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Luego de haberse tomado cuatro latas, Jerome terminó dormido sobre la cama de Adonai. Adonai iba ya por su octava lata y aun se le veía bastante despierto.

Estaba sentado frente a la ventana, con la novena lata en una mano y su quinto cigarro encendido en la otra. Tenía la frente apoyada en el vidrio, y sus ojos contemplaban la torre Eiffel.

"¿Por qué hoy no estás filosofando?" pregunta Antoine, acostado en el sofá. El televisor estaba apagado, por lo que la única luz que brindaba visión eran las farolas y la luna. Adonai lucía precioso ahí sentado, embobado. "Cada noche me mandabas un mensaje con algún pensamiento bobo, y ahora estás callado..."

"Estoy cansado", se excusó con una pequeña sonrisa. Dejó la torre Eiffel por girar a ver al más bajo. Sus grandes ojos verdes eran débilmente iluminados por la luna. "Pero si quieres que hable entonces hablaré, y será de manera melosa, poética y cursi."

"No hagas eso", se lamentó riendo bajito, cubriendo su perfecto rostro con el cojín.

"No te cubras entonces, deja que te vea."

"Tienes la torre más romántica frente a tus narices, Adonai, mira eso mejor."

"Esa torre es una porquería al lado tuyo." Tambaleante se levantó de su asiento. Apagó el cigarro en la pared sin importarle joder la pintura del muro, y dejó la lata en el marco. Se acercó a Antoine y le apartó el cojín del rostro. Sus ojos se encontraron. No podían ver demasiado a su alrededor. "Tú eres tan hermoso, y perfecto..."

"Estás borracho, Adonai."

"¿Qué importa? Mañana cuando esté sobrio seguiré pensando en lo perfecto que eres. En lo hermoso que eres a comparación de esa torre de mierda."

"Adonai..."

"Las almas en crisis de los parisinos han hablado conmigo através de esa ventana montón de veces, Antoine. Les he hablado de ti y tus hermosos ojos verdes olivo, de tu piel tan suave y perfecta de tu barba siempre recortada y tan bien cuidada, de la forma de tu rostro y lo mucho que amo tomarlo entre mis manos, de tus labios, tan rosados, gruesos. Les he hablado sobre lo mucho que se me apetece devorar esos labios, ¿sabes? Y ellos se han reído de mí por ser un pobre iluso. Incluso ahora, que te tengo frente a mí, no dejo de pensar en que eres demasiado perfecto para ser real..."

"No soy tan perfecto, Adonai."

"Lo eres todavía más. Cada maldito rasgo tuyo parece hecho por dioses. Y luego tu personalidad... Dios. Me encantas tanto, Antoine. Te amo, de verdad. No bromeo cuando digo que me gustas mucho."

"Esto no puede ser así para siempre, Adonai."

"Me importa una mierda incluso si dura solo un segundo, Antoine. Eres tan malditamente perfecto que el simple hecho de compartir mundo contigo es un puto privilegio para mí."

"Eres tan exagerado... No puedo creer que me gustes tanto."

"Tengo tanta suerte al ser correspondido por ti." Se contuvo las ganas de besarlo con tal de no incomodarle con su sabor a alcohol y tabaco y nicotina. De por si debía molestarle el olor tan fuerte justo frente a él, ni hablar de cómo se sentiría si lo besara así.

Pero, en su lugar, fue Antoine quien lo besó.

Filosofía De Vida Para Noches de InsomnioOù les histoires vivent. Découvrez maintenant