Sonrisa (edición de trajes de baño)

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¿Que cómo me fue el sábado? Mejor déjame explicarte el cuento entero.

Ese día me tocó ir a Detroit a visitar a unos tíos. Dado que mi compromiso no iba a tomarme mucho tiempo, aproveché para ejecutar un plan que había concebido hace poco. ¿Cual plan? Uno para conquistar a la chica de mis sueños: Leni Loud.

Así es. Esa bella chica, más dorada que el sol de verano, más pura que el agua de las montañas (embotellada, por supuesto), es quien me inspira a ir a trabajar cada día. Es por su sonrisa de dientes perfectos que mi mundo está de cabeza y mi rostro está igualmente sonriente mientras soporto mi molesto empleo.

¿Y cual es mi plan? La cité aquí en Belle Isle Beach, un área muy hermosa de la ciudad. La gente viene aquí en días de calor para disfrutar de la frescura del lago St. Clair. Aquí estaremos las dos, solas, sentadas en las doradas arenas, frente a las aguas cristalinas y contemplando la abrupta línea urbana de la caótica Detroit y la serena Windsor, en el lado canadiense.

Claro está que también cuento con un arma secreta. Ya que mis tíos me enviaron a una tienda muy exclusiva de la ciudad, a conseguir un traje de baño recatado para mi abuelita en Royal Woods, también busqué uno nada recatado para mí. Tenía que ser pequeño. Tenía que ser de color negro. Y más que nada, debía destacar mis caderas. Con frecuencia Leni ha dicho que es la parte de mi figura que más envidia (que ella diga eso, teniendo ese lindo cuerpo, es un gran halago). Quería que me admirara, que me acariciara, y cuando más embelesada estuviera, robarle un beso. Ni imaginas cuánto ansiaba saborear esos labios... han de ser tan dulces como ella.

Por fin llegué a la playa. Leni me acaba de mensajear, diciendo que tuvo un pequeño retraso, pero que no tarda. A esta hora de la mañana, ya hay varios turistas paseando bajo el cielo azul. Algunos ponen música molesta a todo volumen. Otros ríen como hienas. A mí solo me interesa llegar a los vestidores y lucir mi soberbia figura. No por ese montón de fulanos, sino por la mejor chica del universo.

Llegué a los vestidores, y una niñita que acababa de salir con su traje rosa puesto se me queda viendo. "¿Acaso tengo monitos en la cara? Piérdete, mocosa", pensé en ese momento.

Su madre salió del vestidor, con su bikini blanco, y la tomó de la mano. Ambas se retiraron, pero escuché a la enana decir:

—Mami, ¿Por qué esa señora tiene la cabeza tan grandota?

Me lleva la... ¡Soy señorita! ¡Y no es mi cabeza, es el peinado! ¡Lo he dicho cientos de veces! Me decepciona que la gente no aprecie un estilo tan sofisticado y original.

Su madre respondió: —Silencio, hija. Respeta las enfermedades ajenas.

Mi mano terminó estrellándose contra mi frente.

Decidí ignorar eso y ponerme el traje cuanto antes.

Y el resultado fue mejor de lo esperado. El corte bajo del bikini hace que mis caderas se vean más anchas, a la vez que destaca mi abdomen tonificado y encoge mi cintura. Con el sostén no hubo problema. Por supuesto. No necesito nada de ayuda extra teniendo un busto tan soberbio. El espejo lo confirmó: soy un bombón.

Salí a unirme a la multitud, a alegrar la vista de un montón de desconocidos. Logré escuchar un par de suspiros, y eso no logró más que hacerme lucir mis pasos de modelaje con mayor arrogancia.

Me detuve frente al lago. La fresca brisa me hizo bajar el maletín, poner las manos tras mi cabeza y cerrar los ojos, para ser acariciada por el exquisito aire.

"Ah, Leni", pensé. "Necesito que estés ya junto a mí. Es tu maravillosa presencia lo único que le falta a este grandioso momento. Estaré completa cuando tu hermoso rostro me contemple, tu voz melodiosa pronuncie mi nombre y sienta el tacto de tus suaves manos rozando mi piel. Tal como siento en mis senos..."

Sonrisa (edición de trajes de baño)Место, где живут истории. Откройте их для себя