16 de octubre del 2019

- ¿Cómo estás hoy, Arabella?

- Bien, gracias.

- ¿Tienes muchos exámenes?

No acabo de entender la razón detrás de estas preguntas tan casuales. Mi instinto me dice que en cualquier momento me va a soltar una pregunta bomba, así que me mantengo alerta.

- Algunos, no demasiados. -mi tic de las uñas empieza a aflorar.

- ¿Cómo llevas música? Todavía falta para la audición, ¿no? -el semblante de la doctora es relajado y cordial como siempre, aun así, en la tercera sesión, yo sigo encajada en mi sillón tensa y lista para desviar sus ataques inquisitivos.

- Sí, es en diciembre. Por navidad -añado.

- Y ¿qué tocarás?

- El concertino de Weber -digo despacio, con un tinte de duda.

- Con que Weber, ¿eh? -intento esconder mi sorpresa. No esperaba que conociera la pieza. No acostumbro a hablar con nadie que no sea del conservatorio sobre música clásica, pues no hay nadie de mi círculo de amistades que entienda de compositores ni nada de eso.

- Siempre me ha gustado el romanticismo: Chopin, Tchaikovsky, Liszt... -comenta la doctora.

- Mahler, Brahms, Debussy... -me interrumpo al notar que estaba bajando la guardia- El romanticismo también me gusta particularmente -termino en voz baja, preguntándome si ese último comentario habrá sido revelador.

Al parecer sí, porque Müller garabatea algo rápidamente en su libreta. Maldigo para mis adentros.

- ¿Cómo fue que empezaste a ir a música?

Y ahí está, la pregunta bomba. No debo dejar que note la tensión en cada músculo de mis cuerpo, así que me encojo de hombros, restándole importancia.

- Mi padre quiso apuntarme, y lo hizo. Supongo que era una de sus ambiciones que realizó con sus hijas.

- ¿También apuntó a Ginny? -pregunta refiriéndose a mi hermana

- Sí, pero duró poco. Le va más la acción -desvío la mirada y sonrío débilmente al cristal del ventanal. Mi hermana pequeña siempre tuvo todo lo que yo no. Era sociable, adorable, risueña, resuelta, activa y generosa. Yo, por otro lado siempre había preferido mantenerme al margen de la luz los focos, en mi círculo de confort y reprimiendo a mis demonios.

- ¿Ginny viene de Ginebra? - la doctora deja el bolígrafo sobre la libreta y entrelaza los dedos sobre el estómago, mostrando que no tiene intención de seguir anotando por el momento. Eso me relaja un tanto.

- Sí, aunque viene principalmente de Ginny Weasley. -no sé si fue muy sabio por mis padres de dejar que su hija potterhead de 5 años escogiera ese nombre. Supongo que fue porque se enteraron de que Ginny procedía de la bebida alcohólica hasta que la secretaria de la embajada se los preguntó. Fue demasiado tarde, pues para ese entonces, ya se habían comprometido conmigo a llamar así a mi hermana.

- ¿El registro civil no puso pegas? -se sorprendió la doctora.

- La registramos primero en la embajada -me remuevo en mi asiento, quitándome de encima un poco de tensión. Me relaja inconscientemente que no estemos hablando de mí, al menos no directamente- Al ser su madre y yo mexicanas, el país la reconocía como tal automáticamente. Para cuando la registramos en el registro civil, ya era Ginebra Schreiber de forma legal, así que no se pudo hacer nada.

- Vaya. Curioso. -sonríe divertida- Volviendo a ti... Tú no dejaste el conservatorio. ¿Cuánto tiempo llevas estudiando allí?

Mi pecho sube con una profunda respiración, acompañando a la tensión del ambiente. La luz que baña la habitación parece tornarse un poco más opaca, y mi tic aflora de nuevo, esta vez en la otra mano.

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⏰ Last updated: Sep 21, 2019 ⏰

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SCHREIBER Y WEBER (Memorias de un no-prodigio)Where stories live. Discover now