Amor

583 59 16
                                    

-La primera vez es horrible- decía Eliza por teléfono- duele mucho bebé, pero como dijo Henry, eso mejorará- acababa de contarle todo lo que había pasado después de que me hablara "súper ofendida" por que no le conté que ya había regresado con Henry.

-Lo sé...

-No bebé, no lo sabes - rió- son cosas que se viven una vez y estoy muy feliz por ti, nada podrá separarlos si su amor es la mitad de fuerte que el tuyo. - concluyó

-Espero que tengas razón, no creí que esto fuera a pasarme, no con él- dije realmente preocupada

-Todo estará bien...debo irme, te quiero- colgó.

Hablar con Eliza era sencillo, era una chica casual que no hacía mucho drama por nada, a diferencia de mi. Henry había dormido los últimos dos días conmigo, me tocaba como si me fuera a romper y no habíamos vuelto a hacer... eso... creí que en realidad había sido tan mala que no quería repetirlo.

-Buenos días- Dijo el príncipe besando mi mejilla cuando llego al desayunador.

-Buenos días- sonreí acercándome más a él.

-Marie, vendrán los reyes de Guisa... y sus hijos. -Informó Henry tanteando el terreno

-Me voy mañana- dije confundida- Nicole viene ¿a eso te refieres?

Bendita sea mi suerte, acabamos de salir de una cuando llegaba la otra, no soy una persona celosa, pero la última vez que lo dejé las cosas salieron muy mal y ahora lo resentía, tal vez debía quedarme, pero no me quería ver como una loca desconfiada.

-Me gustaría que te quedaras y sí, Nicole viene... -contestó sin voltear a verme.

-Tengo deberes con Inglaterra, he pasado mucho tiempo fuera de mi país- dije levantándome de la mesa.

-Marie...- intentó continuar, pero una mucama se acercaba con Luke y lo tome como mi escape de la conversación, tal vez les parezca algo tonto, pero no quería verme como una psicópata y tampoco quería que Henry estuviera solo en el palacio con... la princesa.

-Hola bebito- dije tomando a Luke en mis brazos y caminando a la cocina siguiendo a su nana, por ahora había dejado ahí nuestra conversación y esperaba que así se quedara, cuando menos hasta mi despedida.

Juegue con el bebé Luke en su cuarto que estaba recién diseñado para él, paredes azules, una hermosa cuna y juegos y juguetes por doquier, era tan pequeño y delicado que me causaba una ternura inigualable.

-¿Marie? -Toco Henry la puerta

-Aquí estoy- dije resignada ante su presencia.

-Los Reyes llegaron, nos gustaría que los recibieras junto con nosotros. -Maldita sea, no quería hacerlo.

-Muy bien, cambiaré a Luke y estaré ahí en un minuto- conteste sin voltear a verlo.

-Oye... -voltee, y me quede perdida en sus ojos azules que me hipnotizaban desde el primer día, cada momento cerca de él me hacía quererlo más y si seguía recordando que era mi último día en Francia lloraría como nunca- Te amo, Marie... eso no va a cambiar ¿Te parece si me voy contigo a Inglaterra mañana?- se ofreció

-¿Enserio?- pregunté complacida

-Sí, claro- Sonrió

-Sí, Henry, claro que sí. -lo besé tomando sus mejillas y atrayéndolo a mi rostro, sonrió a mitad del beso y me sonroje

-Me gusta hacerte feliz -concluyó saliendo de la habitación mientras me levantaba del piso con Luke en brazos para cambiarlo.

Minutos después bajábamos las escaleras, acaparando las miradas de los invitados.

-Disculpen la tardanza, este pequeñito no quería vestirse -dije sonriendo, aunque Nicole tuviera a Henry tomado del brazo.

-Cariño- Dijo este último soltándose del agarre de la princesa y ayudándonos a bajar las escaleras que quedaban.

-Una hermosa familia sin dudas- mencionó el hermano del rey Guillé.

-Mi hijo es muy afortunado- comentó el rey guiando a su hermano y a su esposa al saloncito, Nicole se colgó del brazo de André y éste se sacudió su abrazo separándose de ella, amaba a esa chiquillo.

