menospreciando a la mejor chica que va a tener en su vida.

– Bonita, ¿tú en serio piensas que Alyssa y él son sólo amigos?

Sus ojos se llenaron de lágrimas pero ella parpadeó rápidamente para alejarlas y así fingir que estaba bien.

– ¿Deberían de ser algo más? Digo, ella tiene a su novio y él tiene novia, o sea, yo. –dijo en tono decidido, encogiéndose de hombros con un gesto despreocupado.

– Anoche, después del partido, estaba en la habitación con James. Escuchamos... –pensé en palabras para que no sonara tan duro para ella pero sabía que cualquiera le iba a doler– gemidos en la habitación de al lado. Pensamos que eras tú porque, bueno, los dos sabemos que Harold está en la habitación próxima a la mía pero... –levanté mi mano derecha y rasqué mi nuca al ver las lágrimas salir de sus ojos. Le dolía y a mi me dolía verla así. Luego de tirar un suspiro al aire, seguí– En ese momento me llegó tu mensaje diciéndome que vaya a tu habitación.

Ella no dijo nada. Se quedó mirándome a los ojos al mismo tiempo que las lágrimas salían de sus ojos como pesadas gotas de lluvia. Se limpió las lágrimas y su semblante cambió a uno más serio.

– ¿Soy la última en enterarme? ¿Todos lo sabían? –preguntó sin que la voz se le quebrara.

Volví a suspirar con la mano en la nuca. Esta calló pesadamente sobre mi costado y asentí con la cabeza.

– No te lo dije porque nunca me dejaste. Siempre intenté decírtelo.

Como si fuera magia, por el pasillo del hotel apareció el capitán de fútbol americano, mejor conocido cómo: Harold. Lo peor fue que de su habitación estaba saliendo una chica del equipo contrario de porristas con su uniforme verde un poco desarreglado. Isabel se quedó mirándolos por un momento y se dirigió con calma hasta su novio. Este la agarró por la cintura y, por su cara, noté que trataba de explicarle algo. La chica levantó su mano y la plasmó con toda su fuerza en la mejilla del rubio seguido de un grito que decía "Terminamos". Sonreí para mi mismo ya que tenía el camino libre para llegar a la capitana de las porristas del cual estoy enamorado desde sexto grado.

Cuando llegó al lado mío, agarró mi muñeca y tiró de ella para arrastrarme hacia su habitación. Entró pegando un portazo detrás mío y me soltó al llegar. Se sentó en la punta de la cama y apoyó su cabeza entre sus dos manos. No se veía como si estuviese llorando, sólo estaba frustrada. Me senté a su lado y apoyé mi mano en su espalda mientras la acariciaba. En ese momento, ella se tiró hacia atrás mirando al techo y yo me acosté a su lado.

– Hey, Isa, esto no es tan malo como pensas. –dije mientras reía sin saber por qué.

Ella me miró al mismo tiempo que yo giré la cabeza para su lado, quedando a pocos centímetros.

– ¿A qué te referís? –dijo algo confusa. Su ceño se frunció y su boca estaba levemente abierta. Sus mejillas estaban algo sonrosadas a causa del calor y sus ojos estaban de un color miel muy claro. Era tan linda que podía observarla todo el día, toda la semana, todo el año y, si ella me lo permitía, toda la vida.

– Sí. Podrías estar conmigo. Puedo ser tu novio y tú serías mi mundo. –dije sin descaro al mismo tiempo que apoyaba mi mano en su mejilla y acercaba mi cara a la suya.

Ella sonrió mientras mordía su labio inferior. Miró mis labios y luego mis ojos. Eso era una buena señal. Relamió sus labios y a mi se me hizo agua la boca. Necesitaba probar sus labios o me iba a morir en este instante. Por suerte, ella se acercó primero y unió nuestros labios en un beso profundo, en el que plasmé todas mis emociones y sentimientos. Amor, pasión, desesperación, necesidad... Todo se encontraba allí.

goodnight n goWhere stories live. Discover now