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—Mira, mami, puedo jugar
fútbol mejor que papi.— Menciona la pequeña morena pateando un balón blanco con negro tratando de dominarlo sobre su pie.

—María José , ten cuidado, no se vaya a escapar tu pelota.—

—No, Má. Yo sé lo que hago.— Marta suelta una delicada carcajada ante el tono de voz altanero que utiliza su hija, pero
al mismo tiempo tenía un tono
tan dulce que era imposible molestarse. Su hija era dueña de la voz más hermosa del mundo.

María José patea la pelota un par de veces, Marta pone en una bandeja la carne que Juan Carlos  acababa de cocinar en la parrilla. El hombre, por su parte, terminaba de cambiarse de ropa para ir a cenar.
La niña patea la pelota contra la pared de su casa y esta rebota hasta el otro lado de la calle, María José  corre en su búsqueda
para poder acudir al llamado de su madre que le dice que lave sus manos.
Toma la pelota.
Marta sale de la casa para
llamar a María José nuevamente.
Da un par de pasos por la calle.
El conductor discute por teléfono con su mujer que le reclama por no llegar aún, acelera.
María José  oye el grito desgarrador de su madre, gira su mirada a la derecha.
El chófer de la camioneta
escucha el grito, frena derrapando.
María José contiene la respiración y aprieta los ojos.

La morena  se sienta de golpe en su cama con un pitido en ambos oídos, sostiene su garganta con ambas manos y abre su boca en un intento por gritar a su madre,
o a su padre, en un intento por pedir ayuda.
Llora desconsoladamente y a tientas hace sonar una pequeña campana dorada, en menos de tres segundos Marta llega a la
cama de su hija y la toma entre sus brazos.
María José solloza en un silencio doloroso, y el pitido aumenta en decibeles.

Luego de dos horas de un llanto ahogado y sepulcral, la morena  se duerme por cansancio.

____________

Maria José  despierta unas horas más tarde, un poco después de lo que acostumbra, se pone de pie con pesadez, dispuesta a continuar con su rutina previamente impuesta, se coloca una sudadera color azul marino un poco más ajustada de lo que suele utilizar, unos jeans ajustados color negro
y unas vans del mismo tono, baja a desayunar y, mientras come un miserable trozo de manzana, ve
su cuaderno de partituras, decide dejarlo ahí y salir al parque a caminar, sólo por tener que
hacer algo, y no quedarse en
casa, completamente sola.

Se sienta bajo un árbol y juguetea con una pequeña mariquita entre sus dedos.
Los rayos del sol que golpean su rostro desaparecen ante un obstáculo, alza sus ojos castaños directamente hacia arriba y se pone de pie de un salto dando un paso atrás al ver esos hermosos ojos chocolate , la mariquita sale volando.

—Buenos días.— Saluda la
menor, extendiendo su mano hacia la sorprendida morena. Trata de regular los latidos de su corazón, ¿Por qué lucía más bonita de lo que recordaba?

María José no sabe qué acaba de
decir la chica, pero al ver la mano frente a ella, sólo atina a apretarla, siente el bombeo de su sangre contra sus oídos, lo que dificulta su ya escasa audición.

La morena  recuerda la nota que tenía para su musa "Procrastinación en ojos
Chocolate ", revisa sus bolsillos y al no encontrarla suelta la mano de Daniela para golpear su frente sintiendo pequeñas lágrimas de frustración instalarse en las esquinas de sus ojos. Tampoco había traído su cuadernillo de partituras para hacer una nueva nota.

Mute /Caché/ PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora