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Durante los años de estudiante, nuestro protagonista no fue el más brillante... ni responsable... ni progresista... ni decente... pero eso no era importante. Kenneth Mccormick, un simpático, amistoso y risueño pequeño se transformó con el pasar del tiempo, en un hombre de bien. O bueno, más o menos, hombre si que era, ya que tenía fama de latin lover. Se había cogido a muchas doncellas y, como buen caballero, siempre con protección y sin memoria. Y de bien, más o menos, si bien el tema de las relaciones amorosas jamás fue su fuerte (coger si, pero eso para nada tenía que ver con relaciones más allá de un "hasta luego", "espera! No azotes la puerta al salir").

Luego de acabar sus estudios, por la situación económica de su familia, solo pudo empezar a trabajar a sus 18 años. Gracias a Dios, de todos sus trabajos de medio tiempo, fue "adoptado" por el dueño de un taller de automóviles. Le enseño todo lo necesario, con paciencia y a punta de ensayo. Aparentemente, Kenny tenia facilidad para reparar cosas con motor. Con mucha habilidad observaba, entendía, probaba y arreglaba cualquier desperfecto de motores. Solo motores e interiores de vehiculos. Porque su delicadeza no iba con abolladuras o ningún tema estético (sus terminaciones dejaban mucho que desear, pero como los motores iban cubierto por el capo, no había muchos problemas).

Lamentablemente, y a pesar de todo el buen trabajo, el dueño de la tienda tuvo que hablar con él. Aparentemente ya no se sentía con fuerza suficiente para seguir a cargo de su taller... Y sus hijos no tenían la intención de seguir con el mismo. Así que este sería el adiós de sus arreglos. Y de su trabajo.

Ese día no fue muy bueno para Kenny. Con decepción y derrota por haber perdido su trabajo, estaba pensando en volver a los trabajos de medio tiempo, ya que tenía que alimentar y educar a su hermanita. Era muy joven, pero tenía su responsabilidad con su tesoro: Karen Mccormick, su hermanita. Él podía sobrevivir sin educación formal, ya que era un idiota nato. Tenía talento para fallar en los estudios. Pero Karen si que podía progresar. Se le daban todas las materias con facilidad. De hecho, era tanto así que a veces Karen, siendo más pequeña que él, podía avanzarle sus tareas, mientras él se dedicaba a sus trabajo temporales. Evidentemente hacían un excelente equipo y no les quedaba de otra: sus padres habían sido negligente con sus hijos, por lo que los habían arrestados por abuso de menores. Su hermano mayor había sido ingresado a un programa para limpiarle las adicciones. Karen y él sobrevivieron con paciencia, ya que, al cumplir Kenny la mayoría de edad, tomo la tutela legal de su hermana.

Llegó un poco desanimado a casa. Rogándole a Dios, Buda o alguno de los demás dioses existentes que le dieron un trabajo. Ojalá uno que pudiese hacer bien. A la entrada de su casa, encontró una carta. Un suspiro profundo salió de su boca. Ojala que la carta no sea una cobranza de algo que hayan hecho sus parientes. Se sentó y abrió la carta. Parece que Dios existía y que finalmente se acordó de el.

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Kinny:

Asumo que sigues en el pueblo de mierda haciendo tus mierdecillas. Me parece excelente, pero tengo un negocio que evidentemente te podría dar un futuro... ¡Porque yo estoy en él y tú sabes que lo que yo toco es oro!

¿¡Recuerdas que en la escuela éramos mejores amigos!? Si no lo recuerdas vas a tener que hacerlo, porque esta oportunidad es única. Se que no terminaste tu educación, pero me sirve lo que te enseño el sr. Meller, el mecánico. Necesito al mejor mecánico y seguramente tu si que sabes con todo el tiempo que estuviste con ese viejujo.

Voy a ir de visita el 12 de este mes, te pasare a visitar y hablaremos del tema.

Eric T. Cartman

Bunny - Reparemos esto!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora