Capítulo 6

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J  U  L  E  S

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J  U  L  E  S

Todas mis cosas cabían en una sola maleta. Solo tenía dos pares de ropa para cambiarme, una foto de mi familia, un reloj de bolsillo, y otras cuantas posesiones personales. Tampoco era como si me fuera a quedar con Eternal para siempre; solo un mes o así... puede que incluso menos.

Cerré la maleta y salí de mi casa, cerrando con llave la puerta detrás de mí. La casa del equipo Eternal estaba a unos diez minutos de la mía. Todo este tiempo habían estado tan cerca de mí, y sin embargo yo no les había conocido. Era extraño lo pequeño que podía resultar el mundo.

Aminoré la marcha cuando divisé la gran casa azul. Cogí aire antes de dar unos golpecitos en la puerta con los nudillos. Esta se abrió a los pocos segundos, revelando a una sonriente Fede al otro lado. Su pelo había vuelto a ser recogido en un moño, al igual que el día anterior. Sus verdes ojos brillaban de emoción.

—Hola —la saludé, tratando de sonreír lo mejor que pude.

—¡Has venido! —exclamó ella.

—Eh, sí... ¿por qué dices eso?

—Algunas personas se largan después de conocer a Dylan —explicó—. Da igual, pasa. Te enseñaré tu habitación —Fede se dio la vuelta y entró en la casa conmigo detrás de ella. La entrada llevaba a una habitación, la cual parecía ser la otra mitad de la tienda de Dylan. Logan estaba apoyado contra una mesa, y me sonrió cuando entré. La habitación estaba repleta de piezas de distintas formas y tamaños.

—Vaya —dije, observando a mi alrededor.

—Mola, ¿eh? —preguntó Fede—. Dylan lo construye todo, y Logan y yo lo vendemos. Nos ayuda a conseguir dinero para comida y demás.

—Hablando de nuestro optimista y adorable mecánico, ¿le has visto? —preguntó Logan.

—Bueno... técnicamente sí, pero eso fue a las cuatro de la mañana. No le he visto desde entonces. Seguramente siga durmiendo —respondió Federica.

Logan negó con la cabeza:—. No suele dormir tarde, aunque haya estado despierto toda la noche.

Fede se encogió de hombros:—. ¿Quién sabe? Vamos, Jules, las habitaciones están arriba.

El segundo piso de aquella casa albergaba la cocina, un salón, un baño, y cuatro habitaciones. Las escaleras llevaban al salón, mientras que la cocina se encontraba a mi izquierda, y a la derecha había un pasillo que llevaba a su vez a las habitaciones, dos a cada lado. Tres de esas habitaciones llevaban un pequeño cartel con nombres. La habitación vacía frente a la cual Fede se paró era la que estaba al lado de la de Dylan.

—¡Bienvenido a tu nueva casa! —exclamó Fede, empujando la puerta con el hombro.

La habitación tenía una pequeña cama y una mesita contra la ventana. Ambos muebles eran del mismo color que la propia casa, y solo había una sola ventana con cortinas verdes que dejaban entrar varios rayos de sol a la estancia, además de una lámpara de aceite colgando del techo.

EternalWhere stories live. Discover now