Maryse casi no podía articular palabra desde que vió morir a Renly a manos de ese ser, no lograba asimilarlo. Brett bajó del caballo y paró al caballo en el que iba Maryse.
- ¿Por qué paras? - Era un fino hilo de voz el que salía de la boca de Maryse.
- No sé qué vería en la tienda de Renly cuando le mataron, pero no es culpa suya, ¿entiende? Lord Stark no se sentirá decepcionado con usted.
- Suba al caballo, Brett. No quiero entretenerme más. - Ella hizo que el caballo reanudara el paso, dejó que Brett fuera delante, ella no reaccionaba a nada, sólo podía pensar en cómo Renly había muerto. La imagen de Loras llorando al lado de su cuerpo, no podía ver a su hermano así y las lágrimas escocían en sus ojos tan fuerte que no veía por donde iba.
- Mi señora, ya estamos llegando. - Brett habló desde su caballo, sin girarse a mirarla. Ella no respondió, sólo quería ver a Robb, que él tuviera un momento para ella y poder hablar de su futuro en Invernalia con su hijo. No quería nada más, sólo un poco de cariño.
-X-
Robb caminaba por el campamento y a lo lejos vio a Jeyne, la conocía el día de antes y no había podido quitársela de la cabeza, no entendía por qué, él estaba casado, quería a Maryse.
- Hemos acampado en un bonito lugar. - Ella, que escribía una carta, le miró y dejó de escribirla. - Es una pena que tengamos que marcharnos tan pronto ¿verdad, mi señora? - Se sentía raro y nervioso hablando con una mujer joven y tan guapa como ella era, la última mujer joven con la que habló fue Maryse y con ella fue más fácil porque ya conocían su futuro.
- Sí. ¿Por qué me llama mi señora? ¿Por qué cree que soy de alta cuna? - Ella se levantó para hablarle como gesto de respeto. - Quizá soy hija de una familia de pescadores. O de herreros. - Robb no respondió, simplemente se miraron. - Siempre fui una mala mentirosa.
- No me dijo su apellido.
- ¿Todavía quiere sabe si soy un espía? No lo soy.
- Aunque lo fuera también lo negaría.
- Me ha pillado, ahora mismo estaba escribiéndole una carta a los Lannister informándoles de vuestros planes y vuestra posición. - Ella bromeó mientras miraba la carta. - ¿Sabe algo de la reina?
- Todavía no ha llegado. - La pregunta le hizo caer de golpe en el suelo, cuando pensaba en Maryse y en Jeyne se sentía divido.
- Pronto volverá, es una mujer fuerte. - Jeyne se quedó seria y miró detrás de Robb viendo como aparecía Maryse junto a Brett, Robb se dió cuenta como su mirada cambiaba de lugar y se giró para encontrarse a su esposa a dos pasos.
- ¡Maryse! - Robb se acercó a ella y la abrazó, fue un abrazo demasiado corto para lo que Maryse necesitaba. - Ella es Lady Jeyne.
- Es un placer, mi señora. - Le dio una pequeña reverencia con la cabeza.
- El placer el mío. Si me permite, ¿puedo saber su apellido?
- Westerling. - Maryse sabía quienes eran, alguna vez había escuchado hablar de la Casa de los Westerling.
- Si nos disculpáis, debo hablar con mi esposo. - Jeyne dio una pequeña sonrisa y se marchó después de mirar a Robb, él la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista; aunque Maryse vio eso, no quiso darle demasiada importancia, tenía otros problemas de los que hablar con él. - Robb, ¿podemos ir a tu tienda? - La voz de Maryse volvió a ser un fino hilo de voz. Robb la miró y rápidamente la metió en su tienda. - Me han devuelto los restos de tu padre. - Los recuerdos de lo que vió dentro del baúl y el olor que invadió la tienda la noche que Petyr Baelish fue a verla, volvieron de golpe. Notó como su voz comenzaba a temblar. - Mataron a Renly frente a Loras y a mí. - Los recuerdos la golpearon con más fuerza, haciéndola llorar frente a Robb. - No fue algo real, Robb. No tenía huesos, ni piel. Era horrible, y eso le mató. - Ella se dejó caer de rodillas, sin poder dejar de llorar; por primera vez desde que habían entrado Robb dejó su posición para volver a ser sólo marido y mujer. Se arrodilló junto a ella e hizo que llorara con la cara enterrada en su pecho.
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