Fiesta

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Narrador omnisciente:

Minho se la pasó encerrado en su cuarto hasta que fueron las nueve de la noche, en silencio se duchó para luego volver a su habitación notando como su madre le había dejado un bonito vestido negro; demasiado pretencioso y femenino para su gusto. Con la respiración atrapada en su garganta y el dolor consumiendo por completo sus pensamientos, el chico comenzó a vestirse sintiendo asco consigo mismo al notar como aquella prenda encajaba por completo en sus caderas. El castaño volvió al baño para verse en el espejo sabiendo que eso solo lo mataría por dentro; su mirada se aguó al observar su corto cabello; no es suficiente, pensó al ver que eso no lograba hacerlo masculino, ni siquiera maquillado como un chico iba lograr ser uno y el ser consciente de eso había destrozado por completo su alma. 

Sollozó mordisqueando su labio superior para que el dolor no fuese desprendido en un sonido, con sus manos temblorosa tomó diferentes tipos de maquillajes y comenzó a cubrir sus ojeras, permitiendo que sus rasgos femeninos quedaran completamente expuestos. Kai caminaba por el pasillo en el instante que se encontró con un cuerpo ajeno a lo que se estaba acostumbrando; ahí estaba, Mina, la pequeña máscara falsa que escondía el dolor interno. El pelinegro se quedó en silencio notando como su hermano terminaba de maquillarse y peinarse dejando que su rostro femenino estuviese libre otra vez. 

Minho giró su torso sobre sus finos tacones quedando del mismo porte de su hermano mayor, el muchacho se cruzó de brazos intentando mantenerse fuerte, pero hasta el castaño había notado como sus ojos se habían llenado de lágrimas.

—No quiero tu lastima—le aclaró el castaño pasando rápidamente por su lado.

Kai no dijo nada al respecto, solo se dedicó a seguirle el paso notando como intentaba mantenerse derecho a pesar que el dolor de sus pies a causa de los tacones se lo estuviesen impidiendo. Ambos hermanos quedaron en el primer piso observando como su madre sonreía con orgullo tomándose el atrevimiento de sacarles una foto para publicar por internet lo orgullosa que estaba por sus perfectos hijos. Minho no dijo nada al respecto, simplemente caminó hacía la salida observando como su padre los estaba esperando en el interior del auto. 

Minho y Kai iban sentados en la parte trasera del vehículo mientras que su madre se hallaba en el asiento del copiloto con su torso inclinado al querer arreglar la corbata a su marido.

—Mina, por favor compórtate como una dama—le aclaró Sachiko al castaño que solo asintió con su cabeza—no hables si nadie pide tu palabra, ¿Te ha quedado claro? solo sonríe y ríe cuando sea necesario—le ordenó volviendo a acomodarse en su asiento. 

Kai apretó sus puños observando como su madre se había tomado la molestia de elegir un vestido para su hermana que cubriese el daño físico que le había causado. El chico estaba frustrado, pero realmente no podía hacer nada para ayudar al menor; estaba contra la espalda y la pared. Minho se mantuvo completamente tensó divagando en sus pensamientos, imaginando que, de estar en el interior de ese vehículo se encontraba acompañando a Nayeon; una pequeña sonrisa se asomó en el rostro del menor al imaginar la risa de la coreana rebotando en su cabeza. 

El pelinegro frunció su ceño completamente confundido al ver como su hermano había sonreído con sus mejillas ligeramente sonrojadas, ¿Qué le sucede? se cuestionó en sus pensamientos contagiándose por esa alegre elevación en las comisuras del castaño. 

Akira estacionó su vehículo en el amplio lugar, el hombre fue el primero en bajar rodeando el vehículo para ayudar a descender a su mujer. Sus dos hijos fueron detrás de él, todos caminando de manera correcta y sonriendo a pesar que estuviesen odiando todo ese espectáculo. Kai deslizó su palma por la espalda de su hermana queriendo mantenerla cerca; Hyunjin estaba rondando por el lugar, y lo que menos quería era que el idiota intentase algo con su hermano. 

Lost BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora