Días negros.

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Miyagi necesitaba ayuda, y mucha, no podía abarcar tal asunto en soledad. Por eso la llamó.

-¿Miyagi?-

-Si, Risako, necesito que vengas a mi casa, es urgente-

-¿Que te pasa Miyagi?, me estás asustando, te oyes algo.. Neurótico-

-No me preguntes más, solo ven, necesito de tus habilidades como psiquiatra, tengo un caso aquí, requeriré de mucha discreción y prudencia de tu parte-

-Miyagi, ¿Que hiciste?-

-Risako, ¿Cuento contigo?, ¿Si o no?-

-Estaré allá en 30 minutos, espero que no me estés involucrando en un gran problema, sabes que tengo suficientes con los propios-

Una vez terminada la llamada, Miyagi suspiró pesadamente. Si era un gran problema y Risako de seguro iba a enojarse.

Miró con atención el rostro compungido de Misaki. Llevaba una semana en su casa, una semana con días malos y otros peores.. Días grises.. Días negros. Ese día era uno muy oscuro.

Estaba cansado, eso era un hecho, pero no iba a rendirse con ese chico. Sabe a ciencia cierta que el proceso para que Misaki recupere sus ganas de vivir, será difícil y lento, aún así, el cuidar de alguien que día por medio tratara de quitarse la vida le está sobrepasando.

Misaki estaba en el suelo llorando entre temblores mientras el trataba de darle su espacio con una de sus manos ensangrentadas debido al forcejeo por quitarle aquella hoja de cortar.

Sabía que tenía que haber pedido la ayuda de Risako desde un principio ya que él no tenía la capacidad de ayudar a Misaki por el vínculo que estaba generando al convivir con él.

Llevaba una semana, pero en sus momentos grises, Misaki le demostraba que era un ser de grandes virtudes, un alma noble que solo le llamaba a cuidarle y protegerle.

Con cuidado Miyagi toma un par de toallas para limpiar la sangre en el suelo, luego abre la llave del lavamanos para poder así ver el estado de la herida, notando que en realidad era bastante pequeña y no requeriría puntos.

Luego de vendar su mano, se sentó frente a Misaki, notando que este continuaba en su doloroso mundo, uno que le mataba en vida y que no le dejaba dar un solo respiro sin recordar todas las calamidades por las que a pasado, sin dejar de sentirse nada en el mundo.

La puerta de su casa siendo abierta por la llave de emergencia de la cual Risako era conocedora, le sacó de su letargo.

El sonido casi galopeante de los elegantes zapatos se la mujer se hacían cada vez más cercanos, Miyagi sintió algo de tensión.. Sabía que tendría que dar un par de importantes explicaciones.

Esperaba que Risako priorizara ante todo el bienestar de aquel fragmentado chico frente a sus ojos.

-¿Miyagi?, ¿Que significa ésto?, ¿Quién es este jovencito y que le pasó a tu mano?-

-Risako, trataré de resumirte la situación, luego hablaremos con profundidad de ésto.

Por ahora solo debes saber que el nombre de este chico es Takahashi Misaki, tiene 17 años, está pasando por una situación grave y delicada y necesita de ti, necesita ayuda profesional-

-Eso está demasiado resumido para mi gusto.

Pero creo tener una idea de lo que sucede, hablaremos seriamente de ésto Miyagi Yô.. Ahora por favor déjame a solas con éste jovencito, puedes esperar en la sala-

Luego de casi una hora de esperar en el balcón y de haber consumido casi una cajetilla de cigarrillos, Miyagi sintió los pasos de Risako cerca de él. Misaki estaba a su lado, en silencio y aparentemente en calma.

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