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I-Capítulo Uno: Pelea

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I-Capítulo Uno: Pelea

F R A S E: "El tiempo es más que un -tip-tap, va pasando sobre nuestros ojos más veloz de lo que creemos, por ello... vive, canta, ríe, goza. "- Val Escritora. 

En multimedia una imagen de nuestra hermosa protagonista: Catherine. 

Antes de mi nueva vida

Me encontraba feliz, esperando a mis padres salir de su habitación, finalmente esperaba con ansias, para contarles que obtuve una beca estudiantil para ir a Hawaii, residenciada en los Twonhouses que tanto soñé, en la universidad que tanto quería,mis sueños se estaban cumpliendo, lentamente pero bastante bien; mientras veía una película, no pude evitar escuchar unos gritos que provenían de la habitación de mis progenitores, cada vez se hacían más escuchados, mi madre bajó las escaleras de inmediato, mi padre corría tras ella, observé sus caras de enojo.

-¡Catherine, vete a tu habitación!- Exclamó enojada mi madre, escupía lava por los poros, se derramaban algunas lágrimas de sus ojos tras eso las capas de maquillaje.

-Catherine, es una orden. -Escupió mi padre. De inmediato subí hacia la habitación de Louise, mi pequeña hermanita, quien se removía inquieta en su cuna, la tomé, observé que lamía sus manitas, por lo tanto consideré que tenía hambre, preparé su biberón y permití alimentarse, lo bebió con bastante rapidez. Cuando se quedó dormida, me vinieron recuerdos sobre ella, su inicio, el día que mamá la trajo al mundo, sin duda alguna, Louise es un ángel, sobrevivió a muchas tormentas, ella es un bebé arco iris, pues mamá tuvo dos pérdidas involuntarias antes de que ella llegara a nuestras vidas para revolucionarlo todo.

Fui a la habitación de Annelisy, la hermana del medio, ojos verdes, cabellera rubia, se retorcía en su cama llorando, la abracé por la espalda, tratando de una manera darle consuelo.

-¡Déjame, Cathy!- Pronunció la nena de ocho años.

-Estoy para ayudarte; no para dejarte. -Dije, se volteó, pude alcanzar a ver sus ojos rojos de tanto llorar, antes de que se cubriera la cara con una manta.

-Mamá engañó a papá, salió en las noticias y por eso peleaban, lloro por eso... -Masculló, entre lágrimas y sollozos.

-Tranquila Anne, todo se podrá resolver. -Exclamé, besando su frente.

-¿Lo prometes?- Dijo, con la voz más clara, yo asentí.

Nana, subió a vernos, nos trajo pastel de chocolate, galletas y café calentito, nos distrajo con películas, hablamos sobre otros temas, que escapaban de la realidad.

Mamá entró a la habitación, llevaba el maquillaje corrido, abrazo a mi hermana Annelisy, le pidió a la Nana que trajera a Louise, acarició mi cabello como solía hacerlo cuando era una niña pequeña, hija única y me consentía por ser su princesa, mientras besaba repetidas veces la frente de Louise, decidí no contarle la noticia, se vería muy afectada, aunque no sabía si lo que decía Annelisy era verdad, apoyaría a mamá si así fuese el caso.

-Hijas, las amo mucho. -Susurró mi madre, abrazándonos mientras sus lágrimas corrían. Louise lloró en ese momento, me la dio, hice ruidos para calmarla, se durmió mientras mamá acariciaba a Anne, llevé a la bebé a la cuna, me recosté en mi cama, decidí darme un baño, ir a por un té, esa sería la clave para dormir, pero... cuando iba a la cocina, escuché a mis padres murmurar.

-Me voy de la casa, siento que ya les di las fuerzas a las niñas. -Escuché a mi madre decirlo, seguidamente entró en sollozos.

-Quiero que no vuelvas, desaparece de nuestras vidas, las niñas estarán mejores sin ti, les harás un favor, lo verás en unos años. Por ahora vete, te daré un millón de dolares. -Exclamó, el padre que pensé era el mejor del mundo.

Me fui de inmediato a mi habitación, caminé lentamente y en silencio, para que no notaran mi presencia.

-Hija, tenemos que hablar. -Escuché la voz de mi mamá, la observé apoyada en el umbral de la puerta de mi habitación. -Quiero decirte que eres sabia, estoy orgullosa de ti. -Exclamó con una sonrisa, no podía identificar con claridad si era falsa o no.

-Mamá, me aceptaron en Hawaii. -Solté, noté que el semblante de mi progenitora se volvió más agobiado.

-¡Me hace muy feliz!-Musitó, mientras me abrazaba con posesividad.

Fingidamente la abracé, apegándome a ella, pensando en que esa sería la última vez que nos abrazaríamos. Sin duda alguna los abrazos de mi madre, eran los mejores, si se alejaba de mí, sería lo más doloroso que pudiera pasarme.

-¡Te quiero mucho! Eres la más valiente, puedes afrontar miles de situaciones, jamás lo olvides. -Exclamó mi madre, la abracé miles de veces literalmente, me acarició el cabello, la cara, luego me dejó dormir, la vi retirarse, la vi irse y sentí una terrible opresión en el pecho, me dejó nerviosa.

Mi mente no podía descansar, no paraba de pensar, pasé a conceptualizar en cómo sería criar a mis hermanas sola, esa posibilidad no escapaba de la situación actual.

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Siguiendo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora