Capítulo tres.

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-¿Crees que tarde mucho en despertar?-preguntaba una voz angustiada a otra; mas bien preocupada.

-No, no tienes que preocuparte mucho Mary. Puedes estar tranquila.-Era la voz de un hombre; esta vez, era una voz de aliento y de comprensión. Me parecía que el Dr. Bonnet estaba alentando a mi mamá, pero, ¿por quién mi madre se preocupaba tanto? Abrí los ojos y dos pares de ojos más se fijaron en mí. Mamá me abrazó y yo, por supuesto, le devolví el abrazo. (A pesar de que no comprendía qué estaba pasando.) Besó mi frente.

-Dime, ¿cómo te sientes Allison?-me preguntó John, ese era su nombre. Era uno de los mejores doctores de Montpelier. Mas bien de todo Vermont. Él era amigo de la familia desde que tengo memoria y siempre nos hemos llevado bien. Le sonreí.

-Pues... -ambos rieron por mi cara, reí.-Me siento bien, pero un poco confundida. ¿Qué me pasó?

Ambos se miraron.

-¿No recuerdas nada?

-Solo recuerdo que estábamos con Lana en el...-dude un momento y recordé.-Nos encontrábamos en el parqueo de la planta baja en el Mall. Cuando estábamos paradas junto a su auto, se armó un huidero y ambas salimos corriendo. De repente no vi a Lana y pues... no recuerdo más.

-Llevas aquí unas cuatro horas. Con ayuda de... -iba diciendo John y mamá lo ayudó completando la oración.

-Steve.

-Un momento, un momento... ¿Steve Dallas?-pregunté yo. No puede ser en serio. Lana me prometió que él no estaría ahí. Mamá suspiró. John prosiguió.

-Bueno, con la ayuda de Steve Lana te trajo hasta aquí. Nos dijo que te habías caído y que perdiste la conciencia al instante. Y efectivamente ella te había perdido de vista unos segundos antes y cuando te encontró yacías en el suelo. Se fue junto con Steve hace aproximadamente una hora.

Asentí. Minutos luego John se fue. Llevaba rato pensando en lo que había sucedido. Sentía un sentimiento de olvido y no sabía el por qué. No tuve otra opción más que conformarme con lo que recordaba y con lo que me habían dicho John y mi madre. Suspiré y miré la hora en el reloj de pared que se encontraba en mi habitación. Ya eran las diez y cuarto. Mañana sería sábado, el primer día oficial de vacaciones. Como solía hacer los viernes antes de terminar mi antepenúltimo curso de secundaria, esa noche me duché, pedí pizza, hice palomitas y me senté con mi madre a hablar y luego ver unas buenas películas. Mi padre está en Burlington en unas cuestiones de trabajo desde el jueves. Probablemente llegará mañana. Mamá y yo duramos hasta la cuatro y media despiertas y luego fuimos a dormir.

Al día siguiente cuando desperté lo primero que hice fue fijarme en la hora. Eran las dos y media de la tarde y reí para mí misma. Luego de ducharme y cepillarme bajé a comer algo. Todos los sábados mamá tiene clases de yoga a esta hora. Como estaba junto a un grupo de amigas del trabajo, se iba con ellas y por lo tanto dejaba el auto. Decidí ir a Quiznos para que Ellen me entregara mi uniforme. Al terminar tomé las llaves de la casa, las del auto de mamá y mi celular. Diez minutos luego, cinco de haber llegado y otros cinco luego de haber encontrado un parqueo no tan cerca del lugar que digamos, me bajé del coche y empecé a caminar hasta la entrada del lugar. Empujé la puerta hacia dentro y entré. Como todos los sábados a esta hora, Quiznos estaba repleto de personas y de camareros yendo de aquí para allá (con sus lindos uniformes negros) pero solo por esta vez no me fijé en eso. Mi mirada se centró en una sola cosa... o mejor dicho persona. A unos metros de mí, junto a la barra, se encontraba una persona desconocida para mí y sí que era... Dios mío. Me fijé bien en él. Medía uno ochenta, era delgado, pero con un cuerpo muy bien trabajado. Se podía apreciar su pelo ligeramente despeinado de color negro y debajo de su fina nariz unos labios delgados. Quise acercarme a preguntar por Ellen pero simplemente no podía dejar de mirarlo por alguna extraña razón. Además me di cuenta de que el que estaba allí no era Ethan. Por un momento centró su mirada en mí, dándose cuenta de cómo lo miraba y sonriendo burlonamente. Rápidamente mis mejillas tomaron un color rojizo, lo cual odio que pase y desvíe rápidamente la mirada. Salió de la barra y empezó a caminar hasta mí. Me di la vuelta para buscar a Ellen en otra parte, pero al hacerlo, sentí como él tomaba mi mano impidiéndome moverme. Me zafé rápidamente y lo miré con cara de "¿Qué te pasa?" Él sonrió como hace un rato nuevamente. Rodeé los ojos y me crucé de brazos.

-Hola. Soy Aiden Dixon. -y sonrío.

¿Un ángel?Where stories live. Discover now