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-Irene, ¿qué puedo hacer? – escondió su rostro entre sus manos para soltar un suspiro ahogado. La rubia la miraba entristecida.

-Cariño, no lo sé – dejó su café en la mesa y acarició la espalda de su amiga. Sadie se enderezó un poco, para mirar a Irene que la observaba. – espera a ver qué ocurre, solo han pasado dos días.

- Pensaba que no se iba a enfadar de esa manera, yo... - miró su teléfono – creo que me equivoqué al decírselo.

- Amiga, estás desesperada – soltó Irene sin ningún pudor.

-¿Cómo voy a estar? Me gusta y no quiero estar mal así con él. Había decidido luchar por mis sentimientos pero lo único que he hecho ha sido fastidiarlo todo. – Agachó la cabeza. Se sentía terrible. Quizás Kook sufrió en esa etapa porque Jimin les trató mal. Era entendible, Jungkook tenía todo el derecho de estar así con ella. Sin embargo, la chica le importaba mucho aquel chico de esa sonrisa dulce y tierna.

-Mira, lo último que debes hacer es estar así. Por experiencia solo sirve para crearte un dolor de cabeza. Él llamará. – sonrió intentando dar ánimos a la pelinegra, sin éxito. – y si no te llama, no era el indicado. Sadie, tú no lo has hecho a mala intención. Eso es lo que cuenta.

- Pero él no lo vio así – Sadie se recostó en el respaldo del sofá cerrando los ojos. Irene se aproximó a ella y apoyó su cabeza en su hombro.

Se quedaron un rato en silencio, intentando buscar las palabras adecuadas, sin embargo, a ninguna de las dos se le ocurría nada. Irene ya no sabía cómo consolar a su amiga, o mejor dicho, hablar del tema sin que se culpase o se pudiese triste. Entendía el punto de Sadie, pero aun así no se podía echar toda la culpa, puesto que eso pasó hace mucho y su ex tampoco hizo nada para que Jungkook lo supiese.

Ella sabía que algo iba a pasar con el paciente de su amiga, y lo supuso hace mucho tiempo. Sabían que los dos empezaban a sentir algo el uno por el otro: Sadie se preocupaba muchas veces por él, y se tomaba muchas molestias por el maknae. En cambio, Jungkook era muchísimo más obvio. Por dios, ¿acaso Sadie no se daba cuenta? Desde que le empezó a contar todo se notó como él se preocupaba por ella y las cosas que hacía por esta: el día en el que él le salvó de ser atropellada por un coche, cuando la consoló en la discoteca...

Si, habían empezado mal, pero eso no significaba que no se pudiesen gustar después. Sadie y Kook era la prueba de eso.

Miró a su amiga, se veía mal, muy mal. Realmente sentía algo por ese chico. Y tenía ganas de pegarle por pasarle un mal rato, sin embargo entendía el punto de Jungkook con enfadarse. Así que se le ocurrió la idea de cambiar de tema y olvidar por un momento que existía ese chico con cuerpo de adonis y cara de ángel.

- Necesitas tranquilizarte, esto no te hace bien – sugirió Irene y miró la mesa con los dos cafés – eso tampoco ayuda.

-¿Qué? – preguntó confusa Sadie. Irene señaló las tazas.

-¡Eso solo te va a dar más energía para pensar! – la otra negó con la cabeza, sonriendo levemente.

- Mira que eres paranoica – la otra se hizo la ofendida, poniendo su mano en el pecho y echando su cuerpo hacia atrás.

-¿Perdona? – Dijo y tiró un mechón de pelo hacia atrás – encima de que te estoy aguantando...

- Sabes que da igual si tomo café o no – sonrió más ampliamente la pelinegra.

- Claro, como no tiene cafeína... - cogió las tazas y empezó a caminar a la cocina – hoy tomaremos zumito, con muchas vitaminas.

- Oh, no – dijo mirándola raro - ¿Quién eres?

-Oh, sí – contestó su amiga – y soy tu peor pesadilla.

Empezaron a reírse de su estúpida conversación. Sadie no sabía cómo tenía a una amiga tan buena como ella.

-Ey, ¿quieres que hagamos una pijamada con las chicas hoy? – Sadie abrió la boca pero antes de contestar volvió a decir – sin decir lo que te ha pasado, pero te recomiendo de que te duches y cambies esa cara si no quieres que te atropellen con preguntas.

-Pero... solo quiero estar sola y asimilar...

-Muchacha, eso será torturarte a ti misma. – Dijo Irene sin preámbulos - ¿Quieres eso? Te recuerdo que ahora si voy a ser yo quien te haga olvidar el mal de amores pero necesito que pongas de tu parte.

Sadie empezó a pensar, no era una mala idea. Quizás necesitaba eso, necesitaba olvidarse un momento de lo que le ocurría con Jungkook y mirar a su alrededor.

-Vale, tú las llamas mientras que yo me alisto – se puso de pie y empezó a encaminarse a las escaleras – pero diles que traigan comida si no quieren morir de hambre.

-Como siempre amiga – respondió mientras tecleaba el número de Yeri.

Sadie subió a su habitación y miró la ventana, estaba anocheciendo. Se sentía muy agradecida y apenada por Irene, pues había estado literalmente todo el día con ella y no se cansaba de secarle las lágrimas, apoyándole en esa situación que se había ocasionado gracias a esta. Irene era una grandiosa chica, pues literalmente se había portado con ella geruinamente y nunca le había dejado tirada.

Cogió un pijama ligero, estampada con ositos rosas. Aunque pasasen los años, a Sadie le encantaba todavía ese tipo de prendas, y sobre todo para estar en casa. Se metió al baño de su cuarto y se quitó la ropa para meterse a la ducha.

No entendía como habían llegado a esa situación. Pero no podía pensar más en eso. No era saludable, como decía Irene. Ella ya había hecho lo que tenía en su mano para sincerarse totalmente con él, si no lo entendía, no había más de que hablar.

Cuando salió de la ducha y se vistió miró por última vez su conversación con él, y se arrepintió de sobremanera pues él estaba en línea. Sabía que era una posibilidad de hablarle, pero estaba realmente asustada de su reacción. Miró hacia la puerta, Irene seguramente estaba en la cocina o en el salón hablando con sus demás amigas por teléfono. ¿Y si...?

Sadie

¨Jungkook, yo... te lo conté porque quería que lo supieses...¨

¨No intenté hacerte sentirte mal intencionadamente...solo...quería serte sincera¨

¨ ¿Podrías intentar ponerte en contacto conmigo cuando puedas? Necesito hablar contigo¨


Sadie suspiró y dejó su teléfono en la mesita de noche, no iba a llevarse su teléfono y esperar por un mensaje que probablemente no llegaría. Así que bajó las espaleras con un nudo en su garganta y sonrió falsamente el ver a su amiga Irene. 


Ains, quién lo diría, ¿eh? 

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Ains, quién lo diría, ¿eh? 

Me da penita por los dos :c

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Muchísimas gracias por este apoyo.

Os quiero mucho. 

Butterfly.

Mi Psicóloga (COMPLETA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora