2 Mi Alfa

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El león releyó nuevamente la nota escrita con retaso de periódicos, muy similar a los que salía en las películas muggles. ¡Eso no podía estarle pasando a él! ¡Justo a él! ¿Y si le contaba a James y a Remus? Ni bien pensó en ello, se imaginó la cara de sus amigos. Idea descartada. No dudaba que lo ayudarían, pero ya no serían igual la cosa entre ellos. ¿Qué hacer? ¿A quién acudir sin quedar en evidencia? ¿Y si todo era mentira y solo era alguien buscando vengarse de las bromas que había hecho durante años con los merodeadores?





Miro su reloj, faltaban quince minutos para la cita ¿Qué hacer? Se levantó y se acercó a la cama de James que leía para su examen de Transformación del día siguiente





- Cornamenta - dijo en voz baja - ¿me puedes prestar tu capa?


- ¿tienes acción esta noche, Canuto? - dijo este con picardía


- Si, algo así - dijo Sirius nervioso - ¿entonces qué? ¿Me la prestas?


- Claro - dijo James sonriendo - debe ser alguien muy especial. ¡No me digas que ya lo marcaste!


- ¿de dónde sacaste eso? - dijo Sirius sorprendido


- Vamos Sirius - dijo James - hueles a Omega desde lejos. Vamos, dime ¿quién es?


- Cállate y estudia, para que mañana me pases las respuestas correctas. No quiero volver a reprobar con McGonagall por tu culpa - dijo el animago





Se cubrió con la capa y salió al pasillo. Camino lo más sigilosamente por los pasillos evitando al celador hasta llegar a las escaleras. Subió lo más deprisa que pudo y camino hasta el final del pasillo. Entro al baño e ingreso a uno de los cubículos donde se encerró. Su corazón latía a mil. ¿Y si era cierto y ahora era realmente un Omega? Había ido a escondida a ver a un Alfa quizás a minutos de que su celo llegase. Había sido un verdadero imbécil. Tenía que haber ido a la enfermería a que la señora Pomfrey lo revisara en vez de ir a verse con saber Merlín quien.


Iba salir cuando un fuego interno empezaba a abrazarlo sin control, la ropa estorba, necesitaba quitársela. Sentía como algo corría entre sus muslos. Su lobo interno gritaba llamando a algún Alfa que lo tomase. Su vista se nublo y sus piernas fallaron. La puerta se abrió a tiempo y unos brazos fuertes y varoniles impidieron que se estrellase contra el piso





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Caminaba por los pasillos asegurándose que nadie estaba en ellos. El toque de queda ya había empezado. Quería que las horas volasen para regresar a las mazmorras, tenía un mar de tarea para el día siguiente, cuando una rata se dirigía corriendo hacia el baño. Eso le recordaba que su vejiga ya no daba más debido a todo el jugo de calabaza que había tomado durante la cena. Pero ni bien entro al baño de la planta baja sus fosas nasales fueron inundadas por el suave aroma a café muggle, pan recién horneado y flores silvestres. Le recordaba tanto a la cocina de su madre. Se dejó llevar hasta el último cubículo, sin embargo ahí no había nada. Iba salir para revisar los otros compartimientos cuando escucho un sollozo suave. Estiro la mano y la cerro en el aire, jalo suavemente y se encontró con lo último que se pudo imaginar. Sirius Black, su némesis de toda la vida, estaba allí, a punto de desplomarse por lo que por puro instinto rodeo su cintura y lo atrajo hacia él. ¡Era imposible! ¡Black era Alfa! ¿Entonces por qué...?





- ¡Alfa! - suplicaba el león - ¡Alfa! ¡Alfa!


- ¡Sirius! - susurro Severus y volcó hacia atrás para ver como la rata se escapa desesperadamente del lugar


- ¡Alfa! - volvió a suplicar Sirius con un lloriqueo bajo y fue lo último de lo que fue consiente antes que su lobo interno tomase el control absoluto de sus actos

Lo Que Antes FuiWhere stories live. Discover now