29 de octubre del 2010

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ROGER

—Contaminaste las pruebas, idiota —dijo en son de burla—. ¿Cómo pudiste cometer ese error?

—¿De qué hablas John? —respondí incrédulo—, sabes perfectamente lo profesional que soy.

—Si, pero seguramente pasaste por alto que estás viviendo ahí. Cualquier cosa que te pase se reflejará en las forenses. ¡Dios mío, Roger! —Retumbó su voz en el teléfono—. Apareció un poco de tu sangre ahí, pero te tengo una buena noticia, aunque en realidad no sé si tan buena....

—Ya dime de qué se trata y deja de darte más vueltas. —Regañé a mi amigo, como en los viejos tiempos.

—Había rastros de la sangre del pequeño Dylan Harris, lo que nos incita a pensar...

—Que está vivo. —Le interrumpí.

—Si y no, Roger. Tú sabes cómo son las cosas. Pero la sangre está fresca, por lo que para explicarlo se te hará un lío, ya sabes.... No tiene mucho sentido. —John expresaba preocupación por todas partes—, además es mi deber advertirte que puede que el chico si estaba vivo ya no lo está, tú sabes que el asesino... —Sus palabras daban vueltas en mi cabeza y no podía permitir escuchar lo que estaba a punto de decir John.

—Ese asesino no le ganó a Dylan. Es un chico fuerte y sabe cómo defenderse. De seguro tuvo que caerse o algo, nada más. —Lo interrumpí nuevamente.

—¿Y la cuerda? ¿La máscara?

—Eso queda para mi investigación, no te entrometas. —Fui cortante— Gracias por todo, John.

Luego de colgar el teléfono se me erizaron los vellos del cuerpo. Sabía que me estaba negando a una posible realidad, pero ese niño no podía morir, no en mi guardia. Además, si estuviera muerto, ¿quién habría dejado aquellas cartas encima? Definitivamente algo le había pasado, pero ya habría tiempo de contármelo.

Apunté todos los resultados en mi libreta de notas. Cuando estos llegaran físicamente o me dignara a ir en su búsqueda los archivaría junto con las demás pruebas. Por ahora, prefiero que John se encargué.

Comencé a dar vueltas en la casa tratando de asimilar toda la información de estos últimos días. Reflexioné sobre la Sra. Harris y se me ocurrían muchas ideas para resolver aquel tema, demasiadas ideas, a decir verdad. Así que comencé a anotarlas también para poder ir filtrando.

Se me ocurrió que la única forma de llegar al amante de la Sra. Harris era investigando al padre de Dylan. Tenía que haber otras pistas, definitivamente las habría.

Me dispuse a buscar en la habitación que antes estaba con llave, pero ahora se encontraba a mi completa disposición. 

El enigmático caso de Dylan HarrisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora