OO3. Grizz |Perdón|

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Ya llevábamos dos años de novios cuando él partió mi corazón en mil pedazos. Verlo con su mano en el trasero de quien creía era mi mejor amiga, mientras la besaba me mataba. Mas no derramé ni una lágrima.

Quería llorar, pero no podía. Mis amigos me trataban como si en un momento me fuera a romper, como si fuera frágil. Hubiera deseado que él me viera de esa manera. Me hubiera encantado que me tratara como algo delicado que hay que cuidar con paciencia y amor, porque si no lo recibe se rompe. Sin embargo, simplemente me trató como un algo. Fui un juguete, una cosa con la que podía pasar el rato y sacarse la calentura.

¿Cómo es que podía ser tan estúpida? ¿Cómo pude pensar que de la nada un chico perfecto se fijaría en mí? ¿Cómo pude caer en su divina voz y sus citas de Arthur Conan Doyle? Definitivamente era todo, menos Sherlock Holmes. No pude darme cuenta rápido, por lo que salí lastimada.

No me cabían dudas de que la belleza y el conocimiento de Gareth Visser me habían enredado. No cabían dudas de que había sido tan estúpida como para creerle. No cabían dudas de que Grizz era un maldito hijo de puta.

— ¿Cómo te encuentras? —me preguntó Bean, haciéndome mimos en el pelo.

Nos encontrábamos en mi casa, más precisamente en mi cama. Yo estaba acostada, con la cabeza apoyada sobre sus piernas.
Bean había insistido en estar conmigo después del colegio, ya que no le gustaba la idea de que quedara sola. Su compañía me agradaba.

— Bien... —respondí, en un leve susurro. La escuché suspirar con fuerza. Sabía que le estaba mintiendo.

— Ambas sabemos que no es así —dijo, apartando su mano de mi pelo.

— ¿Entonces para qué preguntas? —cuestioné, devolviendo su mano al lugar en el que estaba con anterioridad.

— Porque quiero que seas sincera conmigo —contestó, se notaba la frustración en su voz—, pero también contigo misma. Sé que Grizz la cagó un montón y que lo amas. Por eso mismo debes reconocer tus sentimientos. Desde que lo viste, no has derramado una sola lágrima. ¿Por qué?

— Ni yo tengo una respuesta para eso, Bean —dije, acomodándome para mirarla a los ojos—. Quiero llorar, pero no puedo. ¿No es raro? —suspiré— Antes luchaba para no llorar, ahora lo que más quiero es desgarrarme la garganta gritando del llanto. Simplemente desahogarme...

Ella me miró fijamente mientras hablaba, como si estuviera analizando cuidadosamente cada palabra que salía de mi boca.

Cuando Bean estaba por hablar, escuchamos cómo tocaban la puerta principal. Ella me miró confundida y preguntó si estaba esperando a alguien. Al fin y al cabo estábamos solas en mi casa.

Me levanté de la cama y salí de mi habitación, seguida por mi amiga. En cuanto abrí la puerta, deseé no haberlo hecho.

— Tenemos que hablar —dijo la persona del otro lado.

— Será mejor que me vaya —susurró Bean, dándome un beso en la mejilla como despedida.

Grizz esperó a que Bean se fuera para intentar entrar, mas me puse en frente de él impidiéndole el paso.

— ¿Qué haces? No pienses que te voy a dejar entrar a mi casa.

— Bebé, por favor. Necesitamos hablar, ¿sí? —su voz sonaba dolida, cosa que no entendía bien. ¿A mí me engañaron y es él el que sufre?

— No tenemos nada de qué hablar, Gareth. Yo misma te vi haciéndome la guampuda más grande del universo. No hay forma de explicarlo para que quedes bien. Entre nosotros ya no hay nada y te aseguraste de que nunca más lo haya —hablé. No aparté mis ojos de los suyos en ningún momento.

The Society |One Shots|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora