O O 2

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1.

— ¿Eres la única niña de aquí? ¿Por qué?

— La mayoría de gente que viene a adoptar busca niñas pequeñas, no grandes como yo.

— Tienes ocho años, no me parece que estés muy grande.

— Tengo siete, ¿qué te hizo creer que tengo ocho?

— Pensé que tenías mi edad.

— No.

— ¿Y cómo llegaste aquí?

— Es una larga historia, de la que no me gusta hablar.

— Oh, está bien. ¿Hay algo que deba saber ahora que viva aquí?

Me levanté, ambas estábamos acostadas en el pasto viendo las ramas de un viejo árbol, me senté a su lado ya que ella seguía acostada, volteé a ver el orfanato y asentí.

— Tenemos unas cuantas reglas como, a las 11pm se apagan las luces, todos deben estar levantados antes de las 9am y las camas deben estar tendidas, todos tenemos una obligación, por ejemplo yo lavo los trastes de la cena y levanto la mesa. Supongo que podrías ayudarme.

La volteo a ver.

— Wow — Ella se sienta también y sonríe. — Sigo creyendo que es genial y mejor que mi casa.

— ¿Siempre eres así de sonriente?

— ¿Siempre eres así de seria?

Sonreí de lado y me limité a decir: — Touché.

Yeji sonrió y volteó a ver más abajo de la colina justo donde había una pequeña corriente de agua, siempre que hacía mucho calor, todos bajamos a refrescarnos ahí bueno, sin molestar a los gansos.

Yeji se puso de pie y vio algo blanco a lo lejos.

— ¿Tienen gansos?

— Si, pero no deberías acercarte mucho a ellos.

Me levanté, el ganso nos miraba fijamente, estaba más cerca de lo que creí, rayos.

— Yeji, camina lentamente hacía mí... lentamente.

Yeji retrocedió cuando estábamos cerca, le di la mano y ella entrelazo nuestros dedos para después salir corriendo de ahí.

2.

Yeji y yo habíamos estado pegadas todo el día como uña y mugre. Nos encargamos de molestar a los niños de 5 y 6 años. Fue divertido hasta que nos acusaron y tuvimos que lavar las ventanas. Lo que se convirtió en una guerra de agua y jabón.

Terminamos empapadas y con jabón en las orejas.

La señorita Haneul se encargó de mandarnos a bañar. Aunque debe admitir que las ventanas quedaron impecables.

Nos vestimos, Yeji se puso una blusa mía e insistió en que me pusiera una suya.

Me sento en su nueva cama que ahora sería al lado de la mía, como era la única niña en la habitación para jovencitas no había problema en quitar a nadie. El resto de las 10 camas se encontraban vacías.

Me sentó en su cama y me obligó a que me dejara peinar por ella.

Una vez que estábamos listas bajamos a la cocina para cenar. Nos sentamos juntas lejos del resto de niños.

Me estaba acostumbrando a la compañía de Yeji, y me hacía sentir bien, ya que nunca había tenido una amiga tan cercana.

— ¿Entonces terminando de comer te ayudo a levantar los platos?

— Claro —. Le di un sorbo a mi vaso de jugo de naranja.

— Apenas es mi primer día, y siento que estoy en casa.

— Bueno, pues es tu nueva casa.

Ella sonrió.

— ¿Puedo contarte un secreto?

Solo asentí.

— En mi otra casa, mis padres no esperaban tener un bebé, siempre me dejaron claro que era un error. Pero aquí me siento bien, como si valiera la pena estar viva.

Trague saliva sin saber que decir, ella permaneció seria un momento y luego sonrió. Pensé que lo mejor era regresarle la sonrisa así que lo hice.

Un golpe en nuestra mesa nos hizo voltear, era Daeyong, ya decía yo que hoy me la estaba pasando bastante bien.

— Querida Yeji, mi nombre es Daeyong, si lo sé soy algo grande yo tengo 13.

— 13 años sin bañarte — Dijo un pequeño al fondo y no pude evitar reír de forma leve.

— ¿Pasa algo, Ryujin? ¿Ese chiste de niños te dio risa?

— Lo que me dio risa de ese chiste es que es verdad —. Lo miré de forma seria como si sus palabras no me intimidaran y es verdad, el hecho de que el tuviera 13 no me daba miedo, ni mucho menos sus dos granos en la frente. —. Vámonos Yeji, huele a vagabundo.

Me levanté de mi lugar y cuando iba a darme la vuelta me sujetó un brazo con mucha fuerza. Me di la vuelta para verlo a los ojos, me miraba con furia porque si había algo que Daeyong odiaba era que alguien se le revelara.

Escuche una silla moverse pero solo cerré mis ojos debido a que iba a recibir una cachetada de parte del idiota mayor, sin embargo su brazo me soltó.

Abrí los ojos y pude ver como Yeji, una niña de ocho años con sonrisa tan brillante como el sol y olor a flores le daba un puñetazo al idiota mayor en su mejilla.

El grandote cayó al suelo y empezó a llorar por piedad.

Abrí mis ojos impresionada ¿cómo hizo eso?

El resto de niños empezó a aplaudir a Yeji, la única niña que se le había revelado al idiota mayor.

⸙͎۪۫ bad things⌇ryujiWhere stories live. Discover now