XXV. El fin de una era

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Después de todo haber terminado, los agentes de control de daños llegaron al lugar y tanto Amelia como Pepper seguían arrodilladas y tomadas de la mano frente al cuerpo inerte de su padre y esposo respectivamente; habían cerrado sus ojos, parecía que dormía, y ninguna de las dos se movió del lugar hasta que Steve se acercó a ellas y les tocó el hombro con cuidado para avisarles que debían llevar a Tony a otro lugar. Ya no lloraban, habían sacado todas sus lágrimas en todo el tiempo que estuvieron en la misma posición y ambas se pusieron de pie ahora viendo a la nada, tomándose de las manos y pensando en lo que pasaría a continuación.

Lo primero que ambas pensaron fue en Morgan, ¿qué iban a decirle? ¿Cómo le dirían que su padre ya no regresaría nunca más? Era algo que les pesaba y deseaban no pensar en el futuro próximo en el que él ya no formaba parte, una agente llamó a Pepper e incluso en contra de la voluntad de Amelia, se acercó a hablar con ella dejándola sola.

Amelia no podía ver a nadie a los ojos, incluso cuando había volteado la mirada para admirar el respeto que le habían demostrado a su padre al arrodillarse ante él y lo que había hecho por ellos, fue un momento que nunca olvidaría y agradecería siempre. Bruce fue el primero que se acercó a ella, sabía que era su mejor amigo, y sus labios comenzaron a temblar en el momento en que la tocó preguntándole si se encontraba bien, fue solo cuando la abrazó cuando sus ojos comenzaron a acumular lágrimas de nuevo y se dejó llevar mientras él seguía rodeándola con sus brazos.

—Necesitas un doctor —susurró habiendo visto su pierna que aún continuaba sangrando con la herida abierta que por la adrenalina y la conmoción se había olvidado que tenía.

Ella asintió y se dejó llevar estando presente de manera física, pero su mente viajaba en lugares desconocidos, aquel día fue uno de los más grises que ella tuvo en su vida, aún cuando habían logrado su plan de salvar al universo, dos vidas se habían ido para siempre y no volverían.

[•••]

El funeral tomó lugar en la casa del lago, sitio que había sido su hogar los últimos tres años, donde habían conseguido consolidarse como familia.

Amelia se encontraba sentada en el sillón de la sala observando cómo Pepper acomodaba el sencillo y bonito vestido negro que Morgan vestía, había tomado la noticia como una adulta, y les aclamaba a su madre y hermana que lo volverían a ver algún día, de alguna forma y ella creía también en eso. Amelia vestía un vestido negro también, con zapatos bajos debido a su pierna que se encontraba vendada y por consejos de Bruce debía utilizar un bastón de apoyo para no lastimarse más, aquel objeto lo tenía a su lado, odiaba usarlo, pero no le quedaba de otra, al menos sería solo por un tiempo. Sintió el sillón hundirse de su costado izquierdo donde Steve ahora descansaba después de haber movido varias en cosas en son de ayudar a los detalles que faltaban.

Un día antes habían ido al funeral de Natasha que había sido tan emocional como ese día se estaba tornando y ambos tenían en la cabeza que no podrían aguantar ni una cosa más. Amelia seguía observando a su hermanita intentando escapar de su madre cuando sintió la mano de Steve posarse sobre la suya haciéndole voltear hacia él.

—¿Estás bien? —le preguntó con un rostro que no podía irradiar más que preocupación y después de ver el de Amelia pareció retractarse de lo que dijo— ¿pregunta tonta?

—Algo —le sonrió pequeño sin tener felicidad en el gesto— es solo que no puedo creer que no esté aquí...

—Ninguno de nosotros —ambos permanecieron en un pequeño silencio que solo fue roto por el suspiro del capitán— después del funeral devolveré las gemas y todo habrá acabado

Amelia asintió ante la información, aunque el tono en el que habló le había parecido sospechosa, había algo escondido entre sus palabras y entonces volteó a verlo una vez más.

Amelia: Infinity WarWhere stories live. Discover now