-Y Marie- comentó Nicole una vez que se había servido el té-¿No te molesta hacerla de nana de un niño que NO es tuyo?- su sonrisa venenosa no me
Intimidó, sabía lo que quería y no se lo daría.

-En absoluto, me he encariñado con Luke como si fuera mío, me hace muy feliz cuidar del hijo de mi príncipe- sonreí tomando la mano de Henry.

-Pero ahora que te vayas ¿Quién cuidará de él? -Ella no se refería a Luke en absoluto, su mirada recorrió a Henry de pies a cabeza y se mordió el labio.

-¿No sabias Nicole?- logre que apartara su mirada de Henry- ambos vienen conmigo a Inglaterra- sonreí cuando se ahogo con su trago de té. Todos la miraban con cierta pena y burla en sus ojos, sin reírse claro, seguía siendo una princesa. -¿Estás bien?- me acerqué con una servilleta de tela que ella aceptó haciéndome una cara que sí las miradas mataran yo estaría en el piso de esté saloncito ahora mismo.

-Henry ¿te irás? ¿Me dejarás aquí, sola? -preguntó fingiendo inocencia.

-Sí, como Mariann siempre dice, debo seguir al amor de mi vida a donde ella vaya.- Dijo Henry sin atisbo de burla en su voz, sus palabras cayeron como pétalos de rosas sobre mi cabeza, Mariann ante la inclusión de su nombre en la frase de su hijo había sonreído sonrojada y el rey Guillé la había abrazado con dulzura al notarlo también, su relación progresaba poco a poco y todos estábamos emocionados por ese hecho.

Yo por mi parte, en este momento quería lanzarme sobre Henry y hacerle el amor alocadamente, pero debía guardar compostura.

La noche llegó rápido y sin problemas, la cena había sido deliciosa y el hecho de que volvería a Inglaterra me emocionaba sin límites.

Le entregue a Luke a su nana después de la cena y cada uno nos fuimos a nuestras respectivas habitaciones, excepto Henry que dormía conmigo.

-Fue un día interesante- Dijo el delfín de Francia acostándose en la cama con nada más que unos bóxer shorts y cubriendo su rostro con su antebrazo, decir que era la imagen más perfecta que había visto en mi vida no seria mentira en absoluto, sintiéndome cohibida con su presencia por primera vez en este tiempo me metí en la cama y me tapé hasta la cabeza.

-¿Qué sucede? ¿Estás enojada?- Dijo presionando su pecho con mi espalda y moviendo mi cabello de mi rostro. -¿Marie?

-No estoy enojada- respondí en un susurro- es sólo que...olvídalo, duerme

-"Es sólo que" ¿Qué?- preguntó volteándome rápidamente hacía su rostro, chocando con sus hermosos ojos y su fuerte barbilla y su hermosa nariz y sus apetecibles labios -Marie... -advirtió.

-Es sólo que desde el OTRO día- dije haciendo énfasis en "otro"- No hemos... tú sabes... yo... no sé, tal vez soy malísima- suspiré- tal vez sientes asco de mi, no sé qué pasa por qué lo dejaste en sólo algo de un día... -dije rezando por qué entendiera mi laberinto de palabras.

-Dios mío, Marie, te deseo más que a nada en este mundo, no sabes lo difícil que es dormir junto a ti a diario y no tocarte, yo sólo quería darte tiempo.

-O sea que, querías que te lo pidiera- No era una pregunta.

-¿Qué? ¡No! -Dijo apenado

-Te lo pido ahora- concluí viéndolo a los ojos -hazme tuya de nuevo.

Y sus ojos cambiaron a un tono más oscuro, su quijada se endureció y su mano libre, con la que no sostenía su cuerpo junto a mi para estar más alto que yo en la cama, me tomó de la cintura de manera que sin intentaba escapar no lo lograría. Pero no quería escapar, quería ser suya, más de lo que ya me tenía en alma, quería que reclamara mi cuerpo, quería que cada poro de mi ser fuera reclamado por él.

Estaba perdidamente enamorada del príncipe de Francia.

Once upon a timeWhere stories live. Discover now