Capítulo Penúltimo

3.1K 298 89
                                    

   La puerta corrediza se abrió de golpe. Shizen al oír aquel sonido, se imaginó que Masamune venía a morder su piel para curar sus heridas. Como ya estaba acostumbrada de estar encadenada en esa habitación pequeña y oscura, se limitaba a abrir los ojos y a ver a su captor. Con lentitud empezó a subir la manga de su bata antes que este llegase a ella y la maltrate. Todavía recuerda el día que fue arrojada a esa habitación, lejos de las pocas personas que habitaban el castillo. Su castigo se debió porque no quiso acostarse con el Lord del Norte. Y este al darse cuenta por la misma boca de la joven sacerdotisa, que si perdida podía su virginidad, todos sus poderes curativos se desaparecerían, así que optó por encerrarla ahí para controlar su calentura hacia ella. Para Shizen su vida había terminado desde que vio arder el templo de los monjes, ellos fueron su única familia. Ni su madre, la madre naturaleza, la ayudaba a salir de ahí. Ya había dejado de creer en todo, hasta de que su amado algún día podía venir a rescatarla.

Aún con los ojos cerrados esperó la mordida que chuparia su energía. Indra la veía encadenada con una gruesa cadena de metal, su piel deñada y demasiado delgada. Solo la cubría un bata blanca desgastado que le llegaba por encima de las rodillas. No podía ver sus hermosos ojos porque ella se mantenía con ellos cerrados. Desde hace mucho años, no había sentido lo que sentía en eso momentos: pena por un ser inferior a él...

No dijo nada, solo se acercó a ella, y con su afilada katana; sacadola de su funda, cortó la cadena de un movimiento canalizado con chakra. La joven sacerdotisa al escuchar el sonido de la cadena se estremeció y antes que pudiera abrir los ojos para ver lo qué tramaba Masamune, sintió unas manos heladas en los costados de su rostro. Escalofrío recorrió por todo su cuerpo con aquel contactó.

Abrió los ojos, y sus enormes ojos esmeralda se dejaron ver. Veía a su amado otra vez. Sonrió y dijo:

—Hasta despierta sueño contigo...

Los ojos de Indra ya no tenían el Sharigan activado.

—No soy un sueño, soy yo.

La sonrisa de Shizen se borró de su rostro. No podía creer lo que pasaba. Quiso hablar pero la felicidad no la dejaba. Ahí estaba su amado, más maduro y más guapo. Soltó un llanto de felicidad y su bella sonrisa volvió a su rostro.

—¡¿Has venido por mí?! —Lo tomó de los hombros y lo abrazó con mucha fuerza. No pensaba dejarlo ir. Todos estos años lo amo, y así lo amaba con todos sus defectos.

Indra quería aclarar que no había venido por ella, en primer lugar, sin embargo, eso cambiaría la felicidad de la joven sacerdotisa.

—Vamos... —La cargó entre sus brazos, y ella se aferró más a él.

—Te amo, Indra, sabía que vendrías por mí.
—Hundió su rostro sobre el cuello de su amado y volvió a cerrar los ojos.

El Uchiha se quedó ahí en silencio pensando que haría con ella. Él aún pasaba por pensamientos confusos sobre sus sentimientos hacia otros seres. El humo empezó a entrar a la pequeña habitación, y supe que debía salir de ahí. Antes de salir, cubrió a la joven sacerdotisa con la manta que estaba al lado del fotón. La cubría bien, no quería que sus subordinados la vieran casi desnuda y en mala estado.

Llegando a lo que sería la fortaleza Uchiha, Shizen fue atendida por una mujer de alta edad, quien era la madre de uno de los subordinados de Indra. Solo le hacía falta comer bien y darse un buen baño, todo lo demás se le dejarían al tiempo a sanar. La joven sacerdotisa por tanto estar capturada en aquella pequeña habitación seguía confundida por lo que pasaba a sus alrededores. Los días fueron avanzando y supo que tenía que adaptarse a su nueva vida junto con su amado, quien de un día a la mañana, les dijo a los demás que ella era su mujer, mas ella no lo sabía. Todos aceptaron pero a la vez les extraño cómo una sacerdotisa que salió de aquel castillo pudiera sacarle una sonrisa al líder.  También se murmuraba entre ellos que ella era la "medicina", pero nos les costaba que sí fuera, ya que el mismo Indra, le había dicho a Shizen que no usará sus poderes curativos enfrente de nadie. Ella aceptó, pues pensaba que su amado lo hacía para bien de ella. La interacción de ambos era a puertas cerradas o en lugares ocultos de los demás. Shizen seguía ingenua a el pasado y presente, pues ella no sabía que las pocas mujeres que vivían ahí, eran las antiguas amantes de Indra, este se encargó de colocar a todos en Genjutsu para manipular sus memorias. Él no quería lastimar a la mujer que lo veía con diferentes ojos que al resto, quienes lo consideraban un líder.

Amor De Sacerdotisa [Completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora