Volvamos a vernos.

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Era una tarde de otoño y el viento soplaba, se sentía frío, señal de que el invierno estaba cerca, el chico humano se encontraba sentado bajo un árbol tomando una pequeña siesta, a pesar de estar dormido aún se encontraba atento a los sonidos de su alrededor, podía sentir el viento rosar su cara con suavidad y oía como las hojas eran arrastradas por el mismo. A los pocos minutos pudo escuchar unas pisadas fuertes que se dirigían hacia su posición, el ya sabía de quién se trataba, nada más y nada menos que su única amiga.

Hey Kris, ¿Qué haces durmiendo ahí?— Preguntó la monstruo quien llegaba con las manos en los bolsillos.

Nada, solo me relajo, el día está perfecto para eso.

Para tí siempre es un día perfecto para relajarte, incluso cuando hay clases.— Decía a modo de regaño mientras se sentaba junto a él.

Ja ja... ¿Qué hay de tí Susie?, ¿Qué haces aquí?, Pensé que tu madre te había castigado por romperle las gafas a Berdly.— Preguntó algo divertido.

Pfff... Ja ja, realmente te estaba buscando, y pues sí, se supone que estoy castigada, pero ya sabes cómo es mamá, no tiene ni tiempo para ver que cumpla mi castigo.— Gruñó internamente, pués le molestaba el hecho de que su madre apenas y se preocupa por su hija. —Aunque ese imbécil de Berdly se tenía bien merecido el puñetazo que le dí...

El chico asintío mientras reía por lo bajo para luego soltar un suspiro.
Gracias por eso Susie...— Le miró de reojo con una pequeña sonrisa.

No es nada, no iba a dejar que ese idiota se burlará de tí de esa manera... además, tampoco es que me agrade lo suficiente el cabrón...— Al notar que el chico la miraba desvío la mirada en señal de nerviosismo, pues los ojos del chico eran extrañamente penetrantes a la par que bellos, como sí pudiesen ver tu alma.

El chico se puso de pie y sin aviso comenzó a andar por la acera. —Ven, quiero mostrarte algo.— Dijo mientras continuaba su camino, la chica lo miró confundida, y sin decir nada lo siguió de cerca.

Susie internamente se preguntaba a donde la llevaba el humano, pues empezaba a notar que se alejaban del pueblo, pero tras minutos de andar caminando vío que se dirigían a un sendero en el bosque el cual estaba cubierto por un arbusto enorme justo a la mitad del camino, ella se detuvo pero el humano atravesó el arbusto, ella lo miró extrañada, pero luego encogió los hombros y lo siguió.

Solía venir con mi hermano aquí cuando no teníamos nada mejor que hacer.— El humano seguía sin voltear, sólo veía al frente sin decir mucho.

Ya veo... A decir verdad nunca conocí esta parte del pueblo.— La monstruo se rascó la nuca.

Pronto el suelo comenzaba a elevarse pues estaban subiendo por una colina, no se elevaba mucho, pero sí lo suficiente como para que al estar de pie se pudiera ver por encima del bosque. El chico humano se sentó viendo en dirección al pueblo, cerró los ojos y soltó un suspiro, su compañera solo se quedaba de pie viendo a sus alrededores, la vista era bastante bonita, luego se giró hacia su amigo.

Viejo, sí que me sorprende que no haya notado que esto estaba aquí, y eso que cuando me saltaba las clases me daba vueltas por el pueblo.

El chico sonrió con los ojos aún cerrados, y palmeó el suelo a su lado indicándole que se sentase junto a él, a lo que instintivamente ella obedeció. —¿Que tan seguido vienes por aquí rarito?— Se puso lo más cómoda posible mientras veía los tejados de las casas en el pueblo.

No sé, aveces de dos a tres veces por semana, otras ocasiones vengo de lunes a viernes, realmente vengo cuando me apetece, mientras no haya clases claro está.

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