-Escribeme algo.
-¿Que quieres que te escriba?
-No lo se, otro momento, otra vida.
Ciudades de Escarcha es una novela corta formada por historias nacidas del amor y la desesperanza. También puede verse como una antologia, pero no es tanto el objetiv...
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Foto: Pina Bausch
Miraba a los trapecistas como si su vida tambien estuviera en riesgo, atenta a cada movimiento, a cada expresión en sus rostros.
Yo la miraba a ella, observaba como se la llevaba el viento. No sabia que hacer, si abrazarla, robarle un beso, o tomar su mano para que no volara tan lejos.
No era común que el circo viniera al pueblo, siempre veiamos los trenes que los llevaban pero no solian quedarse ni para descansar. Mi padre decía que la ultima vez que habia visto uno fue cuando el y mi madre eran novios.
Quizas las historias tienden a repetirse. Como los relojes. Siempre son los mismos numeros pero jamas el mismo tiempo. Las doce de ayer no son las doce de hoy.
Jamas habiamos visto caballos tan bellos y mucho menos un leon. Todos en las gradas temblaron y uno que otro gritó cuando se escuchó el primer rugido. Las palomitas de maiz volaron como estrellas fugaces con sal.
Cuando salieron los payasos, los niños se asustaron. Se escondian en los vestidos de sus madres y fueron dejando poco a poco su escondite mientras las carcajadas eclipsaban el miedo.
Yo la miraba, sus pupilas dilatadas. Como una niña pequeña, como si la realidad fuera un sueño. La llame por su nombre, cerró los ojos y me besó. Apretó mi mano como nunca antes.
Cuando salimos no dijo nada, sus ojos flotaban por todas partes observando cada detalle y fuimos a su casa.
La notaba distinta, como si floreciera de la nada. Me amaba mas despacio, mas fuerte. Eramos uno con los latidos. Era morir y vivir de nuevo.
Vivir aqui tiene sus ventajas, por la noche nos miran las estrellas, iluminan los campos y casas, en la ciudad no pasa eso. Las estrellas se han marchado, o tal vez nadie mira al cielo.
Le bese la frente antes de dormir y de sus labios se escapó como un suspiro.
Te amo.
Abri los ojos y el sol entraba por la ventana. Su almohada estaba vacia y el circo ya no estaba.
