nietzsche

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se trataba ya de un hábito que no había necesidad de hablarlo por teléfono, el simple intento de recordarlo sería estúpido.

no lo dirían jamás en voz alta, no lo admitirían nunca, pero se necesitaban.

ella necesitaba esas cálidas sonrisas y bromas grotescas.

él necesitaba de esa compañía y esos actos tan llenos de la juventud que los invadía.

richie esperaba a beverly igual que siempre, recostado sobre el césped lleno de florecillas blancas con el centro amarillo, con un cigarro en los labios sirviendo de compañía y la radio encendida en esa estación que tocaba la música de rock que tanto le gustaba.

y luego, ella llegó, iluminando el lugar. el cabello de beverly marsh flameaba intensamente. le encantaba a richie porque todo lo que hacía a beverly marsh era algo más intenso, íntimo, que sólo a ella le pertenecía, que vivía en su interior, quizás en su corazón o en su piel o en sus ojos. tal vez era su alma, porque definitivamente no se trataba de algo usual o superficial.

se veía bonita con ropa remendada y zapatos desgastados y richie no quería que eso cambiara nunca.

—hola. — sonrió ella, sentándose a su lado y quitándole el cigarro de sus labios. siempre lo hacía.

—hola cariño. — contestó el bocazas con una de sus muchas voces, ella soltó una risita; se escuchaba terrible.

y lo vio.

tenía otro hematoma en la mejilla que perezosamente trato de cubrir con base (probablemente de su madre). sabía que había sido su padre, siempre era él y richie debía remendar las cicatrices que all marsh dejaba a su paso, pero jamás se casaría de ayudarla.

podríamos demandarlo. — señaló, como lo hacía cada vez que llegaba con un nuevo golpe. beverly rodo los ojos y le dio una larga calada a su cigarrillo, luego libero el humo con tanta delicadeza que pareció un acto divino.

—¿por pegarle a una mujer que además es su hija? — preguntó con ironía. —rich, no sé cómo sean las cosas en tú casa, pero fuera de ella pegarle a una mujer no es algo lo suficientemente alarmante como para aterrar a alguien.

"en especial tratándose de derry" pensó el chico.

richie suspiro enojado. metió una mano a su bolsillo y sacó su pequeña caja de cigarros, tomo uno, lo encendió con su mechero y aspiro aquel tranquilizante veneno.

—entonces deberías hacer algo.

—¿qué?

richie la miro. ojos cristalizado y una mueca en los labios. y aún así lucía hermosa. ¿qué tan malo era decir que el color violeta en su mejilla le resaltaba las pecas y hacia a sus ojos más demandantes?

era hermosa y richie la amaba de verdad, no quería verla triste, no quería que sufriera más.

—¿qué hay de esos polvos pica-pica que te regale el otro día? ¿porqué no los ocupas con él? — aconsejo richie intentando sonar muy serio lo cual provocó en beverly un estallido de risadas que aligeraron el ambiente.

de un momento a otro, ella recosto su cabeza en el pecho del bocazas y él no hizo algún intento por apartarla. mentiría si decía que no le gustaba su compañía, su cercanía, su olor, esos mechones salvajes de su pelirrojo cabello que le hacían cosquillas en el cuello.

estaba enamorado de ella.

le había gustado a bill y ben. ben le escribió un poema y la amaba tanto. bill, en cambio, la enamoró con su liderazgo, con la energía y seguridad que transmitía.

con richie bastó sólo una cosa para mantenerla, una fortaleza que no había sentido con nadie más.

a pesar de ser una mujer fuerte, beverly necesitaba a alguien que estuviera siempre a su lado para mantenerla de pie cuando estuviera a punto de quebrarse y eso lo había encontrado sólo en richie tozier.



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