El Trono Maldito©

capítulo 20

Hadarah llegó al palacio con la bebé en brazos, sus ojos estaban rojos y su pecho dolía, las criadas que la encontraban en su camino la miraban extrañadas.

Con pesar se dirigió a sus aposentos, miró a su pequeña hija en su cuna y luego miró a Shadia, la pequeña morena dormía plácidamente en sus delgados brazos.

—No quiero que por ningún motivo llamen a Shadia hatun, ella será un Hamimsultan, su madre era hermana del sultan—las miró—No quiero que nadie sepa que su padre era un maldito negro violador y menos  que su madre sufrió, ¡Entendido!

—Si sultana—dijeron  todas sus criadas.

Diez Meses después.

Hadarah caminaba con la pequeña en brazos hacía el harén, ese día Abdullhamit se iba a la guerra y no sabrían cuándo regresaría.

Miró a Mahidevran con odio, ella se había burlado de la suerte de Ayşe y Hadarah se había vengado golpeandola muy fuerte.

—Admiro mucho el amor que le das a tus hijos y a Shadia, serás una gran valide —dijo Menekşe tosiendo.

—Hace semanas la veo enferma ¿anda todo  bien?

—Si todo bien, es un resfriado—le sonrió.

—Ahora que no está el sultán se siente una paz, sólo faltaría matar a Mahidevran —dijo Hadarah viéndo a Shadia caminar

—Usted manda—dijo Fatmadil

—¿Siempre estas lista para matar?—dijo Rümeysa riendo

—Siempre estoy lista para hacer pagar en la tierra los pecados cometidos—dijo y todas rieron

—Cuándo quieran casarse solo diganme, haré hasta lo imposible por verlas felices—dijo Hadarah riendo

—Pues este segura de que yo no—fingió vomitar Fatmadil

—Si eso implica dejarte, no gracias —dijo Rümeysa

—Siempre estará abierto para ustedes—susurró

Tres años después.

Hadarah miraba a sus hijos jugar, la pequeña Shadia estaba a su lado hablándole sobre sus lecciones de latino, a pesar de tener tres años era muy inteligente y eso a todas le encantó.

—Y ya se decirlo—finalizo

—¿Y la lectura del Corán?

—Me cuesta un poco, pero el príncipe Akram me ha ayudado mucho sultana.

—Shadia, ya te he dicho que me digas madre

—Me da pena hacerlo—bajo la cabeza—las hatuns dicen que mi madre era mala.

—¿Quiénes son esas hatuns?—se puso sería

—Rühfidar, Pranvera y Aynüra—susurró

—Tú mamá fue la persona más  buena que conocí Shadia, allah la quería con el, por eso se fue, no les creas nunca—la abrazó y Shadia asintió.

—Shadia ven—grito Akram y Pertevniyal le siguió, la morena hizo una reverencia y se fue corrió hacía donde los pequeños.

—Busca a esas malditas, que sepan que si vuelven a hablar mal de Ayşe les arrancare la lengua yo misma—dijo sería y Fatmadil asintió.

—¿Cuándo regresará mi hermano?—dijo Aziz sentándose al lado de su madre.

—Una guerra muy larga, pero por lo que se ya están cerca de lograr tomar Bagdad—dijo la rubia dejando su café a un lado

—Iré a ver a mis sobrinos—hizo reverencia y salió.

Caminó  hacía los aposentos de Hadarah quién les leía a sus hijos animadamente, hacía gestos y hasta la escucho cantar.

—Sultana—dijo Hadarah en una reverencia—¿Pasa a comer algo? 

—No puedo, sólo pasaba a ver a mis sobrinos —abrazó a cada uno—Pequeña Shadia tu también —la pequeña corrió a sus brazos, Rümeysa y Afife se vieron con una sonrisa—Cuidense—les sonrió y salió de ahí.

Caminó un poco más para ir dónde Mahidevran y la encontró viéndo a Mustafa y a Orhan dormir, mientras que su Hatun le cantaba a Gevherhan, no entro y sólo paso  de lejos.

Seis meses después Abdullah regresaba a la capital con la victoria, todos estaban de fiesta menos las mujeres en el harén, sabían que el llegaría y se llevaría a una.

—Madre—beso su mano y la puso en su frente, luego paso hacía su hermana la cuál beso su mano, cuando llegó hacía Hadarah permitió que está besara su mano y cargó por unos instantes a Akram ignorado así a Pertevniyal, cuándo paso hacía dónde estaba Mahidevran fue directo hacía sus Şehzades, la joven lo miró con odio mientras que Hadarah suspiraba frustrada a lo bajo, odiaba que el despreciara a su hija.

—Murhan, busca a las mujeres más hermosas—dijo el sultán —las quiero a todas esta noche—el eunuco asintió con pena y se dirigió a buscar a las jóvenes.

No más de diez mujeres entraron a la Hasoda, todos escucharon sus gritos, pero nadie hizo nada. A la mañana siguiente más de doce criadas sacaban sábanas con sangre de los aposentos, otras limpiaban los suelos y las paredes.

En el harén otras se negaban a entrar al pabellón pues sabían que ahí estaban los cuerpos, colgados o esparcidos por todo el lugar, vieron salir a Nezmih kalfa con lágrimas, la vieron doblarse y vomitar.

"El las descuartizo, las hizo pedazos, es horrible". Escucharon que se lamentó la mujer, la valide miraba desde lo más alto con asco todo.