ASPERGER → Jenlisa.

Capítulo 3 - broken heart.

La semana había pasado demasiado rápido, según los pensamientos de Lisa.

Su humor esa mañana era como de costumbre estos últimos días. Era Lunes de nuevo y se encontraba ansiosa por llegar al instituto, probablemente hoy Jennie si se aparecería. Las cosas con la chica de ojos felinos eran un misterio o eso pensaba Lisa, la surcoreana no se presentaba a clases pero si visitaba a la pelinaranja por las tardes, casi al oscurecer, la mayor parte de ese tiempo compartían caricias que Jennie le mostraba, justo como cuando le enseño a besar. Cuando el sol estaba por ocultarse Lisa aprovechaba para observar los detalles en el rostro de la mayor, encontraba alucinante la manera en la que sus facciones iban relajándose conforme el cansancio le ganaba, cómo aquella vez que Jennie se quedó dormida en su cama accidentalmente.

La respiración agitada de Jennie podía mezclarse a la perfección con los rápidos latidos de su corazón. Permanecía a lado de la castaña observando cómo mechones de su cabello le caían por el rostro, se limitó a quitarlos con extrema suavidad para no parecer brusca y torpe.

–¿Qué?– pregunto Jennie al descubrirla observando sus labios. Lisa solo negó y se acomodó mejor frente a ella, gracias a sus posiciones y el gran ventanal en su habitación el sol del atardecer entraba y golpeaba el rostro de la castaña, aquello parecía un sueño.

Los colores hacían que la piel de la surcoreana brillará más de lo que ya lo hacía, parecía parte de aquel paisaje, Lisa deseo tener la mejor camara del mundo justo en ese momento y guardar aquella fotografía como lo mejor que podría existir, pero solo tenía su memoria así que le bastaba aquello, además tomar una fotografía de Jennie significaba compartirla con todos y aquello no parecía buena idea. Nunca fue egoísta pero quería serlo ahora mismo, quería guardar esa imagen de Jennie solo para ella, quería mantener todas aquellas nuevas sensaciones que le mostró dentro de una caja como la que su padre le entrego para sus recuerdos más preciados y cuidar de ellos, así cuando sintiese necesario, podría meter su mano y sacar algo de lo que Jennie le había hecho sentir hasta hoy.

Dejó salir un suspiro audible al notar como el casillero de Jennie no estaba abierto mientras su surcoreana era rodeada por personas detrás suyo. Recorrió con la mirada el pasillo sin tener buenos resultados camino hacia el lugar donde esperaba a su padre para almorzar juntos, escucho los gritos de Rosé y supuso que la otra era Jisoo. Decidió acelerar el paso sin mirar a los lados al casi escuchar la voz molesta de Jennie ordenandole no hablar más con la australiana.

–¿Por qué no?– pregunto Lisa confundida desde el pequeño sofá que estaba en su habitación. –Rosie es agradable conmigo, ella me agrada.– casi susurro jugando con sus dedos mientras miraba hacia el piso.

–Porque es estúpida, no tiene sentido del humor y es insoportable.– aseguró Jennie con seguridad y Lisa se estremeció por la frialdad en su voz. –Escucha, probablemente Chaeyoung intente apartarte de mí si sabe de nuestros encuentros ¿Entiendes?– pregunto alterada y Lisa asintió sin mirarla.

–Pero, Rosie es buena y de verdad es inteligente, juega ajedrez conmigo mientras tomamos el almuerzo.– susurro levantando la vista hacia la castaña.

–Bien, lo diré solo una vez más, alejate de Chaeyoung o nuestras clases se acabarán.– sentenció Jennie.

Lisa no se permitiría acabar con aquello, estaba viviendo lo que había imaginado desde pequeña, porque si, ella sabía lo que era un sueño y nunca imaginó que el suyo se cumpliría, estar cerca de Jennie siempre fue un anhelo pero que la castaña se haya ofrecido a mostrarle como hacer distintas cosas o actuar ante aquellas situaciones era lo mejor que podría pasarle.

Se había mantenido alejada de Rosé como Jennie se lo había pedido, canceló sus almuerzos, también cancelo los días en los que habían quedado para tener partidas de ajedrez, siempre trataba de ser indiferente y decir que no a sus propuestas, se sentía mal al ver cómo los ojos de la australiana se tornaban tristes y solo asentía antes de retirarse.