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IV-Capítulo Cuatro-Cambios

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IV-Capítulo Cuatro-Cambios

Aquí estaba yo sola con dos infantes, no quería dejarlas solas en manos de quien sabe que personas. Tan solo recordar las palabras de mi padre y eran tener mis ojos llorosos en instantes.

"Ahora viviremos las niñas, tú, Elena y yo." Fue capaz de meter a una hija más como su esposa, esa chica era una infante todavía, él parecía el abuelo de la muchacha.

Recibí la llamada de confirmación en la tarde, al teléfono de la casa de la señora Elena. Contesté en medio del llanto de Louise, que me pedía su alimento, el biberón se calentaba lentamente en la cocina, no podía hacer más nada por ella que arrullarla con mi voz.

-¡Buenas tardes, señorita Catherine! Hablamos de Entreppises Models Hawaii. Esperamos esté bien. Llamamos para confirmarle que usted ha sido elegida para el trabajo de secretaria. -Expresó una voz masculina, me alegré con cada palabra.

-¡Buenas tardes! Está bien. ¿Cuando comienzo? ¿A qué hora debo estar allá? -Respondí eufórica.

-Deberá estar aquí, mañana a las siete en punto. La esperamos y deseamos que entre en calor en su nuevo trabajo. -Dijo la voz masculina y colgó.

Finalmente al terminar la llamada, tomé en brazos a la pequeña y la giré conmigo, haciendo vueltas y logrando una sonrisa de su parte.

-Preciosa, me encanta verte sonreír. -Admití, la besé por toda su carita.

Le di el biberón a Louise, en mis brazos se durmió, la coloqué en el canguro una vez dormida y salí en un búsqueda de Annelise, caminé con el sol incesante, gracias al cielo que sólo eran unas cuadras. Mi pequeña valiente en su primer día de nuevo colegio, me encontré con una niña sonriente y como siempre sociable, la maestra me sonrió al señarlarla.

-¡Felicidades Annelise! Estamos orgullosos de tener una niña colaboradora, cariñosa y amable con nosotros. ¿Sabes quien es ella? -Expresó la maestra con una sonrisa, la pequeña Annelise sonrió apenada, negando.

-Esa eres tú. Te esperamos mañana. Recuerda hacer la tarea. -Agregó la maestra despidiéndonos con la mano.

-¿Qué tal te fue, Anne?- Pregunté con el ceño fruncido. Ella me miró feliz.

-Me gustó, fue divertido. ¡Quiero volver mañana! -Manifestó Annelise emocionada.

Al llegar a la casa, bañé a las niñas con burbujas, ambas sonrieron y eso me hizo grandemente orgullosa. Dejé a las princesas en la cama matrimonial bañadas y vestidas con la pijama, se entretuvieron con distintas cosas, Annelise se dispuso a hacer su tarea y Louise se quedó jugando con uno de sus pocos juguetes que logramos conservar, un osito abrazado a su mamá osa, mientras preparaba pollo al estilo de Hawaii, la señora Elena todavía no llegaba a la casa, esperaba que llegara para pedirle agua y hablar un poco del día.

Escuché la puerta de la casa abrirse, pero noté que la señora Elena no venía sola, sino con un señor besuqueándose, entonces preferí no interrumpir, decidí aguantar, preparé el biberón de la bebé, lo calenté y se lo di. Una vez la cena lista, comimos viendo una película de Barbie, no sabía bien cuál de tantas era la que captó la atención de las niñas. Ayudé a Anne a terminar su tarea, sobre los animales de la selva, coloreó, por suerte mi hermanita sabía leer y escribir con claridad.

-Cat, quiero dormir. -Dijo Annelise con los ojos cansados, su mano sostenía a Pet, su juguete preferido, su peluche. Asentí con la cabeza, se recostó en mi regazo y empecé a acariciar su cabeza, hasta que se durmió, me costó zafarme de su lado.

Preparé los outfits del día siguiente, además de que sería mi primer día de trabajo y Annelise iría nuevamente al colegio, la bebé también tendría día en la guardería, por si acaso no me daba tiempo en la mañana.

Revisé mi cuenta de Facebook, noté que tenía un mensaje en Messenger de mi padre, decía:

"No sé a dónde han ido. No insistiré en buscar. Ésta vez no iré atrás de ti. Sólo sé feliz y perdona los daños que te hice, los ama, su padre. "

Solté una lágrima, de inmediato me la limpié con furia e ira arremolinada en mi interior. No era justo, haber vivido prácticamente sola, esperando a mis padres regresar de viajes, pasar mis cumpleaños con la compañía de Nana, tampoco lo era que dos personitas nazcan y no les importen a sus progenitores. Nada es justo, no para ellas.

-Catherine. ¿Podemos comprar galletas mañana? -Preguntó medio adormecida, Annelise.

-Sí, pequeña. Haremos lo que quieras -Manifesté, haciendo que la niña se durmiera con una sonrisa. 

Respecto a la organización en la habitación ha sido perfecta, más bien superó lo que pensaba, pues es bastante grande la casita, esperó poderle pagar a Elena lo que ha hecho por nosotras, más bien nos sobra una cama, pues dormimos en una matrimonial las niñas y yo, la cocina se adapta a mi, el baño es espacioso, iluminado y cómodo, la nevera no tiene nada pues... ni pan he comprado, el pollo que cenamos fue obsequio de la señora Elena.

Cierro la puerta de entrada de la planta de arriba, me cepillo los dientes, lavo mi rostro, me acuesto en la cama, me arropo y apago la lámpara que iluminaba la habitación, rezo mis oraciones, le pido a Dios por mis padres, por las niñas y por mi nuevo trabajo, doy gracias por un nuevo día de vida, sabiduría, paz y amor. 

 

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Siguiendo al corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora