El tormento del dragón rojo

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Hace días empecé a morir. 

Mi alma se escapó de mi cuerpo tantas veces que un día olvidó cómo volver a entrar. Me volví enorme, ahora puedo ser quien quiera. Abro los brazos y abarco al mundo; en mis rodillas el universo se sienta. Soy reina y diosa, un implacable dragón rojo que en silencio llora, pues mi cuerpo inerte permanece rígido a mis pies. 

Me han dicho que sea fuerte, que me arriesgue, pero tantos incendios he causado que ya no soporto el fuego. Ya no quiero matar. Anhelo más que nada a alguien que me cobije bajo sus alas, que me recuerde que antes de ser dragón, fui mariposa. Pero mi piel arde y mi aliento quema y los más nobles guerreros huyen despavoridos en mi presencia. 

Corté mi cabeza para matar a la bestia. Mi sangre brota, escurre e inunda al mundo. Estoy herida, grito, rujo. Agonizo sin conmover a mi propia sombra. 

El Gran Observador agita los mares para que mis cenizas se pierdan. Caen las máscaras, se desata la furia. Me juro venganza, muerte y dolor. Las multitudes me conocerán, el mundo gritará. 

Prometo quedarme conmigo. 

Prometo herirme. 

Prometo morir. 

Prometo gloriosa, brillante, del océano resurgir. 

Astronomía en mi habitaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora