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DESPUÉS de haber visto a ______ con aquella ropa empapada que se pegaba a su cuerpo dejando adivinar cada una de sus lujuriosas curvas y de haberla besado, había pasado una frustrante noche llena de imágenes eróticas que lo habían hecho despertarse más cansado de lo que estaba antes de acostarse.
Tener a aquella mujer tan cerca todos los días lo llenaba de un deseo imposible y devastador. Milo estaba dando vuelta a todos aquellos pensamientos, cuando un inesperado ruido lo sobresaltó.
Se volvió y vio aparecer a_____, que caminaba dando tumbos de un lado a otro. Tenía el rostro muy pálido y un aspecto lamentable. Parecía que estuviera sufriendo una espantosa resaca, aunque Milo no sabía su origen, pues le constaba que no se había quedado con Duff a fumar puros ni a beber cerveza.
—¿Qué te pasa? —le preguntó él.
—Nada —respondió ella encaminándose hacia la cocina. Abrió el armario y, al tratar de sacar un cacharro lo golpeó con otro—. ¡Ay!
—Deja eso —le ordenó Milo —. Yo me prepararé el desayuno. Vuelve a la cama.
—No —dijo ella temblorosa, sujetándose como podía en la encimera—. Voy a hacerte el desayuno como cada mañana. No quiero que tengas motivo alguno de queja, ni que puedas decir que no cuido bien de ti.
—Pues siento decírtelo, pero lo que me parece es que hoy no puedes cuidar ni de ti misma — señaló él.
—No importa —dijo ella—. No te voy a fallar.
Milo frunció el ceño al darse cuenta de que tenía los labios de un azul pálido y de que el sudor había formado una ligera capa sobre su labio superior.
—¿Qué bebiste anoche antes de meterte en la cama?
—Una taza de té —dijo ella—. Por favor, cierra las cortinas. El sol me está matando. Sin duda, se sentía realmente mal.
—Smith, ahora sin bromas, por favor, vete a la cama antes de que te caigas.
— No. Voy a hacerte el desayuno —insistió ella, abriendo el refrigerador y sacando tocino y tres huevos. De pronto, se dio la vuelta—. Apártate de mí, creo que voy a vomi...
Una arcada acalló sus palabras al tiempo que las rodillas se le doblaban y la hacían derrumbarse.
Él se apresuró a sujetarla.
—Tengo que limpiar esto —dijo inmediatamente ella.
—Deja eso ahora. Voy a llamar al médico — dijo Milo .
—Estoy bien —respondió ella completamente pálida.
— ¡Si este es el aspecto que tienes cuando estás bien, no quiero ni pensar el que tendrás cuando estés mal! Lo siento, pero voy a darte la baja laboral y a meterte en la cama —dijo él.
______ empezó a respirar acelerada y entrecortadamente.
— ¡Necesito ir al baño!
No sin esfuerzo, Milo se las arregló para ponerla en pie y llevarla hasta el servicio.
—Por favor, vete de aquí. No quiero que me veas así —dijo ella mientras abría el grifo de la bañera.
—No me pienso marchar —le aseguró él—. ¿Qué puedo hacer para que te sientas mejor?
—Necesito galletas saladas y gaseosa.
Milo la miró temeroso de dejarla sola en aquel estado. Temía que se pudiera ahogar. Viéndola de aquella forma, sentía más ganas de estrecharla entre sus brazos, de protegerla y reconfortarla.
—No te metas en la bañera hasta que yo regrese —le ordenó.
—De acuerdo —dijo ella.
Se encaminó a toda prisa hasta la cocina, abrió el armario y, al sacar las galletas, tiró todos los botes alfabéticamente ordenados. No se detuvo a recogerlos, sino que se dirigió a toda prisa a la nevera para sacar un bote de gaseosa.Corrió de vuelta al baño. Pero, al llegar, se quedó paralizado al ver cómo ______ se estaba quitando la camisa..Cuando se quitó los pantalones cortos y las braguitas, sencillamente se quedó sin respiración. La exquisita visión de aquel cuerpo maravilloso se iba a quedar impresa en su memoria para siempre.
Aturdido, vio cómo sus senos subían y bajaban al compás de su respiración entrecortada. La pobre _____ estaba increíblemente pálida y parecía desorientada. No sabía dónde estaba ni lo que estaba haciendo. Milo maldijo su suerte. La prohibida fantasía de verla desnuda se había hecho realidad sin que ella se diera cuenta de lo que estaba sucediendo.
Se sobresaltó al ver que el agua de la bañera estaba a punto de salirse. Se apresuró a cerrar el grifo y se volvió hacia ______ que se había sentado en posición fetal en el suelo, hundiendo la cabeza entre sus rodillas.
Milo se golpeó el codo contra la mampara y ella alzó los ojos- En aquel instante le pareció tan frágil y tan vulnerable que la coraza con la que había protegido su corazón hasta entonces se partió en mil pedazos.
—En mi bolso —farfulló ella malamente—. Está en mi habitación. Allí tengo unas pastillas.
Volvió a bajar la cabeza y la respiración se hizo cada vez más acelerada y más
entrecortada. ¿Qué demonios le sucedía? ¿Acaso tenía que seguir algún tratamiento y no se lo había dicho? Era posible que el miedo a que él usara eso contra ella la hubiera incitado a callárselo. Milo se maldijo a sí mismo por haberle hecho la vida tan difícil desde su llegada al rancho. Quería compensarla por todo aquello, ocuparse de ella.
Se encaminó hacia el dormitorio y sacó de su bolso un bote de pastillas. Volvió al baño y, una vez allí, la obligó a tomarse una galleta y un poco de gaseosa antes de darle la pastilla.
—¿Cuántas cápsulas? —le preguntó él.
—Dos —respondió ella tendiendo la mano. En cuanto se las tragó, él dejó las galletas y la lata a un lado. Antes de que pudiera detenerla, _____ se metió en la bañera.
—Puede que bañarte estando así no sea una buena idea.
—Es parte de mi tratamiento. Es lo único que me calma el dolor hasta que las
pastillas empiezan a hacer efecto.
La sujetó de la cintura para ayudarla. Pero no pudo evitar sentir un escalofrío al notar que uno de sus senos le rozaba el brazo.
Sin duda, Milo estaba pagando por todas sus críticas y malas contestaciones, por todo el daño que le había hecho. Tenerla así, en aquellas condiciones, desnuda y rozando su piel sedosa sin poder tocarla era, probablemente, la peor de las torturas.
No podía dejar de mirarla, con aquel cuerpo escultural de diosa. Se sentó como pudo a su lado, observándola mientras se mojaba el pelo con el agua templada;
Instintivamente, estiró la mano para acariciarle el brazo, como si eso fuera a aplacar su dolor. ______ suspiró y gimió y un río de lágrimas se confundió con el agua que caía por sus mejillas. En aquel mismo instante Milo decidió que prefería ser arrollado por un toro enloquecido que ver llorar a la dulce _____. Le estaba partiendo el corazón sin tan siquiera ser consciente de ello.
—¿Qué es exactamente lo que te pasa? —le preguntó Milo mientras seguía acariciándole el brazo.
—Es una jaqueca.
—¿Y te pones así de mal?
—Si. Es el peor tipo de jaqueca que existe — murmuró sin fuerzas, mientras cerraba los ojos y respiraba lentamente. A pesar de su estado, era capaz de mantener la barbilla siempre alta, para evitar hundirse en el agua.
Él, por su parte, permaneció a su lado durante veinte minutos, vigilante y preocupado, pero, no por ello, dejaba de admirar su cuerpo, el elegante contorno de sus piernas. Se maldecía a un tiempo por desearla como la deseaba estando en semejante estado.
Se sentía como un patético bastardo. Después de lo que había hecho para molestarla, no tenía derecho a deleitarse con aquella visión y, menos aún, en semejantes circunstancias.
Si los hermanos Smith hubieran tenido la posibilidad de saber que él no tenía
ochenta y tres años, ni estaba calvo, ni medio ciego, sin duda le darían una paliza de muerte de encontrarlo allí, junto a su hermana desnuda. No les agradaría nada saber lo que él sabía: que el esmalte rosado de sus uñas era del mismo color que el de sus pezones. Menos aún aceptarían con agrado el que la hubiera sujetado en aquel estado, el que hubiera rozado su piel tersa y perfecta.
—¡Milo !! ¿Dónde estás?—Milo apartó las manos de _____ y se levantó rápidamente.
¡Maldición! Era Duff y estaba en la casa. Si lo encontraba allí, con _____en aquel
estado, sus instintos paternales lo harían estallar.
Se aseguró de que ______ mantuviera la cabeza fuera del agua y se apresuró a salir. Encontró a Duff en la cocina, mirando perplejo el desorden que había.
—¿Qué ha ocurrido?
Milo agarró unos papeles y cubrió lo que ella había manchado.
—______ se puso a preparar el desayuno, pero tenía una jaqueca terrible.
—¿La has obligado a preparar el desayuno aun estando enferma? ¡Estás loco!
—No, yo no la he obligado a nada. Le he pedido que se fuera a descansar —no especificó que estaba tumbada en la bañera, completamente desnuda y que había sido él quien la había ayudado a llegar allí. Aquel secreto moriría con él.
—Venía a decirte que Trevor y Bonzo están aquí y que quieren tomar prestado tu tractor. Al parecer va a llover y necesitan recoger la paja para que no se moje y se pudra.
Milo se metió la mano en el bolsillo y sacó unas llaves.
—¿Por qué no te vas a la ciudad a comprar bocadillos? Si Trevor y Bonzo van a trabajar aquí todo el día, vamos a necesitar un montón de comida. Trae también seis latas de gaseosa para _____. Me da la impresión de que no va a ser capaz de tomar nada más en todo el día.
—Bien —dijo Duff—. Cuida bien a esa chica y yo me ocuparé de tus primos. Milo sonrió agradecido.
—¿Te he dicho últimamente que me alegro de tenerte conmigo? Siento haber estado de tan mal humor las pasadas semanas. Duff saludó como un soldado.
—No hay problema, muchacho. Sé que esa pierna rota te ha hecho perder los nervios. Tampoco ha sido fácil para ti el modo en que esa chica te ha trastocado la vida. Sabes que siempre estaré de tu parte, a menos que cometas alguna estupidez realmente grave respecto a ______. Y ya que estoy en proceso de darte la charla, te diré que dejes de compararla con tu ex, porque no se parecen en nada. Milo hizo un gesto de cansancio.
—¿Ya has terminado?
—No —dijo el viejo—. Y quiero que me escuches con atención. Si tienes un poco de cerebro en esa cabeza, harás lo que esté en tu mano por casarte con ella antes de que alguien te la quite.
—Prometí que no volvería a casarme —respondió Milo
—Pues puedes fácilmente retractarte de aquella promesa —insistió Duff—. Si la dejas libre, incluso tus primos empezarán a cortejarla. ¿Te gustaría eso?— Milo gruñó.
—Me lo imaginaba —dijo Duff—. Eso es todo lo que te tenía que decir. Ahora me voy.
Duff se dio media vuelta y se marchó.
Milo recogió rápidamente la cocina y se dirigió hacia el baño, para asegurarse de que _____ no se había ahogado mientras Duff se había puesto paternal. Al llegar, metió la mano en el agua y comprobó que estaba fría. Lo mejor sería sacarla de allí.
Quitó el tapón y agarró una toalla. ______ trató de levantarse por sí misma al
notar que el agua se iba, pero le era imposible. Milo se aproximó y le tocó la frente.
¡Estaba completamente helada!
Se arrodilló sobre la pierna sana y la agarró de la cintura. No estaba seguro de cómo iba a levantarla, pues ni su brazo ni su otra pierna estaban aún recuperados. Daba igual. Aunque se lesionara de nuevo, tenía que sacarla de allí. Milo hizo acopio de fuerzas y la levantó en sus brazos. Sus huesos protestaron, pero él hizo caso omiso.
Se encaminó a su dormitorio, abrió como pudo las sábanas y la acostó en la cama. Como si fuera una muñeca de trapo, ella se dejó caer, abriendo los ojos unas milésimas de segundo y volviendo a cerrarlos de inmediato.
La tapó con sumo cuidado y cerró las cortinas de ambas ventanas. Miró a _____ que yacía indefensa y vulnerable. Aunque odiaba verla tan mal, le agradaba que, por una vez, ella lo necesitara. Hasta entonces, siempre había estado en el mejor de los estados, mientras él .se sentía inútil, inadecuado y frustrado por su falta de agilidad y habilidad.
Milo salió de la habitación y fue hasta la cocina para prepararse algo de comer.
Necesitaba mantenerse fuerte si iba a tener que hacer de enfermero. No tenía ni idea de cuántas horas le duraría aquel mal. Pero estaba dispuesto a ocuparse de ella hasta que mejorara. Se lo debía, por lo bien que lo había tratado, por su capacidad de obviar sus punzadas y críticas. Había llegado el momento de que le devolviera el favor. _____ se removió en la cama y abrió los pesados párpados con dificultad. Todo estaba muy oscuro. Un trueno resonó fuera, acompañado de un viento fuerte. Había sido la lluvia la que la había despertado. Reconoció que el insoportable y nauseabundo estado que la había martirizado se había transformado en un dolor de cabeza. Estaba demasiado familiarizada con las diferentes fases de la jaqueca. La medicación que el médico le había dado ayudaba a reducir el tiempo de las distintas etapas. En cuestión de una horas, el dolor de cabeza se haría tolerable, siempre y cuando no tuviera que soportar luces fuertes, sonidos estridentes, ni olores desagradables.
El fuerte ruido de un trueno atormentó su dolorida cabeza. La hundió entre las
almohadas en busca de un poco de alivio.
—¿Estás despierta? —dijo una voz familiar.
—Sí —dijo ella levantándose ligeramente. Intuyó entre las sombras que no
estaba en su dormitorio— . Milo, ¿esta es tu habitación?
—Sí —respondió él—. Pensé que estarías más cómoda en una cama grande.
_____ se incorporó como pudo, mientras trataba de recordar si le había preparado el desayuno o la comida. Pero no tenía ni idea de lo que había acontecido ni de cuántas horas habían pasado. Lo último que recordaba era el estado en que había dejado la cocina, y eso la instó a levantarse.
—Quédate donde estás —le dijo Milo y la ayudó a recostarse de nuevo—. Patty me dijo que te vendrían bien unas tostadas y un poco de té. ¿Quieres comer ahora?
—¿Patty? —preguntó ella extrañada—. ¿Has llamado a Patty?
—Supuse que habría tenido que enfrentarse con estos males tuyos con anterioridad, así que pensé que ella sabría decirme qué te hacía sentir mejor. ¿Por qué se estaba portando tan bien con ella?
Tenía que haber alguna trampa. Puede que estuviera atontada por causa del medicamento y de la jaqueca, pero seguía recordando que a Milo no le caía bien y que sería capaz de usar cualquier arma para librarse de ella.
—Toma, bebe un poco de esto —le dijo él, ofreciéndole una taza de té.
—Gracias —dijo ella con precaución.
—Aquí tienes la tostada —rodeó sus hombros con el brazo para que apoyara la cabeza—. Patty también me ha dicho que la jaqueca te suele durar entre doce y veinticuatro horas, a veces incluso más.
—Así es —dijo ella, apretándose contra él para sentir el reconfortante calor de su cuerpo. Cerró los ojos para saborear con más gusto aquel momento, pero, al sentir el roce de su mano sobre la sábana, reparó en que estaba desnuda. ¡No había nada entre su piel y la fría tela!
Abrió los ojos de golpe. ¿Cómo había llegado hasta la cama desnuda? ____ tragó con dificultad y formuló la pregunta en alto.
—¿Cómo he llegado hasta tu cama?
—Te he traído yo.
—¿Con la pierna rota y el brazo lesionado?
—No me pareció adecuado traerte arrastrando por el pasillo —bromeó él.
—Deberías haberme dejado donde estaba... ¿Por cierto, dónde estaba? Milo hizo una notable pausa antes de responder.
—Estabas en la bañera. No me pareció bien dejarte allí indefinidamente.
—El agua caliente y el vapor me ayudan a librarme del dolor de cabeza —de pronto, sintió un nudo en el estómago. Debía de haberse quitado la ropa antes de meterse en la bañera, como hacía siempre—. ¡Dios mío! —exclamó preocupada.
—Tranquila. Relájate. Todo irá bien. Lo único que tienes que hacer ahora es dormir. Llámame si me necesitas. ______ se apartó de él sintiéndose humillada y mortificada, sin saber lo que había sucedido durante el tiempo que había estado semiinconsciente. ¿Se había desnudado delante de él, o había sido Milo quien la había desnudado y la había metido en la bañera? No lograba recordarlo, pero le parecía igualmente avergonzante. No iba a ser capaz de volver a mirarlo a los ojos.
—Lo siento —dijo ella—. No era mi intención...
—Calla —la interrumpió él—. Lo único que importa es que te estás sintiendo un poco mejor y que hayas comido —la cubrió con la sábana—. Por fin tu discurso es coherente. Eso es un avance.
______ cerró los ojos una vez más y maldijo aquella maldita jaqueca. Milo tenía ya la excusa perfecta para despediría. Encima, se estaba viendo en la necesidad de cuidar de ella. Tendría que devolverle el favor. Sin embargo, lo único que realmente podía hacer era tranquilizarse y esperar a que el dolor cesara. Al día siguiente se enfrentaría con lo que hubiera de venir. Con ese pensamiento, cerró los ojos y se durmió. —

Un hombre Solitario (Milo & tu) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora