Capítulo cuatro [PRESENTE] .

10.1K 742 165
                                    

NANAMO

Giré la perilla, y el silencio perturbó mi tranquilidad. No quería estar inconsciente de lo que pasaba allí, a pocos pasos de mí; pues el ruido al menos me consolaría el miedo que abarcaba mi pecho. Mis pies descalzos se acostumbraron al frío, dejando rastros de sudor.
Y cuando me acercaba al lugar, pude ver que la mesa estaba tumbada, y Namjoon estaba tendido en el suelo, rodeado de los vidrios del mueble.

Ahogué un grito de desesperación y corrí en su ayuda. ¿Cómo había pasado esto? ¿Qué, en la mierda, pasaba con Jungkook? «Namjoon, Namjoon», exclamé, necesitada de una respuesta, de que nada grave le hubiera pasado. Toqué sus mejillas que perdían el calor. Vi de reojo que esa masa negra se acercaba, pero con rapidez bloqueé su llegada con una mano extendida.

—Ni se te ocurra tocarme, o incluso hablarme... —mi respiración se mezclaba con jadeos miedosos, quería que todo fuera una mentira.

Su cabello estaba hecho un revuelto, y venía con ropa muy desarreglada. Tal como yo, incluso peor. Vi una venda alrededor de su cuello que llamó mi atención, sin embargo, no estaba en posición de conversar.
Rápidamente busqué una manera de solucionar todo esto, y decidí optar por llamar a la policía. Esto se salía de mis, manos, no podía hacer nada por mí misma justo ahora, yo no puedo cuerpo a cuerpo contra Jungkook.

Su expresión era melancólica, y quise reírme. Por fin, su dulce e inocente Nanamo se atrevía a tratarlo como la mierda, a él, que nunca le había faltado el respeto a su prometida, o por lo menos, no hasta que se acostó con su mejor amiga. Era una de las peores sinvergüencerías que podría haber hecho. Jodido malnacido, ¿qué tan lejos sería capaz de destrozarme?

—Amor... —y como esperaba, lentamente se acercó, intentando despistarle con sus palabras.

—No quiero escucharte, ni mucho menos debo —aclaré, mientras dejaba a Namjoon solo, erectándome—. No sé que carajos pasa por tu mente, pero de esta no te salvarás. Acábame a mí, pero a la gente que amo no te lo permito.

—¿Entonces como puedes permitir que yo salga lastimado? Yo también estoy siendo afectado.

Solté una carcajada falsa. Puto cínico.

—¿Tú? ¿Verte afectado? ¡Pero si ya te libraste de mí! ¡Ya puedes hacer lo que te plaza sin rendirle cuentas a nadie, porque eso era lo que buscabas, ¿no es así?

—¡Por supuesto que no! —soltó brusco—. ¿Cuántas veces tendré que aclararte las cosas?, ¿cómo podré enmendar mis errores?

—Hagas lo que hagas, ya no importa, Jungkook —la garganta quemó—. Es tiempo de terminar esto de una buena vez, supongo que era muy perfecto para que fuese eterno.

Abrió su boca, pero en ese instante me acerqué al teléfono.

—No entiendo... —la voz era más fuerte cada vez, se aproximaba, y mis dedos temblaban—. ¿Q-Qué haces?

—Sacarte de mi vida de una vez —no tuve que mirarlo para saber su desconcierto—. Llamaré a seguridad—dije segundos luego de que le diera la espalda.

Con rapidez sentí un jalón horrible, que me hizo tirar el aparato. Y entonces vi la cara de cólera que tenía. Estiró su brazo y con rabia desconectó el cable del teléfono.

—¿Qué mierda crees que haces, Nanamo? —su voz estaba gruesa, no como antes, y de él brotaba un aura desconocida... intimidante.

—No me toques —tartamudeé, con las palmas sudadas, y el corazón rebotando.

Su respiración estaba profunda, y en su iris había ira. Tenía miedo de lo que me llegara a hacer, por primera vez.

—Te pregunté que qué hacías.

Las palabras se atoraron, mientras que las rodillas bailaban en mí. No entendía y no me creía, esta manera de actuar, tan despiadada y fría. Como si no fuera el Jungkook que conocía, o lo que restaba de él.

—Aléjate de mí, maldito enfermo —la voz me vibró, pero nada se comparó con lo que siguió.

—¡QUÉ MIERDA SUCEDE CONTIGO! ¡MIRA TODO LO QUE HE HECHO POR TI; DURANTE TANTO, DURANTE TODA MI VIDA, Y ASÍ ME LO AGRADECES!

Zarandeó mis muñecas, y me sentí sensible en ese momento de rebeldía. Tenía miedo, miedo de su fuerza y de salir lastimada.

—No sé de lo que me hablas, pero déjame ir..., me estás asustando...

—¡Tú lo buscaste, maldita sea! ¡Fuiste tú, jodidamente tú, la que me llevó a esto! ¡ME SIENTO ENFERMO, ESTOY ENFERMO! —la presión en mí se incrementaba, junto al terror, y me tomó por sorpresa cuando de sus ojos cayeron lágrimas—. Me jodiste horrible, Nana, me condenaste a amarte. Y nunca pensé que me dolería tanto.

—¡¡¡Pues yo no te pedí que lo hicieras!!! —ahora estaba más asustada frente a sus irregularidades mentales. Esto no es cierto, él no es así, no lo es. Estaba temblando y rezando porque no se exaltara más.

Se mantuvo mirándome por segundos silenciosos, y de reojo vi a mi amigo. Tenía que zafarme de estas. Me daría un colapso si seguía así. Su cuerpo se removió, y soltó mi piel. Me dio la espalda, y avanzó dos pasos, con los dedos enterrados en su mata de cabello.

Oía sus gemidos y lamentos, que me sofocaban a más no poder. Estaba incómoda e insegura. Vi como se limpió las lágrimas, y volvía a mí.

—Lo siento, preciosa —murmuró tomando con suavidad mis muñecas, trazando lienzos en ellas, como si quisiera borrar los rojos que se hacían—. Estoy un poco alterado justo ahora... Por supuesto que tú no has sido malagradecida conmigo, porque tú siempre me has amado por igual. Lo que dije... lo dije por enojo, pero te prometo que nunca lo volveré a hacer.

Tragué la saliva que se había acumulado. Estaba completamente pedido. Y ahora veía con claridad lo mal que estaba. Él necesitaba ayuda.

—Yo... no sé que decirte —solo sabía que debía alejarme por mi seguridad. Apacigüé mi enojo, reemplazándolo por miedo.

—No digas nada. No ahora. Estás pálida, y tu cara se ve cansada —tomó mi rostro en manos, y lo acarició—. Y como yo, necesitas un descanso... ¿No ves que estar alejados nos agota? ¿No te das cuenta de que me necesitas tanto como yo a ti? Porque para mí eres la vida, Nana, yo jamás te dejaría ir.

Se acercó, y depositó un corto beso en mis labios. Como una mansa le dejé. No repliqué. No sabía si por el terror, o porque no me hallaba a sí misma.

—Llamaré a mi padre para que se encargue de tu amigo.

CULPABLEDove le storie prendono vita. Scoprilo ora