Capítulo 25

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Al día siguiente me despierto tarde.

Intento levantarme de la cama, despacio, aunque no puedo reprimir un gemido de dolor al intentar incorporarme.

Ya de pié, salgo del cuarto y voy a la habitación de Tomás y compruebo que aún está dormido.

Vuelvo al cuarto, cojo el móvil y los calmantes que me recetaron y bajo a la cocina a por algo de comer.

Cojo un plátano y una manzana y me siento en la mesa de la cocina.

Después de comerme el plátano y de tragarme un calmante, le doy un mordisco a la manzana mientras cojo el móvil.

Compruebo con sorpresa que tengo unas cuantas llamadas perdidas de Marizza de ayer y un mensaje a las once de la noche.

Lo leo y me quedo atónito. No esperaba esto. Sé que le dije a mi madre que no dijera nada, pero no pensé en las consecuencias. Ahora Marizza se piensa que soy...

- ¿Algo interesante en el móvil?.

- ... ¿Qué?.

- Que si hay algo interesante en el móvil. Como lo miras tan fijamente.

- No..., nada, comprobaba si había mensajes.

- Ayer te perdiste una buena fiesta. –Dice Tomy abriendo la nevera y sacando un yogurt-.

- ¿Había mucha gente?.

- Si, estaban todos. Me ligué a una chica que estaba buenísima.

- ¿Viste a Mia y Marizza?.

- Sí. Estaban con sus chicos. Marizza me preguntó por ti.

- ¿A sí?..., ¿y qué le dijiste?.

- Nada, que estabas en casa de una "amiguita" y que no ibas a aparecer en toda la noche.

- ¿Eso le dijiste?. –Le digo molesto-.

- Si. Era lo más creíble.

- Ya. –Digo entre dientes-.

- Tienes la cara como un mapa, menos mal que es fin de semana y por lo menos te vas a poder recuperar un poco, pero, ¿y el lunes?.

- No voy a ir a clase. Ya llamaré a mi madre para que llame a Dunof diciéndole que esta semana no voy a ir. Si no te importa me quedaré aquí.

- Claro que no. Así tengo compañía. Venga, vamos al sofá, te tumbas y miramos un rato la tele.

- Llamo a mi madre y voy. Ayer al final no la llamé y debe estar preocupada.

Tomás se levanta de la mesa y se va de la cocina dejándome solo.

.......................

- Hijo. Menos mal que has llamado. Estaba preocupada.

- Tranquila, mamá, estoy bien. ¿Puedes hablar?.

- Sí, estoy en la habitación, sola.

- Bien. Fui a ver a papá y arreglé las cosas con él. A partir del lunes las cosas ya estarán solucionadas. Si no es así, me lo dices, pero estoy seguro que el lunes ya estará todo arreglado.

- ¿Pero cómo lo has hecho?.

- Tranquila, está todo bajo control. A partir de ahora no nos va a molestar más. Una cosa, no le digas nada a Franco que he sido yo quien ha arreglado las cosas.

- Pero hijo, ¿porqué?.

- Bueno, Franco es un hombre que tiene su orgullo, tú misma lo dijiste, y prefiero que piense que ha sido él y sus abogados quien han solucionado todo y no el hijo de su novia.

Al otro lado del océanoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora