Guerra

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Habían pasado tres largos días, días en los que el sueño había sido mínimo y días en los que no había tenido noticias de mamá. Clarke se veía preocupado mientras dábamos vuelta por la misma carretera que el primer día, apenas ayer llegamos a un hotel y fuimos atacados, debíamos salir de aquí pronto por qué la guerra ya había llegado, tropas de todos lados habían llegado y los habíamos visto cuando salíamos de la cuidad. Cambiamos de auto de nuevo, me sentía desesperada y sucia, sólo quería refugio.

-Nos vienen siguiendo- advirtió Clarke y automáticamente voltee a ver un auto negro siguiéndonos despistadamente -No te asustes Marie- habíamos traspasado la pared de la confianza después de todo lo que había pasado y pensándolo bien, sería más seguro que me llamara por mi nombre a qué me dijera "majestad" todo el tiempo.

-No lo ha...ahhh- grité antes de terminar mi oración ya que Clarke había dado una vuelta en "u" arrancando rápidamente hacia nuestros atacantes, abrí mis ojos tanto como podía, chocaríamos si uno de nosotros no cedía, no podía hacer nada más que aferrarme con la vida al asiento.

Los pasamos, de alguna manera con vida, pero el auto no frenó, seguimos a la misma velocidad hasta que encontramos la entrada al bosque donde para mi sorpresa Clarke se detuvo.

-Marie, debes bajar y correr sin detenerte hasta que encuentres una choza, ten la llave, es del auto que está ahí afuera, escóndete ahí, te encontraré ¿okay? -había explicado rápidamente y apenas logre entenderle.

-Okay- conteste dudosa con la voz temblando.

-¡Ahora!- finalizó mientras corría hacia el otro lado por el cual se veía un sendero, no tenía sentido, por mi lado todo eran ramas y escombros, los árboles creaban un ambiente lúgubre pero corrí, corrí como pude, las ramas más delgadas que se interponían en mi camino cortaban mis brazos y cara; a este punto ya no veía nada, ni a los lados y hacia enfrente, tampoco sentía que alguien me siguiera pero seguí corriendo sin parar. Mi pie quedó atrapado en una rama y caí, reprimiendo mi gemido de dolor con mi mano, me levante como pude y recé por que la choza estuviera cerca, no podría caminar o correr ni un paso más, menos con el dolor de mi tobillo, mis rodillas sangraban y tenía muchísimas ganas de llorar, si esto me estaba pasando a mi, no quería imaginar la guerra a mi alrededor. Quise no pensar en Henry, ni en Carlos, ni en papá, pero era imposible. Lágrimas abandonaban mis ojos sin poder detenerlas y entonces vi lo que parecía una casa de madera, era pequeña y obviamente abandonada, se estaba cayendo por todas partes.

Camine lo más rápido que pude hacia la puerta e intente abrirla sin éxito, adentro todo estaba oscuro; camine hacia la parte de atrás donde vi el auto, un Toyota viejísimo con los vidrios quebrados y la pintura desgastada, las puertas no abrían y la llave que me dio Clarke no entraba en el arranque, estaba frustrada por mi reciente descubrimiento hasta que antes de darme por vencida y volver brillo el seguro de la cajuela... me acerqué y al introducir la llave está se abrió, casi gritó de felicidad, esta era su manera de ocultarme, a esto se refería.

Entre rápido, me puse en posición fetal y jale una palanca estratégicamente posicionada para cerrar la cajuela, no se cuanto tiempo estuve encerrada cuando escuché movimiento afuera.

-¡Busquen, dentro de la casa! Esa maldita zorra no puede estar lejos- decía uno, con voz gruesa. Mi corazón empezó a palpitar muy rápido

-En la casa no hay nadie señor, está cerrada- comentaba otro, su voz se escuchaba juvenil.

-¡Maldita sea! ¿Eres imbécil? ¡Tira la puta puerta Jackson! -contestó el primero, mi respiración estaba agitada, si me descubrían estaba perdida.

El golpe a la puerta hizo eco al rededor

-¡Hay un coche aquí atrás! -gritó otro más cerca de mi

-Esa porquería no funcionaria ni jalándolo- comentó otro- revísalo y vámonos, pincha las llantas por si acaso

-Ya están pinchadas, Sam

-Bien, vámonos.- respiré con dificultad, esto aún no terminaba.

-¡Señor! -gritó uno muy cerca del auto

-¡¿Que?! -contestó el de la voz grave, a lo que lo sentí a unos cuantos pasos de mi.

-Hemos encontrado al guarro, muerto, se nos han adelantado los coreanos- ¿Clarke? ¿Se referían a él?

-¡Puta madre! ¡Se la llevaron! Retirada, malditos holgazanes- y golpeando con su puño la cajuela donde me encontraba se alejaron todos a paso rápido.

Estaba atrapada, mi única salida de esta cajuela era Clarke, mis ojos se llenaron de lágrimas al imaginarlo, no lo conocía mucho, no sabía si tenía familia y por lo mismo lloré más.

Golpee los asientos del auto para ver si cedían, busque dónde meter la llave para volver a abrir la cajuela, nada parecía funcionar, estaba perdida. ¿Porqué era tan débil? Recordé a papá sugiriéndome clases de defensa personal o taekwondo, pero no, tan terca cómo soy me dedique a leer, si salía de ésta me metería al gimnasio, CrossFit, ese era mi destino si por algún milagro esta maldita puerta se abre.

Esperé mucho, mucho más tiempo, golpee, rasguñe, lloré... nada parecía tener resultado y entonces lo escuché, pasos, pasos lentos, las ramas crujían bajo sus pies, me asusté como nunca haciéndome lo más que podía hacia atrás en la estrecha cajuela... moriría o me salvaría.

Y se abrió...

-¡Dios mío! Pensé que te había perdido- Dijo un Clarke completamente cubierto de sangre y heridas en el rostro sacándome de la cajuela y abrazándome como si tuviera años sin verte. Mi shock era real, pero lo abracé comprobando que no era un fantasma y que no estaba muerta aún.

-¡Oh por Dios! -y lloré en sus brazos abrazándome más fuerte a él.- ¿Estás vivo? - cuestione

-Marie, cuando yo realmente muera nadie me va a creer, es mi táctica, ¿nunca escuchaste a Maurice llamarme "Zombie"?- Dijo sonriéndome dejándome en el piso

-N-no... -dije apenada y haciendo una mueca de dolor al pisar, había olvidado lo del tobillo, siempre era el mismo tobillo el que me lastimaba.

-¿Te lastimaron?- preguntó preocupado

-No, corría y como todo estaba oscuro, tropecé- expliqué

-Vamos a ver qué queda del auto, te vendaré si dejaron el botiquín- Caminamos despacio por otro sendero oculto, hasta que no pude más y me cargó de caballito, el carro estaba completamente baleado, no quedaba mucho de él pero nuestras pertenencias seguían adentro, mi computadora, crema, y artículos de higiene todos agujerados, las botellas con agua igual pero algunas se habían salvado, también algo de comida enlatada, agarramos todo y nos dirigimos a la choza; como habían quebrado la puerta, la llave no fue necesaria, había unas llantas adentro, funcionales según Clarke. Esta era otra de las casas de seguridad, por suerte las andábamos rondando todas y cada una tenía un as bajo la manga, ésta en específico, el viejo auto.

Luego de que mi pie fuera vendado y Clarke me asegurara que no estaba quebrado, cambio las llantas al auto y saco una vieja pila de una tabla floja en el piso, lo vi mirar al cielo implorando que el Toyota prendiera, cuando menos hasta el siguiente punto seguro para cambiarlo y así fue.

-Ellos piensan que los coreanos te tienen- mencionó mi guardaespaldas mientras conducía a mínima velocidad por la carretera oscura. -Eso nos dará tiempo de cruzar la frontera y ponerte a salvo.- comentó y solté un suspiro de alivio. -Marie- continuó- Maurice me contacto antes de que pudiera venir por ti- mi corazón latió desbocado y lo animé a seguir- han llegado a salvo al campo, cambiaron de casa por que los habían seguido, pero todos están bien.

-Gracias al cielo- susurré

-Hay más- Dijo- su novio el príncipe Henry, fue herido en combate, está grave...- espero a ver mi reacción, pero mi mente se puso en blanco ¿Qué haría si algo le pasara a Henry? -Fue llevado a un hospital en España, está custodiado, pero no saben si lo logrará...

Y eso fue todo para mi, lloré, tanto como había reprimido estos días, la guerra apenas había comenzado ¿y esto sucedía? No podía ser verdad.

Once upon a timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora