2 "Celos"

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La aldea estaba en calma, como de costumbre. Pucca y sus tíos se encontraban platicando, ella les contaba todos los detalles sobre la boda, los chefs asentían a todo lo que ella decía.

El restaurante estaba por abrir, Dada ya había llegado y estaba depositando los menús en las mesas. En cambio, Pucca, no dejaba de dar vueltas en la cosina, las semanas pasaron y su prometido tenía que llegar ese día ya era un hecho.

– Tranquila, pequeña – hablo Ho, sacándola de sus pensamientos – no queremos un hoyo en el suelo de la cosina.

– Disculpa tío – se arrepintió la chica – por momentos olvidó donde estoy y lo que estoy haciendo. ¡Los nervios no me dejan en paz! Se que amaran a Kazuki, es un hombre encantador.

– Entonces ya calma, Pucca.

La azabache respiro hondo y tomo una de las libretas para luego salir de la cosina e ir a atender a los clientes.

La jornada pasaba rápido, hace días que Garu no aparecía por el lugar y eso le evitaba muchas charlas incómodas, ya que cada vez que se encontraban él trataba de entablar una conversación y esto a la chica le parecía muy extraño, nunca el ninja de coletas se había mostrado tan amable con ella en todo el tiempo que se conocían y ahora, de la nada, se mostraba tan atento y servicial.

Un par de horas antes de que el lugar cerrara sus puertas, Tobe llegó con tres de sus ninjas y tomaron asiento en una de las mesas, miraron el menú, luego de un rato Pucca se acercó a ellos para tomar su orden.

– ¡Pucca! – dijo uno de los ninjas.

Tobe levantó la vista del menú y le sonrió.

– ¡Oh! Hola Pucca, tanto tiempo – dijo el ninja de la cicatriz.

– Hola Tobe – la azabache sonrió en respuesta – si, a pasado mucho tiempo desde la última vez que nos vimos.

– Ni que lo digas, aún recuerdo bien el último golpe que me diste ese día – recordó con una sonrisa ladina.

– Perdón por eso, a ti y a tus ninjas – el rostro de la azabache demostraba lo arrepentida que se encontraba de sus acciones pasadas – Era muy joven e inmadura, creía que con todo lo que hacía obtendría el amor de Garu – se rió ante lo último que dijo – joven e ilusa.

– Sigues siendo muy joven ¿Cuántos años tienes? ¿21? – Tobe sabía exactamente la edad de Pucca pero quería alargar un poco aquella charla tan amena.

– 23 – lo corrijo la azabache mientras volvía a reír

– Pues no lo pareces, tu piel es tal hermosa como la de una quinceañera.

– Me alagas, Tobe ¿Que van a ordenar?

Tobe estaba a punto de decir algo, pero el sonido de la puerta abrirse estrepitosamente llamó la atención de muchas de las personas que se encontraban en el restaurante, entre ellos Pucca y las personas de la mesa que estaba atendiendo.
Un hombre con una maleta se encontraba parado en la puerta ya cerrada. Sus rasgos eran levemente diferentes a los de las demás personas en la aldea, demostrando de esta forma que era extranjero, lo que más lo delataba eran sus ojos más rasgados a los costados, causando que parecieran más pequeños.

– ¡KAZUKI! – el grito de Pucca lo escucharon todos los presentes, vieron el momento el que arrojaba la libreta y corría a los brazos de aquel hombre desconocido para todos; no solo corrió a él, sino que este la recibió con los brazos abiertos y con un beso en los labios cuando llegó a su destino.

El ambiente era extraño, nadie esperaba que esa persona tan normal y ordinario fuera el prometido de la chica más hermosa de todo Sooga. Era un pensamiento frívolo y cínico, pero todos al verlo creyeron que no era lo suficientemente bonito para estar con ella.
Pucca, por su parte, estaba feliz y sonriente; tomó la mano de su prometido y lo guío hasta la cocina, no sin antes decirle a Dada que se encargara de la mesa de Tobe y sus ninjas.

Un Nuevo Comienzo (Tobecca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora