ll. De un Keith sin novio y una bruja está por caer

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—¡Allura! Te dije que no estaba seguro, en cualquier momento Keith va a llegar y se preocupará —el castaño había fruncido levemente el ceño al hablar, reparando en su alrededor—. ¿Y en dónde estamos?

El más bajo de ambos repaso con su mirada el lugar. Teniendo vagos recuerdos de haber estado en aquella casucha abandonada, con Keith.

Una sonrisa inconsciente surcó su rostro, recordando cuando tan solo llevaban unas semanas de novios y se habían escapado de la clase del aburrido maestro Adam, escabulléndose a través del bosque entre empujones cariñosos, risas y besos robados, sin un rumbo fijo, simplemente escapando de su escuela-internado. Habían llegado sin querer a aquella casita en mal estado, la habían investigado de pies a cabeza, se habían comido a besos en cada rincón de la humilde morada, y luego de irse, ya no pudieron volver a encontrarla, rindiéndose y dejando la simple estructura en el olvido.

—Oh, hace algún tiempo encontré esta casita, ¿no es linda? —claro que lo era. Estaba más limpia de lo que recordaba, y contaba con algunas flores que le daban vida al lugar.

—Sí, lo es... —Lance suprimió el hecho de ya conocer el lugar.

—Lance, estás algo pálido... —el fingido tono de preocupación de la morena paso desapercibido para el chico, quien le dedicó una sonrisa apenada, sosteniéndose del hombro de la muchacha para no caer, sintiendo su cabeza dar vueltas.

—No es nada... —cerró sus ojos un momento, esperando que sus pies se sintieran sobre el suelo de nuevo y su alrededor ya no diera vueltas. Abrió sus ojos, enfocando sus azules en la mirada celeste Allura, sintiendo como podía perderse en aquellos orbes del color del cielo.

No, ¿qué?

Negó rápidamente con su cabeza, apartando de su mente aquel pensamiento, reteniendo el martilleo de su corazón contra su pecho, pensando en Keith, en su novio, en el chico mitad lobo, extrañamente más lampiño que un hombre lobo normal, siendo esto causado por un desorden genético debido a que su padre era un simple brujo mortal. Recordó la sonrisa que le dedica sólo a él, todos sus besos robados.

Recordó cuánto lo amaba y el futuro que quería a su lado.

El brillo rosa que la albina había percibido en la mirada del vampiro había desaparecido, frunció sus labios, el chico se estaba resistiendo al hechizo.

—Eh... Allura, creo que lo mejor es que volvamos, aún nos quedan clases, y...

—Oh, no te hagas que a ti no te importan las clases —comentó divertida—. Tú siempre te escapas con Keith, ¿cuándo lo harás conmigo? —su tono de voz arrullador y meloso, derramando doble sentido, hizo estremecer al inmortal.

La pierna derecha del chico se movió, demostrando su nerviosismo, y sus labios se apretaron entre si, mientras miraba el techo, finalmente dejando escapar aire rendido.

Allura era su amiga, después de todo.

—¿Qué quieres hacer?

La sonrisa de la chica no se hizo de esperar.

—Besarte.

—Espera, ¿qué-.

Rápidamente el castaño fue callado por los labios de la más alta, quien lo había tomado de las mejillas para plantar un beso sobre su boca.

En el interior del mayor algo se desconectó, sintiendo como algo en el fondo de su conciencia, casi en un susurro, le incentivaba a corresponder la caricia. Y así lo hizo.

Todos sus sentidos se habían alterado, y no entendía porqué sentía la necesidad de continuar con aquel beso que cada vez se volvía más apasionado. Su corazón brincaba de manera irregular, su pulso se aceleraba y volvía a la normalidad. Se sentía como drogado, todo lo que sentía era tan intenso pero a la vez tan superficial... No entendía en absoluto que era aquello que lo abordaba y lo embriagaba.

Entre Pociones y Leones [Klance]Where stories live. Discover now