5

1K 45 2
                                    

Libera uno pezón y se gira hacia el otro. Agarro su cabeza
y araño su cuero cabelludo antes de bajar mi cabeza y
presionar mi cara contra su cabello, inhalo una bocanada
de su esencia. Dios, no puedo tener suficiente de él. Huele
a sudor, tierra y su propio almizcle, justo como un hombre
de verdad debería. Sus dientes ejercen presión sobre mi
pecho, un indicio de dolor escabulléndose a través de mí,
y me encojo.
—Sí —digo—. Más. —Mucho más.
Lo hace de nuevo. Más duro esta vez. Juro que casi me
causa un orgasmo instantáneo. No creo que pudiera estar
más húmeda, querer más, tan lista para follar.
Adoro cuando los hombres muerden mis pezones. O
marcan mis pechos con sus dientes. Se siente tan
territorial. Como un macho alfa marcando a su puta perra.
Me estremezco de la cabeza a los pies cuando chupa mi
carne profundamente en su boca. Joder. Se siente como si
mi columna fuera a derretirse en cualquier momento. Como
cera sobre alquitrán caliente. Para el momento en que ha
terminado, mis bragas están saturadas con mis jugos.
El Sr. Grey traga y sigo el camino de su manzana de
Adán con mi mirada.
—Eres tan bonita, Ana. Una niñita bonita, ¿no? —Aprieta
los globos de mi culo.
Me gusta su cumplido. Suena sincero y me estremezco
ante el pensamiento de nuestra diferencia de edad, de ser
llamada una niñita.
Pasa sus manos sobre mis muslos. Sus manos callosas y
de soldado, perfeccionadas por la batalla se sienten
ásperas contra mi piel. Continúa su viaje hacia arriba, los
dedos tentando la coyuntura de mis muslos.
—Dios. Estás mojada.
—Me quemo por ti —Exhalo.
—Hmm —Levanta mi minifalda y desliza sus manos debajo
de la seda de mis bragas. Una maldición florece en sus
labios—. Tan liso.
—Me gusta liso. Es más limpio, ¿sabes? Sé que a los
hombres no les gusta tener pelos en sus bocas.
El Sr. Grey hace un sonido extraño en su garganta,
sus ojos se amplían por un momento mientras toma un
respiro profundo y ágil.
Río y me levanto de su regazo antes de tirar de mis bragas
por mis piernas. Un destello más tarde y pierdo mi falda
también. Un chasquido de mi pie y la pateo de mi tobillo,
dejando me desnuda ante el mejor amigo de mi papi. El Sr. Grey agarra mi culo, atrayendo me más cerca. Frota
sus labios sobre mi vientre, sus dedos van a mi coño,
tentando mis labios más bajos. Me oprimo contra él,
volviendo su palma buena y húmeda con mi crema.
—Siéntate sobre el fregadero —Ordena.
Me alejo, más que lista para su boca sobre mí. No he
tenido una buena ronda de sexo oral en un rato.
Caigo sobre la esquina del fregadero y abro mis piernas
ampliamente. Gime otra vez ante la vista de mi coño. Como
le había dicho, me rasuró hasta que queda liso. Separo los
labios de mi sexo, exponiéndome hasta que el aire frío
toca cada parte de mi lugar secreto, hasta que estuve
segura que veía mi pequeño agujero rosa.
Dios. Un pensamiento repentino hace que mi corazón
palpite. Si el Sr. Grey fuera tan grande como se
sentía, ¿realmente encajaría en mi coño pequeño y
apretado? Me gusta una polla grande. Sin mentiras. Me
gusta la sensación de ser estirada y llenada

El mejor amigo de mi papi Donde viven las historias. Descúbrelo ahora