Capitulo 4

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Alexander

Cuando Alise supo que dentro de poco se casaría y se convertiría en la nueva reina de Inglaterra no a parado de terminar su vestido de novia y arreglar las cosas para la boda. Quiere que se la mejor boda de toda la realeza Europea, que se vea en millones de televisores, que la gente salga a las calles y que se den el típico beso en el balcón de Buckingham. Pero Alexander no siente lo mismo. Se supone que también los hombres deberían de emocionarse por lo menos por una gran fiesta y porque tendrá una despedida de soltero épica, pero el no lo está. No le agrada mucho la idea de casarse, quizá la obligación de tener un heredero es lo que lo lleva a aceptar el matrimonio, pero Alexander solo quiere ser un rey sin ningún heredero que lo moleste porque corre por los pasillos, odia a los niños y de eso no hay duda alguna.

Para alejarse de los planes de la boda y amantes molestas, acepto buscar a Vanessa. El cariño por su abuela es tan grande que literalmente lo está obligando a buscarla. Se tomó el día libre, se levantó muy temprano cuando el sol apenas salía, dejo desnuda en la cama a su amante, ordenó comprar ropa... más sencilla, de esas prendas baratas que no llaman la atención y le dolió tener que dejar los trajes costosos y las joyas o no podría buscarla por llamar la atención.

El primer lugar al que fue a buscarla era su antigua casa de Zurich. Bajó de su camioneta y el frío viento de los Alpes golpeó su rostro pero no impidió que se acercará a la casa que por un tiempo había sido su único refugio de la Corona. El jardín sigue intacto, la casa sigue igual, escondida entre los paisajes suizos. Sonrió al recordar como por las noches entraba por la ventana de su cuarto y la encontraba dormida entre libros y se deleitaba mirándola. Su vista fue directamente a la ventana pero ahora esta cerrada. Tocó en varias ocasiones a la puerta pero nadie contesto.

Realmente no espera que lo reciba con alegría, de hecho es muy seguro que lo odie hasta la muerte y está seguro de no ser bien recibido. Miró por las ventanas pero todos los muebles están cubiertos por una sábanas blancas. Alexander sabe que no desea verla, de verda que no quiere volver a encontrarse la nunca en su vida. Durante estos años entendió que ninguna mujer es indispensable y si ella no quería ser parte de la realeza, entonces no lo queria a él y no podían estar junto. De todas formas solo va a contratarla, como a una simple empleada, no es como si fueran a tener sexo de nuevo.

— ¡Oh querido! —  exclamó una anciana paseando a su perro —  Ahí no hay nadie, hace tiempo que se cambiaron de casa y solo vienen de vacaciones —

Se sorprendió de no ser reconocido como un miembro de la realeza, pero aprovechó su nueva situación para obtener información.

— Yo era paciente de la Doctora ¿Sabe dónde está? —  pregunto. La señora sonrió amablemente. — La necesitó —

—  Claro, hace tres años que se mudaron a Boston, ahí es donde puedes encontrarla — 

¿Boston?

Se molestó al pensar que durante este tiempo seguiría siendo la misma mujer, pero fue un idiota, incluso cambió de país, eso quiere decir que quería olvidarlo y el también la olvido, sus caricias, el olor de su cabello y sus ganas de platicar todo el tiempo. Quizá sea una misión imposible tocar su puerta y convencerla para que opere a la reina, pero debe intentarlo.

Con una sola llamada y en menos de una hora su avión privado estuvo preparado en el aeropuerto de Zurich. Durante el vuelo tomó unas copas de vino y pensó en su encuentro.  No puede ocultar que esta un poco... nervioso. Al igual que un estúpido adolescente. Es la única mujer que puede generar esa sensación en su cuerpo, más aun, cuando durante estos tres años no a podido dejar de preguntarse que paso con el bebé, si ese mismo que abandonó, ese que no quería, ese que puede ser un heredero a la corona que no es reconocido.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Where stories live. Discover now