23. Aquel día

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- Te ves bien vestido de esa manera.-Dijo una rubia de unos 34 años de un mechón azul y sentada en un pequeño sofá de una sala de un  departamento, llevaba un chaleco verdoso junto a unos pantalones ajustados de color morado, miraba con una sonrisa cariñosa a Lincoln quien con 30 años vestia su antigua ropa pero un poco más grande, su camisa manga corta de color anaranjadado junto a sus pantalones ajustados azules, un tanto inseguro Lincoln solamente se observo a Si mismo diciendo.-No lo creo, las camisas manga corta ya no son lo mío Sam, soy más de sueteres o algo así.-Sam solamente se hundió de hombros levantándose para caminar hacia aquel chico que era más alto que ella por 5 centímetros, le dio un suave golpe en la zona del pecho diciendo.-Tranquilo Li, un chaleco te quedaría bien si no deseas dejar tus brazos al descubierto.-Solto una suave y encantadora risa mientras posaba ambas manos en la zona de la nuca del Albino manteniendo aquella sonrisa mientras Lincoln posaba sus manos en la cintura de la rubia, Sam solamente cambio su tono de voz a uno más bajo y un tanto coqueto diciendo.-Disfrutemos de la noche, antes de que deba marchar~

Lincoln abrió sus ojos levantándose de una silla que estaba en medio de su casa con un cierto dolor de cabeza, tenía ya 17 años y había bebido por primera vez, la música fuerte en su casa y las personas que vinieron a la celebración de Lynn hacían que los dolores de cabeza aumentarán, el equipo de Lynn había llegado a la final de el campeonato de Royal Woods por lo que Lynn decidió hacer una enorme fiesta, le sorprendió que Lori no se haya negado a la idea, de repente unas manos se posaron en los hombros del peliblanco haciendo que se estremeciera volteando lentamente para ver a Margo quien mantenía cierta preocupación por el peliblanco diciendo en un tono suave.-¿Te encuentras bien Lincoln? Creo que tomaste demasiado, Lynn me envió a ver como te encontrabas.-Lincoln solamente asentía estúpidamente sin entender mucho que pasaba, el dolor en su cabeza hacia que no entendiera bien que hacia o decía, palabras salieron de la boca del peliblanco pero ni el entendía que decía, noto que por aquel comentario Margo lo miro con cierta vergüenza, con sus mejillas teñidas en un color carmesí es que Margo soltó una leve risa diciendo.-¿En serio crees eso? B-bueno. . . No sabría que decirte.-Entonces Lincoln dio otro comentario que su mente era incapaz de entender, pero al parecer lo que dijo hizo que Margo sonriera con diversión y noto una mirada algo. . . Preocupante en su opinión. No sabía cómo pasó pero ahora se encontraba en las escaleras, sentía sus labios estar pegados con los de aquella compañera de Lynn, los labios de Margo eran totalmente suaves y deliciosos a opinión del peliblanco, aunque ambos se vieron obligados a separarse por la falta de aire, un hilo de saliva había quedado entre los dos y entonces una suave risa salió de aquella chica, Margo con un tono un tanto coqueto y divertido acaricio el cabello de Lincoln mientras decía.-¿No quieres continuar en tu cuarto, papi?

Papi

Papi

¡Papá!

Rápidamente Lincoln despertó abriendo sus ojos con sorpresa, alzó su vista un tanto confundido y perdido para observar a su hija, Lacy, la pequeña deportista mantenía una sonrisa en su rostro mientras lo observaba diciendo.-El almuerzo ya está listo papi, ya estamos todos en la mesa.-Lincoln empezó a sentarse en la cama mientras posaba su mano derecha en la cabeza de su hija dándole unas palmadas como si la felicitara diciendo.-Gracias por despertarme. . . Ve y come con tus hermanas, yo ahora voy.-Lacy asentía mientras lo observaba pero antes de marcharse se lanzó sobre su padre rodeando su cuello con sus brazos para abrazarlo y apoyar su rostro en el hombro de este diciendo en un tono bajo pero feliz.-Te quiero papi.-Tras decir eso es que una sonrisa se dibujo en el rostro del hombre quien correspondió el abrazo sin dudarlo para luego alzar a su hija levantándose y en un tono suave y paternal respondió.-Yo también te quiero cariño.-Entonces depositó un beso en la frente de Lacy la cual solamente le sonrió con ternura sintiendo sus mejillas arder.

The Loud House: 10 hijos, un padreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora