*MATCHA*

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El frío era casi insoportable, el callejón Diagon estaba cubierto por la nieve, aún así estaba abarrotado de gente realizando las compras de último minuto para los días de más importancia.

¡Por Merlín mismo!, él solo iba a comprar unos libros para realizar las nuevas pociones y ni podía caminar bien ya que la trifulca de gente era demasiada para poder avanzar como se debía.

Con sus guantes negros que cubrían hasta la mitad de sus dedos de la mano, se enrollo aún más la bufanda oscura en su cuello, el frío le causaba escozor en la vieja herida de guerra, rastro de sobrevivir ante la mordedura de Nagini, cubrió incluso su boca pues al respirar le ardía la garganta, solo se podía ver el vaho que se creaba al exhalar entre los pliegues de la bufanda.

Si no se apresuraba seguro si enfermería, estaba tan concentrado en salir de ese mar de gente que ni siquiera noto cuando había llegado a una parte abandonada del callejón Diagon, aquella vieja evidencia de los ataques mortífagos, ya años atrás.

Para colmo ahora tenía que regresar pues las tiendas de libros estaban del otro lado.

Detuvo su avanzar al escuchar un ligero sonido de piano, giró sobre sus talones para notar entre los callejones destrozados un negocio, una enorme ventana de cristalería fina mostraba el interior.

Luz tenue y cálida, una mesa de manteles cremas y de diseños bizarros sacados de los cuentos muggles de Alicia, la puerta era de cedro con sólo una placa dorada.

El café —leyó solo en su mente, se le hacía curioso al pocionista, el nombre del sitio.

Era extraño hallar ese local activo entre los escombros de lo que fue un campo de batalla, era sospechoso pero como sus viejas costumbres aún le embargaban optó por entrar.

La campanilla sobre la puerta sonó anunciando al cliente—. Bienvenido —realizó una cortesía antigua, levantando con fineza las faldas, mientras sostenía con su otra mano un enorme tenedor largo color oro y decorado con un listón verde a detalle en rayas.

—Buenas noches, soy Matcha y estaré a cargo de su pedido, ¿puedo tomar su abrigo? —término de presentarse.

Era una pequeña mesera con ropas algo extrañas, de tono verde como la casa de Slytherin, con rayas y otros diseños bizarros, olanes y encajes, ojos verdes del mismo color que su ropa, tez clara y fina pareciendo una persona medio adormilada, cabellos largos y castaños claros casi pareciendo rubia, para rematar un pequeño sombrero de copa (colocado de lado) con los mismos colores y diseños.

El pocionista observó todo el lugar, era amplio, mesas con el mismo diseño que vio en la ventana, macetas llenas de plantas silvestres y flores que iluminaban las mesas con luciérnagas pequeñas alrededor de los floreros, sillas cómodas de diferentes colores cremas, en las paredes maceteros y cuadros así como repisas con libros, el ambiente era cálido así como la música de fondo era tocada por un piano que se controlaba por magia.

Fue guiado por la joven a uno de los ventanales donde estaba la mesa, colgó su abrigo dentro de un clóset detrás del mostrador del cual era vigilado por otra chica de ropas similares pero con tono distinto.

Severus podía ver desde ahí, diferentes secciones en el negocio.

La joven mesera regresó, acomodando una jarra con agua de limón y una pequeña bandeja con toallas enrolladas, así como una cesta llena de pan recién horneado.

—No lo he pedido —dijo el pocionista.

—El agua y pan son ilimitados, puede pedir otra ración cuando desee, además requería secarse la humedad de la nieve —respondió la mesera, realizando una cortesía—. Cuando desee solicitar su pedido puede llamarme, por el momento disfrute su descanso profesor Snape.

El Café ⌜Especial Fest-Aniv⌟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora