Prólogo

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~AMÉLIE~

Todo iba demasiado rápido. El verano acababa de pasar y no había tenido tiempo ni para respirar. Era exasperante a veces, la verdad. Haberse cogido casi tres meses y medio de prácticas era, sin duda alguna, una elección salvaje, que pocos se atrevían a coger, pero Amélie lo consideraba como un imprescindible si quería llegar a ser de las mejores. 

Ahora bien, el haberse pasado todo el verano trabajando, sin ningún momento de relax, de descanso, no la dejaba con muchas ganas de empezar el nuevo curso en tres días. Había sido, precipitado, sí, esa era la palabra.

A penas había podido estar en casa una semana, que ya tenía que verse haciendo la maleta para instalarse en su apartamento cerca de la universidad en donde asistía.

Las prisas, como ya se sabe, nunca son buenas, y es por eso que ante todo la joven intentaba mantener el control, respirar hondo y procurar no angustiarse ante la mínima. Le esperaba un curso potente, con grandes proyectos para realizar. No podía negar que no le daba impresión, pues sí le daba, y mucho, pero ya se había estado mentalizando a lo largo de estos tres meses y medio, al acabar el tercer curso. Debía afrontarlo con la mayor madurez posible.

Los últimos tres días le resultaron cortos y fugaces, en un abrir y cerrar de ojos se encontraba en la estación despidiéndose de su familia y cogiendo el tren que la llevaría a su universidad.

El trayecto, en un principio, parecía ser de lo más estándar, como cada año escogería una buena playlist y se dejaría llevar por la dulce melodía o bien, se deleitaría con algún libro que siempre procuraba llevar a modo de salvación para posibles viajes infernalmente largos, como, véase aquí, el presente que esta haciendo. Porque sí, el trayecto desde su casa hasta su universidad eran unas 2 horas y media. Fue por eso que opto por irse a vivir allí durante todo el curso, habría resultado muy desalentador el tener que haber hecho tal viaje cada día.

Pero, no todo es lo que esperamos que sea, y esto se aplica a este trayecto, que no, que no fue como el de los pasados 3 años,  por una única razón.

Porque se encontró con él. 

~TAEHYUNG~

Despedirse de sus padres y hermanos había resultado mucho más complicado de lo que esperaba. Debía repetirse una y otra vez el motivo de su marcha, de su objetivo. No podía corromperse, tenía que seguir hacía adelante, sino ¿de qué habría servido el haber luchado tanto? De nada.

Tras lágrimas, abrazos y besos, Taehyung se embarca en el viaje más aventurado de su vida. Las horas de avión resultaron tediosas y largas. Tuvo tiempo para dormir, escuchar música, leer...todo como en bucle. Cuando se hartaba de leer, pasaba a la música, cuando se le nublaba la vista del sueño, dejaba la lectura, si le molestaba la música, la apagaba y se ponía a dormir. Una vez se aburría de cabecear, volvía a pillar el libro, se sumergía en la historia, hasta que le aborrecía, entonces se ponía los cascos, y ya podéis imaginar cómo sigue.

Después de once horas y pico, eternas, aburridas y dolorosas, puesto que los asientos no eran lo más cómodos del mundo,  aterriza el avión en la estación de París.

Taehyung baja del avión con la sensación que todo lo que lo rodea es ajeno a él, pero a la vez muy suyo. Le reconforta el sentimiento, le hace sentirse menos lejos de su hogar.

Ya con equipaje en mano, teniendo muy bien estudiado sus pasos, se dirige hacía la estación de trenes. Para ello, la única forma de llegar requiere coger un taxi, de tal manera que se sube en el primero que ve aproximarse.

Para su gran contento, el taxista le comenta lo sorprendido que está al oír lo bien que habla el francés, sus palabras textuales fueron: "Vaya, si no le hubiese visto, habría jurado que es francés joven. Le felicito, debes tener mucha facilidad para los idiomas". Para Taehyung esto no fue más que una gran satisfacción. No se quito la sonrisilla en todo el trayecto hasta que llegaron a la estación. 

Una vez en esta, calculó la hora en la que debía pasar el tren y viendo que aún le quedaba tiempo, aprovecho para sacar con calma el billete y darse una vuelta por los alrededores.

Minutos más tarde ya se encontraba buscando un asiento medianamente cómodo, sin mucha gente alrededor, con espacio, que permitiese un poco de libertad de movimientos, pero resultó misión imposible, porque era obvio que estaba concurrido de arriba abajo. Por suerte, encontró un asiento vacío. Se sentó al lado de una joven, que parecía estar muy inmersa en la lectura, dado que parecía no haberse percatado de su presencia. 




MusaWhere stories live. Discover now