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Lugar: si bien es una leyenda extendida en Brasil, Paraguay y Bolivia, tiene su origen en la Mesopotamia argentina.
Origen
El Lobizón (del portugués Lobisomen) Lobisón, Juicho, Luisón o Luisõ hace referencia a un personaje propio de la mitología guaraní, el cual guarda similitudes con la leyenda europea del hombre lobo.
El Lobizón es el lobo-hombre en Argentina. La leyenda tiene su origen en las leyendas de werewolves de Alemania. Los inmigrantes trajeron estas historias de sus países y se mezclaron con las leyendas indígenas formando una nueva.
La Leyenda
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Se cree popularmente que cuando una familia tiene siete hijos varones, el último será lobizón.
Parece ser que el séptimo o noveno hijo de un linaje con ininterrumpida descendencia de un solo género (siempre varones o siempre mujeres) puede venir al mundo poseyendo la maldición de transformarse en lobo u hombre lobo al llegar a una cierta edad, generalmente al llegar a la adolescencia. Si es mujer será bruja y si el séptimo hijo es varón será lobizón. La transformación ocurrirá por la noche, en puntos aislados y solitarios. El mal del sujeto se habría mostrado, primeramente, a través de una gran melancolía. Y un detalle importante: si es un varón, alternará condición humana y condición de lobizón. En cambio, si se trata de una mujer, la metamorfosis, mientras dure, será definitiva.
La representación más frecuente del Lobizón transformado es la de un perro negro y grande con orejas desproporcionadas que le caen sobre el rostro y con las que emite un fuerte ruido. Sus patas terminan en pezuñas como si fueran de cabra. A veces parece tener mezcla de cerdo o burro.
A diferencia del hombre lobo europeo que aparece con la luna llena, el Lobizón se convierte a las doce de la noche de los viernes, y a veces también los martes. Antes de que esto ocurra, el hombre se aleja de los poblados y de la compañía de sus semejantes y se refugia en la oscuridad de los montes. A la hora señalada se quitará la ropa y dará tres vueltas sobre sí, de derecha a izquierda, mientras reza un credo al revés.