Abro mis ojos, esperando encontrarme en una celda o alguna habitación de tortura, en vez de eso me encuentro en una camilla, una camilla blanca donde apenas puedo ver la manta que traigo puesta. Confiado, intento levantarme pero unas esposas unen mi mano izquierda a las barandillas de seguridad. Comienzo a mirar a mi alrededor, me recuerda mucho a un hospital, solo que no hay herramientas médicas, solo la camilla y un pequeño buró a mi lado derecho, encima de este una lámpara y una taza con agua.
Comienzo a desesperarme, doy tirones para intentar soltarme de las esposas pero solo hago que me duela más y más la mano.
Intento una vez más sacar mi mano de las esposas pero es imposible que salga, en este momento se me ocurre la peor idea. Tomo la taza con agua y la bebo, levanto la taza y la estrello contra mi mano intentando romperla, puedo ver mis huesos destrozados salirse de mi mano. Es un dolor inimaginable, nunca en mi vida había sentido tanto dolor. Miro sangre salir chispeando a la camilla.
Logro sacar mi mano y me levanto de la cama. Tomo la almohada y le quito el forro para enredarlo en mi mano y evitar que sangre más.
Me pongo de pie y camino hacia la puerta que está frente a la camilla. Quito el seguro que tenía la puerta y salgo a un pasillo iluminado, solitario, casi como un hotel, tiene un blanco reluciente que cualquier objeto de otro color resaltaría. Camino derecho y sin rumbo, esperando encontrar una salida. Giro mi cabeza de lado a lado para ver qué hay dentro de las habitaciones, pues las puertas tienen una pequeña ventana en le medio.
Al llegar al final miro una ventana de cristal al lado de unas escaleras, desesperado, intento bajar las escaleras pero algo me llama la atención, algo extraño. Miro a través de la ventana y observo puros árboles afilados, a unos cuantos kilómetros otro edificio de donde salen luces. Nunca había visto este lugar, ni siquiera creo estar en mi ciudad.
Bajo lentamente las escaleras, paso por paso, sosteniéndome con la mano derecha mi mano rota.
Por un momento sólo escucho mis pisadas, pero luego escucho otras pisadas fuertes provenientes de arriba, como si mucha gente estuviera bajando a la vez. Intento asomarme entre el espacio de los escalones y lo que miro me deja congelado.
Lo que creí que solo en las películas se veía estaba pasando, en la vida real, a mi. Comienzo a imaginarme muchas teorías, una de ellas era que sea una broma, una muy bien ejecutada como para que tengan que secuestrarme. No podía ponerme en riesgo esperando a que alguien diga "es una broma" por eso decidí bajar corriendo las escaleras hasta llegar al primer piso. Miro un letrero con la palabra "exit" con una flecha apuntando a la derecha. Corro hacia donde me apunta la flecha pero oh sorpresa, cuatro guardias armados me esperan apuntándome con un arma. Solo levanto mi mano y espero lo peor.
—¡No disparen! —grito esperando a que los guardias me escuchen, giro de nuevo mi cabeza hacia las escaleras y veo a los zombies correr hacia mí y los guardias.
Los guardias dejan de apuntarme y comienzan a disparar a los zombies que eran demasiados. Tras la distracción de los guardias camino detrás de ellos y corro rápido hacia la salida, hasta perderme entre los árboles.
Corriendo entre tropiezos por las raíces de los arboles consigo alejarme lo suficiente como para no ver el edificio. Disminuyo mi velocidad y me aviento al suelo. Recargo mi cabeza y espalda en un tronco de árbol para ver mi mano, quito delicadamente el forro de mi mano, tratando de no lastimarme más. De nuevo miro mi hueso salido de mi mano y sangre coagulada, necesito ayuda, pero no quiero regresar.
Recuerdo aquel edificio que miré a través de la ventana, tal vez ahí me pueden ayudar con mi mano. Cubro de nuevo mi mano con el forro ensangrentado, me levanto y sigo caminando en dirección a donde vi el edificio.
