Celos

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Todo era demasiado duro.

Aunque al principio no lo parecía.

Alba llegaba a casa después de clase uno o dos días a la semana con Julia detrás, estudiaban y luego Natalia y ella pasaban un rato juntas antes de irse a la cama. La mitad de los días intentaba no volver a casa hasta que la estúpida morena se hubiera ido.

Y luego, de repente, llegó la semana de los examenes finales. 

Pensaba que en algún punto de todo este tiempo las paredes se habían hecho de papel, porque el nivel de ruido proveniente de la habitación de la rubia era ensordecedor. Risas, más risas, gritos apasionados, lo que fuera. Podría haber una manada de elefantes caminando por la calle y no se daría cuenta.

Natalia suspiró y arrancó otra página de su libreta. Llevaba casi todo el mes intentando escribir algo que fuera decente y que no le diera ganas de tirarse por la ventana. 

Dios, nunca debería haber dicho que iría a la puta noche de micros abiertos. 

Un sonido todavía más agudo sonó desde la otra habitación y Natalia lanzó la libreta a la otra punta. 

¿Que coño están haciendo?

En segundos, se levantó de la cama y salió fuera dirigiéndose a la puerta de Alba. Dio un golpe fuerte. 

Esto es ridículo.

Alba abrió la puerta con la cara roja, sonriendo como una idiota. Estaba un poco despeinada, con la camisa desabrochada y torcida. El estómago de Natalia se contrajo y resistió el impulsó de golpear la pared.

- ¿Qué pasa? - preguntó la rubia recuperando el aliento. Julia se rió desde su sitio en el escritorio de Alba.

- He pensado que debería venir y decirte que la gente desde China se está quejando del ruido que estáis haciendo - se burló la pelinegra. 

Alba le respondió con una mueca. 

- Eh, lo siento. Nos hemos dejado llevar un poco.

- Ya lo veo - la miró de arriba a abajo - Al menos intentar bajar el tono ¿lo haríais por mí? ¡No puedo concentrarme en lo que hago! - se giró sobre sus talones y desapareció en su habitación cerrando la puerta de golpe. 

Alba cerró la puerta suavemente y se volvió hacia Julia que estaba sacudiendo la cabeza con desaprobación. 

- Para ser justas, has sido tú la que ha dicho que no podría levantarte sobre mi cabeza - se rio la gaditana. 

- Lo que justifica que casi me hayas matado - le dijo Alba sarcásticamente, su sonrisa enchansándose por momentos. Julia se encogió de hombros. 

- No finjas que no estás impresionada.

Alba se sentó a su lado a regañadientes y reanudo las notas del libro de historia. Su piel todavía hormigueaba donde Julia la había tocado para alzarla por las caderas. Estaba enfadada, pero solo porque el contacto de su piel se había terminado. El momento se repetía en su mente constantemente. 

De repente, el teléfono de la morena cobró vida, asustándolas a ambas. 

- Oh, es hora de irme - gimió cansada la gaditana - Tengo que irme a recoger a mi madre al trabajo. 

Alba hizo un puchero y se puso de pie para que la otra chica pudiera salir del pequeño espacio en el que se encontraban. 

Julia cogió la mochila encima de la cama y metió sus libros sin mirar.

- ¿Te veré mañana? - preguntó Alba.

- Por si no te has dado cuenta, he estado aquí todos los días de este mes.

Atrévete a querermeWhere stories live. Discover now