Cediendo a los deseos

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*Godric*

Angosté los ojos cuando vi como Milan se escurría en silencio entre toda la multitud. Me alejo tambaleante de mis amigos, ya había perdido la cuenta de los tarros de cerveza, solo sé que desaparecían conforme me los ponían en la mano.

Torpemente paso entre la gente, algunos se apartan con respeto, otros han perdido completamente el sentido y siguen bailando. Incluso siento una que otra mano y cuerpo pegarse más de lo debido a mí.

Cuando consigo llegar al bosque puedo ver a lo lejos una mata de pelo blanco. Lo observo por un momento, esperando que llegue alguien más pero nada pasa, Milan parece distraído pues no ha notado mi presencia que torpemente intento de ocultar, se estruja las manos y mira nervioso para todos lados.

Ahí en medio del tenebroso bosque con sus alrededores negros y profundos.

Solo unos segundos después, decido hacerme notar saliendo detrás del árbol. Mi hermano me mira sorprendido, da un pequeño salto hacia atrás.

-me sorprendiste Godric- reclama llevándose una mano al pecho.

-¿a quién esperabas Milan?- me cuesta hablar, siento la lengua pesada y la mente brumosa.

-a nadie- responde tajante. Camino hasta el tropezándome con algunas ramas. Encierro su delgado brazo en mi mano.

-¡no me mientas!- le zarandeo a la vez que grito. Con la otra mano le tomo de la barbilla, lo fulmino con mis ojos rojos, sus propios rubíes se llenan de miedo.

-estas borracho Godric- me reclama fiero intentando soltarse de mi agarre- suéltame y volvamos al castillo- su voz sale suave, intenta persuadirme.

Le miro, observo su cara sonrojada por el frio de la noche, muerde sus labios nerviosamente. Mi mente confusa no lo piensa mucho antes de estampar mi boca contra sus labios, Milan gime sorprendido, luego jadea intentando apartarse, pero yo aprieto su barbilla obligándolo a abrir su boca.

Disfruto cuando interno mi lengua en su boca buscando la suya, pero solo encuentro resistencia, gruño de frustración, lo empujo, pero mis pies se enredan con los suyos, los dos caemos sobre la tierra.

Aplasto el pequeño cuerpo contra la tierra.

-¡déjame Godric!- su grito sale desesperado y quebradizo, una de mis manos encierra sus muñecas arriba de su cabeza, le obligo a abrir la piernas con mis rodillas, haciéndome lugar entre ellas. Interno unas de mis manos entre su vestido, con mi mano libre acaricio sus muslos, disfrutando el tacto de la piel suave y fría.

Sus piernas se mueven frenéticas intentando liberarse. Sus gritos no paran de resonar, perdiéndose en las profundidades del bosque y mi mente. Mi mano se interna en el muslo llegando hasta los glúteos tiernos que aprieto.

-por favor Godric- ahora su voz sale en un susurro mientras hipa y lágrimas saladas caen de sus mejillas. Lamo las gotas, cubro nuevamente su boca le beso mordisqueo su labio.

-eres mío Milan, solo mío- los sollozos se hacen más fuertes, su cuerpo tiembla. Una voz en mi cabeza grita que lo deje, le estoy haciendo daño. Pero tantos años conteniendo estos deseos, ya no hay vuelta atrás.

Busco con mi dedo su entrada, la encuentro totalmente seca.

-no por favor no, n-no- implora sacudiéndose intento liberarse.

-lo siento Milan- susurro casi en un sollozo, mi mano libre van a mis pantalones, con torpeza intento abrirlos pero no puedo.

-¡maldito imbécil...!- es lo último que escucho antes de sentir un agudo dolor en la cabeza, seguido de una bruma que me devora hasta llevarme a la inconciencia.

AÚLLA CONMIGODonde viven las historias. Descúbrelo ahora