Diez

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Almuerzo en Gladstone’s e Ivan llegaba tarde. No sé para qué me molesto en intentar ser puntual con mi primo cuando él desde luego no lo es. Miré el reloj y eché una ojeada alrededor de la sala. Este lugar que en el siglo pasado fue un club de caballeros había resucitado con mantelerías blancas, mucho cristal y maderas claras, y ya no se parecía nada al enclave social exclusivo para hombres destinado a los londinenses privilegiados de hace cien años. Bueno, Ivan habría encajado allí a la perfección. Mi primo era un lord de la realeza, aunque odiara que se lo recordaran y desde luego no actuara como tal. Ninguno de nosotros podía evitar haber nacido de una manera determinada e Ivan no podía controlar que su padre hubiese sido el anterior barón de Rothvale, igual que yo no podía cambiar el hecho de que mi padre condujese un taxi londinense. De todas formas, nos unían cosas mucho más importantes que el dinero.

¿A quién intentaba engañar? Ivan podía tirarse de un puente si quería, yo tenía frente a mí en la mesa a dos mujeres preciosas y felices, mi chica y su mejor amiga.

—Señoritas, parece que las compras os han sentado muy bien. —Les serví a las dos de la botella de Riesling que había pedido. _____ y Gabrielle sonrieron de oreja a oreja y se miraron con complicidad; obviamente compartían secretos femeninos que yo solo podría intentar adivinar.

Habían salido a comprarse un vestido cuando recibí un mensaje de _____ en el que me preguntaba qué iba a hacer para almorzar. Como solo se encontraban a unas cuantas manzanas de Gladstone’s, les dije que se unieran a mi almuerzo con Ivan. Quería presentárselo a _____ de todas formas, ya que esperaba que con su influencia pudiese Interceder por ella en la Galería Nacional. Qué demonios, no soy demasiado orgulloso para pedir un favor. Además, para él no era un problema. El tío estaba en la junta de uno de los museos de arte más prestigiosos del mundo y no le podría importar menos aunque quisiera. De hecho, estoy seguro de que Ivan dimitiría si pudiera hacerlo.

—Pues sí, Zayn. _____ se ha comprado un vestido vintage fabuloso para la Gala Mallerton. Ya lo verás —me advirtió Gabrielle.

Hice una mueca.

—Entonces me estás diciendo que estará aún más guapa que de costumbre. — Observé a _____ y vi cómo se ruborizaba y luego volví a mirar a Gabrielle—. Justo lo que necesito, más admiradores que la persigan. Pensaba que podía confiar en ti, Gabrielle, para que me ayudaras un poquito —imploré—. ¿Por qué no la has llevado a algún sitio donde vendan albornoces feos? —Mis palabras eran en broma pero en el fondo lo decía muy en serio. Odiaba cuando los hombres miraban a _____ como si estuviesen imaginándosela desnuda.

Gabrielle se encogió de hombros.

—La tía Marie nos habló de la tienda. A esa mujer se le da muy bien todo lo único y lo raro. El local es una auténtica joya vintage, escondido en un tranquilo rincón de Knightsbridge. Estoy segura de que volveré. —Me dedicó una sonrisita de satisfacción —. De todas formas, a ti te hace falta competencia, Zayn, te vendrá bien. —Dio un sorbo a su vino y dirigió su atención hacia los mensajes del móvil.

—No es cierto. Bastante mal lo estoy pasando ya, ¡muchas gracias! —Le cogí la mano a _____ y la besé—. Me alegro de que hayas venido a comer.

Ella solo me sonrió, sin decir nada, de esa forma suya tan misteriosa. Deseé que estuviésemos solos.

Por lo que se veía, Gabrielle era su amiga del alma, y protegía a _____ por encima de todo. Nuestro entendimiento funcionaba siempre y cuando ella me viese como un amigo y no como un enemigo, y hasta ahora había pasado la prueba. También resultaba guapa a su manera, pero no era mi tipo de mujer. Su pelo largo castaño, con ligeros destellos de un rojo oscuro, combinado con unos ojos muy verdes, era impresionante. También poseía una bonita figura y aunque no fuese mi tipo tenía ojos en la cara y no estaba muerto.

El Affaire Malik 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora