ᴅᴏ ʏᴏᴜ ᴡᴀɴᴛ ᴛᴏ ʙᴇ ᴍʏ ғʀɪᴇɴᴅ? [ᴠᴇʀ. 2]

Despedida

- ¡Jimin! Joder, deja ese estúpido móvil y ven a ayudarnos - el grito histérico de la mujer hizo que el pequeño rubio de ojos azules bufase enfadado. ¡Estaba por ganar la última ronda!

Bloqueó sin ganas el móvil y se levantó de la cama, más bien de lo que quedaba de ella. Observó su entorno. Cajas aquí, ropa por allá, armarios blindados. Eso parecía más la mudanza de un agencia que de una casa.

Suspiró y se dirigió hacia donde se encontraba su madre. El salón de estar estaba igual o peor que su cuarto, y ni hablar de la cocina.

- Jimin, finalmente. Toma la caja que está al lado del refrigerador y llévala al camion. Luego ve a llamar a tu hermano. Apenas terminemos con las últimas cosas, partimos - informó la mujer dirigiéndose hacia el patio.

Jimin fue a buscar la caja. Esta estaba rodeada por cinta adhesiva, y la escrita grande y en rojo "Omelas" estaba estampada en uno de los lados.

Omelas sería la futura casa de la familia Park. El padre trabajaba en una grande impresa edil y logró llegar a un buen acuerdo, financiando esa vieja y sepulcral ciudad y ganando mucho dinero. Ya nadie vivía allí. Luego del último accidente de más de veinte años atrás en donde todos los habitantes habían perdido la vida sin dejar rastro alguno, nadie quiso entrar en la que las personas actuales definían como la "Ciudad maldecida". Todos creían que Dios había condenado a los habitantes. La razón, pues nadie la sabia. Muchos decían que las personas de Omelas eran tan inmundas que Dios ya no soportaba tantos pecados por parte de ellos. Y otros, como Jimin y su familia, creían simplemente que todo era una leyenda, inventada para asustar y entretener a los niños.

El rubio cargó la caja, que por el ruido que hizo supuso se trataba de vasos, al camión de la mudanza. Se quedó un buen rato mirando las otras cajas dentro al trasporte.

No quería mudarse, sus mejores amigos vivían allí, su novia vivía a dos cuadras de allí, toda su vida estaba ahí, en esa grande y linda casa que compraron sus padres cuando él tenía apenas unos meses de nacido.

Recordó el día en el cual su padre entró por la puerta del hogar después del trabajo, con una sonrisa amplia impresa en la cara y unos papeles en la mano. Jimin se encontraba cocinando junto a su madre, en medio de risas y bromas, mientras su hermano jugaba a los videojuegos en la sala.

La viva imagen de cómo su padre dió la noticia de su futura nueva vida seguía en su mente como si hubiera sucedido el día anterior, y no dos meses atrás.

Su emoción y alegría no fue compartida por el resto de la familia, a parte de un "me alegro por ti, tesoro" de parte de su madre.
Jimin comenzó a llorar y a maldecir a su primogénitor, mientras su hermano miraba atentamente la escena queriendo entender algo, pues no lo había hecho por estar jugando. Jimin salió corriendo a su cuarto luego de ser regañado por su padre. Se negaba a abandonar su hogar.

Pero toda esa tristeza y agonía se alivió cuando sus amigos y novia fueron a visitarlo el día siguiente. Las risas le hicieron olvidar por un momento las lagrimas derramadas durante la noche. Pero todo volvió cuando se quedó solo con su novia.

Era de noche. Se la habían pasado genial. Rieron y jugaron como cuando tenían siete años. Pero en la oscuridad de su cuarto, entre los brazos de Haseul, su novia, el rubio no pudo más contener esas lágrimas de dolor. Abandonar todo lo que tenía era demasiado para él.

El "todo estará bien" que su novia le brindó, seguido por una larga sesión de besos y mimos, lo ayudó a no pensar mucho. Aunque sabía que ya nada estaría bien. La extrañaría, mucho. Tenían apenas diecisiete años, pero estaba seguro que ella era el amor de su vida, su alma gemela, la persona que el destino eligió para pasar juntos el resto de sus vidas. Pero ahora parecía querer separarlos. ¿Porque? Eso era exactamente lo que Jimin no entendía. ¿Porque cuando todo estaba bien tenía que pasar algo para quebrantar la paz?