06

628 87 32
                                    

Sexto paso: No le digas cosas lindas.

La relación entre Fliqpy y Splendid iba en subida. Ellos estaban siendo más unidos, ahora que los amigos del mayor empezaron a confiar un poco en el peliverde. Por ello, el tiempo que pasaban juntos aumentó. Es mas, ahora Fliqpy estaba integrándose de poco a poco en el círculo social de Splendid, y eso lo alegraba. Verlo relacionarse con sus amigos lo hizo sentir bien, y fue mejor cuando sus amigos empezaron a aceptarlo poco a poco.

—Eres agradable, Fliqpy —respondió Splendid cuando el de orbes amarillos le preguntó el por qué sus amigos ya no huían de él.

Ambos se hallaban sentados en la misma vieja banca, en donde Splendid contempló a Fliqpy en su estado más puro. Y ninguno estaba incómodo; ellos sentían grato el ambiente. Y el peliverde comenzaba a darse cuenta de la situación. Ya no se sentía solo. Y eso... no lo hacía sentir mal, se podría decir que, él era ¿feliz? Sí. Feliz. O algo así.

—No creo ser alguien agradable. Podría saltarte encima y darte una paliza casi mortal. Eso no hace alguien agradable —aceptó mientras se encogía de hombros.

Splendid lo miró con reproche. Vamos, ¿cómo es que no se da cuenta de lo buen sujeto que es?, le recriminó internamente. Estuvo a punto de responderle, pero el de lindos orbes lo interrumpió.

—En cambio, tú eres encantador. Todos aquí te aman.

Y Splendid no pudo evitar que su rostro ardiera. ¿En serio Fliqpy pensaba eso de él? Sentía que en cualquier momento explotaría de júbilo.

—Tú también tienes tu encanto, Fliqpy. ¿Sabes? Me gustan tus ojos —confesó, sin darle mucha importancia—. La verdad es que ese color peculiar que tienen me dejaron encantado, ¡oh! y todo tú. Creo que eres completamente mi tipo. Eres guapo y rudo pero también eres sensible; aunque trates de ocultarlo —admitió, avergonzado así al menor.

—No digas eso, tarado —murmurró, evitando mirarlo, pero sin bajar la cabeza. No se mostraría débil.

Pero Splendid se tomó la confianza para seguir molestándolo más. Si era sincero, le gustaba ver al contrario avergonzado; aunque eso conllevara a una sesión de golpes, después. Luego de unos cuántos cumplidos, coqueteos y dulces palabras, Fliqpy creyó que no podría aguantarlo más.

— ¿Recuerdas que, hace un momento, dije que podría darte una paliza casi mortal?

—Sí —respondió, un poco miedoso. Ya sabía a dónde se estaban dirigiendo.

—Ahora lo estoy pensando seriamente —murmurró, sonriendo con malicia; pero al ver la cara temerosa del contrario esa sonrisa se convirtió en una, más bien, nerviosa—. Yo... quiero decir que quiero golpearte, pero no de manera mortal. Ya sabes...

Y ahí estaba otra vez un Fliqpy avergonzado. Splendid no podría estar más feliz ahora.

—Entiendo.

Seguido de sus palabras, el de ojos azules se acercó más al menor; pero no fue tanto debido a que todavía mantenía en su mente el paso número cinco: no acercarse demasiado. Él buscó la mirada contraria, sonriendo burlón. Luego de muchos intentos fallidos, fue Fliqpy quien volvió a juntar sus miradas.

—Splendid, no me digas cosas lindas, en serio —dijo, sintiéndose cohibido, sonando como si encontrara eso desagradable; pero esa no era su intención—. Me confundes —murmurró eso último demasiado bajito como para ser escuchado. Y luego se marchó.

Fliqpy creyó que Splendid había escuchado eso último, pero no fue así. Él sólo había oído lo primero, y eso sólo le provocó una punzada en el pecho y estómago, ¿había hecho algo mal?

Guía de conquista ───〔s + fq〕Where stories live. Discover now