20 de octubre del 2010

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ROGER

Mi impresión era tan grande que aún negaba lo que mis ojos veían, el lápiz se movía solo mientras una serie de preguntas se respondían, ¿es que acaso es una broma?

Me preguntó si era un ángel, parece que realmente estuviera hablando con un niño, pero ¿cómo puede ser?, ¿qué sentido tiene?, ¿está muerto? Me dijo que no era un fantasma, que era nada menos que Dylan... El niño desaparecido, pero si estuviera vivo tendría veinte años y si estuviera muerto... No hay un cuerpo, pero ¿me escribe? Parece que me estoy volviendo loco.

Dejé de responderle y admito que es porque necesito racionalizar esto, necesito hablarlo con alguien antes de perder completamente la cordura.

Agarré el teléfono sin pensarlo demasiado y llamé a John, pero un mensaje de su buzón de voz fue lo que escuché del otro lado de la línea.

"¡Hola! Soy John, en este momento debo estar resolviendo un caso importante, deja tu mensaje después de la señal... Piiiiiiiii"

—Cuando escuches este mensaje, por favor ven amigo, necesito hablarte. —Sé que sonaba un poco desesperado y quizá le preocupe, pero juro que intenté ser cortante y lo menos llamativo posible.

Corté el teléfono y bajé las escaleras, necesito comer algo para no caer desmayado en cualquier momento, saqué mi café negro y lo preparé junto a un pedazo de pan con mantequilla, necesito pensar en algo, dejar la cabeza fría para poder analizar, es primera vez que se me hace tan difícil.

Comencé a recorrer nuevamente el interior de la casa, repasé la sala, pensé en la maseta que se quebró y en la sangre que salía de mi frente, traté de recordar mientras mis pasos se dirigían a la sala, todo seguía de la misma forma.

Al llegar a la cocina siento un ruido extraño, como pequeños pasos corriendo, arrancando. Una imagen viene a mi mente, la habitación que necesita llave en el segundo piso, esa habitación cerrada y misteriosa, me dispongo a subir para verla y suena el timbre... <<Es John>>, me digo a mi mismo mientras me apresuro a abrir la puerta de la entrada.

—Vine apenas escuché tu mensaje —dijo entrando atropelladamente a tomar asiento. Se veía cansado, como cuando se lleva un mal caso sobre los hombros.

—Discúlpame John, sé que estás ocupado... —Me interrumpió para decir que él mismo me había hecho el ofrecimiento de estar disponible, así que proseguí—. Han pasado cosas que no tienen explicación en esta casa —le dije sin tapujos.

—¿Cosas como qué? —Me miró extrañado.

—Tú debes creerme, John —le dije con cierta tristeza... <<Es imposible que me crea>>, pensé mientras cuidaba las palabras que pronunciaría a continuación.

—Me comuniqué con Dylan a través de la libreta de su habitación. —Lo vi de reojo, mientras él apoyando su mentón en la mano se quedaba en silencio, arqueando una ceja—. La verdad, no sé si realmente es él, si es mi mente o algún espíritu que deambula en esta casa, pe... Pero, el lápiz se movió solo. —Tartamudeé.

John se levantó y acercó su pesada mano a mi espalda dando unas palmadas.

—Amigo estás muy cansado, mira ahora estoy en algo importante, detrás de ya sabes quién, pero mañana vendré a verte otra vez. Quiero que descanses, al menos tómate un día libre hombre. Si aún sigues pensando que algo te está persiguiendo mañana, traeré a alguien que nos ayude.

Me entristecía el hecho de no poder ayudar a John con su caso, siempre le ayudaba a resolver el enigma, después de todo, sus conversaciones también me ayudaban a mí en cierto sentido.

—¿De qué hablas?, ¿a quién traerás? —pregunté confuso.

—Tranquilo Roger, es sólo por si lo sigues pensando, ahora vete a descansar, yo cerraré todo aquí.

John se fue sin decir más y yo no quise interrumpirlo, pues como dije, se ve que está cansado y por qué no decir preocupado por su caso.

Ya en el segundo piso me quedé mirando aquella habitación que estaba cerrada, como era de esperarse; de todas maneras, intenté abrirla a la fuerza, provocando ruidos incontenibles, pero no se abría.

Golpeé por instinto dos veces y mi sorpresa al escuchar una respuesta estremeció todos mis sentidos. Se escucharon tres golpes al otro lado de la puerta, me alejé en cuanto los oí y me retiré para sentarme al borde de la cama del pequeño Dylan Harris.

No entendía por qué me estaba pasando esto, realmente mi mente me está jugando una mala pasada, de verdad espero que John tenga razón y sólo sea cansancio, mañana debería estar mejor.

Entre tantas suposiciones y pensamientos miré hacia el escritorio del rincón, me acerqué sigilosamente como si alguien pudiese estar esperándome al acecho, miré casi ocultando mi rostro con las manos, y he ahí una frase que otra vez me producía escalofríos:

¿Está usted ahí señor?

En primera instancia pensaba que era mejor no responderle nada, pero mi escepticismo y ganas de comprobar cosas de forma racional, casi obsesivamente me ganaba... Así jamás lograría descansar del todo.

Quiero que compruebes lo que dices, quiero que me demuestres que tú eres Dylan Harris.

El enigmático caso de Dylan HarrisTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon