13. Cuerdas cósmicas.

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    Algo impactó contra el Enterprise, haciéndolos caer al suelo. La alerta roja se activó de inmediato. Estaban bajo ataque. Jim trató de levantarse, pero el suelo se disolvió como el hielo bajo el sol. Cayó entonces, en una espiral de oscuridad infinita.    <<Spock>> gritó, pero la voz murió en su garganta.
   Al recuperar la conciencia, una sensación desagradable de asco y miedo se instaló en su cuerpo. Oscuridad. Es todo lo que lo rodeaba. Cerró los ojos y trató de comunicarse con Spock a través del vínculo, sin embargo no lo encontró. Su mente se volvió un caos.
    Se llevó las manos a la cabeza en un intento de acallar aquel  sonido ansioso y horrible, acompañado de imágenes inconexas que desfilaban tras sus párpados.
     En el momento en que creyó no soportarlo más; Jim sintió que una luz blanca lo inundaba, y una voz serena lo llamó desde las profundidades de su inconsciente. Se aferró a ella.
    Despertó, y sus ojos vagaron por su entorno; estaba en su habitación—o eso creía—había objetos que no recordaba. Se sobresaltó  al sentir una mente fría, curiosa en la suya.
    La puerta se abrió; aunque para su decepción, no era Spock sino Sutteiren.
    Jim observó el elegante corte de su túnica y el estilo con que la llevaba. Sus manos delicadas y pálidas entrelazadas. Aquellos ojos fríos, casi sin vida mirarlo.
     No se parecía en nada al Sutteiren que se encontró en la sala de transporte.
     Quería alterar un poco esa quietud.
    —Planeta DD Tauris V, rescate de grupo científicos vulcanos. ¿Lo recuerda? —su voz era suave y cultivada pero tan fría como sus ojos.
     —Sí, lo recuerdo —dijo Jim incorporándose en la cama—, ¿Por qué lo pregunta?
     —Capitán Kirk, yo me encontraba en la enfermería cuando algo impactó contra el Enterprise. Perdí la consciencia,  y desperté  en esta habitación. Usted estaba acostado en la cama, traté de despertarlo pero no obtuve respuesta —dijo Sutteiren, sin que su voz se alterara los más mínimo—. Así que salí, no estaba activa la alerta roja, y ningún tripulante parecía alterado. Llegué a la enfermería, el doctor McCoy estaba ahí realizando un inventario junto a la enfermera Chapel como si no ocurriera nada anormal.
     —Es imposible, recuerdo que iba junto con el teniente Spock, de camino a la enfermería para ayudarlo con el doctor McCoy y T'hrea.
     —Lo sé, escuché a la enfermera Chapel llamarlos. Capitán, es solo una hipótesis basada en la poca información que he logrado reunir mientras usted estaba inconsciente...
      —¿Cuál es esa hipótesis?
      —Que estamos en otra dimensión. Aunque para ser más exactos diría que solo nuestras mentes.
     —En otras palabras estos cuerpos no son nuestros —dijo Jim con la mayor calma que le fue posible. No podía ceder al pánico—. Director Sutteiren, supongamos que su hipótesis sea correcta. ¿Tiene alguna idea de regresar a nuestra dimensión?
    Buscó sus ojos, pero a diferencia de los de Spock, que enseguida reflejaban aquellos sentimientos que reprimía,  los de Sutteiren no transmitían nada en absoluto.
    —Aún no —dijo, y aunque su semblante permaneció impasible, su tono de voz le develó que no encontraba "satisfactoria" darle esa respuesta—. Sin embargo, me enteré de algo que debería saber...
     Sutteiren no pudo decir nada más, McCoy entró a la habitación—sin pedir permiso—hecho una furia.
    —¡Jim, necesito que controles a tu esposo! —gritó  señalando a Sutteiren— ¿Sabes cuántos tripulantes han ido a la enfermería, por qué él les ha hecho dudar de su realidad?
     Jim se paralizó, ¿había escuchado bien? ...¿Sutteiren y él? ¡No, eso era imposible, él estaba con Spock!
    <<Capitán Kirk, guarde la calma. Recuerde no estamos en nuestra dimensión, estos no somos nosotros. No son nuestras vidas>>.
     —¡Sal de mi cabeza! —gritó Jim.
     Se hizo un silencio total. McCoy tosió incómodo , y murmuró entre dientes.
      —Sera mejor que regrese a mi enfermería.
     La puerta se cerró tras de él.
     —Capitán Kirk, no es algo óptimo para mí tampoco. Pero es algo con lo que tenemos que... lidiar. Debemos trabajar en equipo, si queremos regresar a nuestra dimensión ya que solo estamos nosotros dos.
   Con cada palabra que Sutteiren pronunciaba, la habitación se hacía más pequeña, asfixiándolo. Pero tiene razón, cierra los ojos e inspira hondo.
   —Solo no te metas en mi cabeza.
   —No es aconsejable.
   —¿A qué te refieres con qué "no es aconsejable"?
   —El James T. Kirk y el Sutteiren de está dimensión están vinculados como lo dicta la tradición vulcana, y aunque nuestras mentes están dominando la suyas, si levanto una barrera, a largo plazo esto provocará en ambos un desequilibrio emocional.
   —¿Me está diciendo la verdad, director Sutteiren?
   —Los vulcanos no mentimos, capitán Kirk.
   —Bueno, Spock dice eso, y cuando lo considera necesario miente por omisión.
   —El teniente Spock no es completamente...
   —Y es ahí donde mejor se queda callado. Si quiere llevar la fiesta en paz conmigo,  es mejor que no hable mal de Spock.
    —No entiendo a que se refiere con "llevar la fiesta en paz".
    —Mire, por qué no medita o lo que sea que le ayude para encontrar una manera de regresar a nuestra dimensión, mientras yo asisto a mi turno y averiguo al menos en qué lugar del universo conocido estamos.
   —Me parece un plan aceptable.
   —Menos mal...
          

    Jim salió de la habitación con dirección al puente. No podía creer su mala suerte; estaba atrapado en otra dimensión con la persona que más le desagradaba, sin posibilidad a la vista de escapatoria. No había duda de que el caos presidía su vida.
    Entró al puente. A primera vista, no había diferencias, pero al observar con detenimiento se podía notar unas sutiles diferencias; el acomodo de las fotografías que tenía Sulu en su puesto, o el color de la pulsera de la suerte de Chekov, que lucía inusualmente distraído, tanto como para no notar su presencia en el puente. De hecho, nadie de la tripulación parecía notarlo, y si lo hacían no le daban mucha importancia.
    Era extraño.
    Después de unos minutos, Scotty—que fungía como capitán interino— lo miró y se acercó a él con su alegría usual.
    —Hola Jim, disculpa no me había dado cuenta que mi turno había terminado—dijo y agregó palmeándole el hombro con afecto—. Por cierto, felicidades por tu primer aniversario de bodas. Creo que nadie de la tripulación se esperaba que te casaras, y menos con un vulcano, pero se te ve feliz y eso me alegra.
    —Eh... gracias Scotty —dijo Jim intentando sonreír—. ¿Y tú cuando sentaras cabeza con Uhura?
    —¿De qué habla capitán? —dijo Scott, y agregó seriamente—. Yo solo tengo ojos para mí amada Enterprise, y si me disculpa debo ir a revisar sus hermosos propulsores.
    Scott entró al turbo ascensor tarareando una canción que jamás le había escuchado.
     Jim avanzó a la silla de mando, y se sentó en ella pensativo; al parecer en esta dimensión Uhura y Scotty no estaban juntos, y por lo dicho por éste, podía deducir que Uhura no estaba en ninguna relación. Estaba aliviado y triste al mismo tiempo.
    —Señor Scott llegaremos a Vulcano en aproximadamente 3 horas solares... —anunció Chekov, y  levantó de inmediato al notar quién estaba en la silla de mando—. ¡Capitán Kirk! ... Eh... Lo siento... Yo no me di cuenta...
    —Esta bien Chekov, siéntate por favor —dijo Jim tratando de mantener la calma —. No escuché bien, ¿dijiste Vulcano?
   —Así es capitán Kirk.
   —Y... ¿por qué vamos a Vulcano?
   —Ehm...
   —Porque, Vulcano será el planeta anfitrión este año de la celebración por la fundación de la Federación Unida de Planetas, capitán Kirk —intervino Spock al entrar en el puente.
    El corazón de Jim latió con fuerza al verlo, aunque parecía más impenetrable de lo habitual. Sí, tenía que recordarlo. Ese no era su Spock. Éste avanzó silenciosamente hasta colocarse a un lado de su capitán.
    —¿Acaso lo olvidó?
    —No, en lo absoluto —dijo Jim con una sonrisa nerviosa—. Solo estaba poniendo a prueba a Chekov, parecía estar distraído.
    —Lo siento capitán Kirk...
    —Es una broma Chekov, ¿pero hay algo que te preocupe?
    —No, nada importante capitán —dijo, pero sonaba a mentira.
    —Entonces debería volver a sus deberes alférez  —dijo Spock haciendo sobresaltar de nuevo a Chekov, quien volvió a disculparse para después retornar a sus labores.
    —No sea tan duro con Chekov, señor Spock —dijo Jim, y lo miró a los ojos. No era justo finalmente  había aceptado, confesado su amor por Spock, y siendo correspondido. Pero ahora tenía que fingir que no sentía por él más que simple camarería.
     —No es justo —susurró Jim y extendió su mano hacia el rostro de su primer oficial. Deseaba tanto tocarlo, sentir la agradable calidez de su piel.
     Spock alzó las cejas—su manera de preguntar—, pero no se movió.
    Solo entonces Jim notó el anillo en su dedo índice. Esta no era su realidad No era su vida. No era su Spock. Según las palabras de Sutteiren solo estaba ocupando el cuerpo de otro James T. Kirk.
   —Lo siento teniente, es que tiene rastros de lápiz labial rojo en la mejilla —retiró la mano y desvío la mirada.
    —Me disculpo capitán, no lo noté —dijo Spock, y la punta de sus orejas se tornó de un hermoso tono esmeralda—. Mi madre ha sido... muy "efusiva" en su recibimiento.
    <<¿Su madre?... Claro, si Vulcano seguía en el mapa, Amanda seguía con vida>>. 
     Jim le sonrió ampliamente. Sus ojos brillaban. Ésta vez fue Spock quien deseo tocarlo. Sin embargo respiró hondo y regresó a su estación con las manos apretadas a sus costados, luchando contra ese deseo. James T. Kirk era prohibido.
           
   El capitán de U.S.S Enterprise se levantó al ver en todo su esplendor aquel planeta que vio ser destruido.
    Vulcano.
    Las lágrimas acudieron a sus ojos, pero no eran solamente suyas. Podía sentir un dolor y  anhelo ajeno...
    ¿Sutteiren?
           

Sinestesia.Where stories live. Discover now