Capítulo 35

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A lo largo de los días, Sam no apareció en los atardeceres, los veía sola o acompañada de Peter o alguno de las chicos, parecía haberse olvidado de mi y de todos sus amigos, según Vero, sus padres la llevaban a fiestas, cenas, desayunos, meriendas o almuerzos de negocios, Vero también nos contó que ya no iba a trabajar, prefería ir a esas cenas importantes con gente importante.

Karol: ¿Sam tampoco vendrá hoy?- Vero niega.

Vero: ¿Estás bien?- susurra.

Maddie: Si, solo un poco cansada- asiente.

Vero: ¿Segura? ¿No quieres hablar?- niego rápidamente.

Maddie: Creo que me voy a casa- todos me miran extrañados- no me encuentro muy bien.

Peter: ¿Necesitas que te lleve?- niego.

Maddie: Me vendrá bien andar- no digo nada más y me voy.

Caminando por las calles de la isla, todo me recordaba a Sam no había ninguna calle por la que no habíamos pasado, ella parecía otra persona ahora, el dinero le ha hecho perder su encanto.

Llegue a mi casa al borde de las lágrimas y antes de entrar escuché su voz.

Sam: Hola- me doy la vuelta y está con una sonrisa.

Maddie: Ah, hola- la miro de arriba abajo, iba bien vestida.

Sam: ¿Quieres ir a cenar? Conozco un restaurante bastante bueno- niego.

Maddie: Ya he cenado- su sonrisa se mantiene, en cambio yo estaba realmente sería.

Sam: Quieres dar una vuelta o...- niego.

Maddie: Seguro que tienes algo mejor que hacer ¿no es así?- me mira extrañada.

Sam: No...¿Qué te pasa?- pregunta cínicamente.

Maddie: ¿Qué me pasa a mi? Que te pasa a ti Sam, mírate ¿en qué te has convertido? En la marioneta de tus padres- entra en el jardín.

Sam: No soy la marioneta de nadie, sigo siendo la misma persona- niego.

Maddie: No, la Sam de la que me enamoré era humilde, cumplía sus promesas- estaba apunto de llorar.

Sam: Puede que haya estado ocupada, es mi trabajo...- la interrumpo.

Maddie: No Sam- niego- tu trabajo no es ir a esos sitios, no es conocer a empresarios y hablar de negocios, tu trabajo es salvar animales- niego mirándola con asco- no te reconozco Sam, has perdido tu encanto, te has convertido en lo que más temías- suspiro- ¿Sabes lo que me gustaba de ti? Tu forma de ser trabajando, recuerdo ese día en la clínica el día que estaba trabajando contigo, sonreías cada vez que hacías algo bien, cada vez que encontrabas la solución a lo que le pasaba a cualquier perro o cuando arrugabas la frente cuando no lo encontrabas- niego con la cabeza- lo hacías de forma desinteresada y eso es una de las miles de cosas que me gustaba de ti- nos miramos con lágrimas en los ojos- ¿Dónde quedaron las promesas Sam? Se supone que irías todos los días a ver el atardecer conmigo, pensé que ese día cuando vimos el amanecer querías una segunda oportunidad, pero ¿sabes que?- mis lágrimas se caían- quién hace algo dos veces puede hacerlo tres o cuatro, incluso diez- paso mi mano por mis mejillas limpiando mis lágrimas.

Sam: Yo... iba a ir pero...- suspira.

Maddie: No tienes ninguna excusa- presiono mis labios intentando que no salgan más lágrimas- me alegro de que te vaya bien, que vuestro negocio se esté expandiendo, sólo espero que aún recuerdes como se ponía una inyección- me doy la vuelta y me meto en casa, me dejo caer en la puerta y empiezo a llorar de nuevo sin parar.

Verano en MaldeaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora